Los desvíos no son muy agradables, especialmente cuando estás de prisa y tienes que llegar a algún lugar específico.

A primera vista los desvíos son una pérdida de tiempo y energía, pero lo que no nos damos cuenta es que hay veces que pueden evitarte cosas mucho peores que una simple “pérdida de tiempo”, como por ejemplo cuando hay un desvío en las carreteras, nos molestamos, pero ese desvío te está guardando de un camino pedregoso y en reparación que podría causarte un accidente. 

A veces podemos caer en la falsa realidad de que lo importante es llegar rápido a nuestro punto final. Rapidez no es sinónimo de crecimiento. Vivimos en una era donde todo tiene que ser rápido y eficaz, pero hay procesos en nuestras vidas que, si lo aceleramos, lo podemos echar a perder. ¿De qué sirve llegar a la meta con un corazón corrompido?

 “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida?” Marcos 8:36.

Muchas veces Dios nos lleva por “Desvíos Divinos” que en el momento no los entendemos, nos enojamos, lloramos, dudamos y hasta nos quejamos, pero en algún momento más adelante del camino veremos la razón de su decisión.

Que no entiendas lo que estás pasando no quiere decir que Dios no está trabajando”.

Con más razón creo que cuando no entendemos lo que estamos pasando es un gran síntoma de que Dios está haciendo algo. Esto puede ser, alguna pérdida de un ser querido, un despido, un “no” de la persona que queríamos, una enfermedad, una deuda, un accidente y tantas otras cosas. Pero, creo que a veces de tan ansiosos que estamos por llegar al destino nos perdemos de lo que Dios quiere enseñarnos en el proceso, con los desvíos divinos.

Esto le pasó al pueblo de Israel tantas veces, una de ella podemos encontrar en Números 20:21 “No quiso, pues, Edom dejar pasar a Israel por su territorio, y se desvió Israel de él”. Este desvió fue imprevisto y cambió los planes de Israel. “A veces lo mejor que nos puede suceder es que Dios interrumpa nuestra agenda, y la cambie por completo”. Pero el camino de desvío de Edom se hizo largo y tedioso; “Partieron del monte Hor, por el camino del Mar Rojo, para rodear la tierra de Edom, y el pueblo se impacientó por causa del viaje. Y el pueblo habló contra Dios y Moisés: ¨¿Por qué nos han sacado de Egipto para morir en el desierto? Pues no hay comida ni agua, y detestamos este alimento tan miserable¨”. Números 21:4-5. 

La impaciencia del pueblo de Israel los llevó a quejarse y hablar contra Dios y Moisés. Pero el problema de Israel no era la queja o la impaciencia, sino “que su corazón seguía en Egipto”. Aún no habían dejado de mirar atrás, su confianza seguía en su pasado. A veces lo que no nos permite crecer y madurar espiritualmente y confiar en Dios es que aún no hemos dejado de mirar hacia atrás. Y esto siempre nos llevará a quejarnos y desanimarnos cuando la vida toma un giro imprevisto. Pero cuando tus ojos están puestos en Cristo, tu confías y sabes que los desvíos funcionan para tu bien.

Por eso es ese mismo capítulo, Dios mandó serpientes que atacaron al pueblo de Israel y luego dijo a Moisés: “Hazte una serpiente abrasadora y ponla sobre una asta; y acontecerá que cuando todo el que sea mordido la mire, vivirá”. Números 21:8. Mirar a la serpiente para tener vida era un acto de fe, para enseñarles al pueblo que su mirada debe estar puesta siempre en Dios. Hoy, no sé por cual desvío estas pasando, pero quiero animarte a que solo hagas una cosa: Fija tu mirada en Cristo.

Próximamente en YouVersion podrás encontrar un plan completo sobre este tema realizado por Sebastián Franz.