Suena el despertador, a tientas lo apagamos y nos vemos enfrentados a la primera decisión del día, ¿otros cinco minutos? Una ducha, y luego la ropa, ¿muy casual? ¿muy formal? ¿Estos son colores de verano? ¿Irá a llover? ¿Abrigo? El desayuno, ¿en casa o afuera? ¿Me llevo el café o lo paso comprando?, y así se fue solo la primera media hora. Nos quedan otras 16 antes de volver a dormir. Nuestro día pasa lleno de decisiones, unas grandes, otras pequeñas. Unas muy complicadas, otras muy sencillas. Todas relevantes.
No nos damos cuenta, pero nuestra vida se compone del cúmulo de decisiones tomadas a lo largo de nuestros días. Seamos conscientes o no de ellas, todas nos componen, cada una nos ha dado forma y el simple hecho de estar leyendo este texto, ha sido una de ellas. Ahora que te has percatado de esto, has tomado la decisión de continuarlo. Espero que te quedes hasta el final.
Nuestra capacidad de decisión consciente nos distingue del resto de otras especies. Podemos tomar decisiones que van motivadas más que por la naturaleza que tenemos. Los animales deciden en función de su instinto, de sus impulsos. Nosotros podemos hacerlo gracias a nuestro razonamiento, a una serie de argumentos que creamos. Todo en una fracción de segundo. Sea la ropa, lo que comemos, si salimos o no, lo que vemos, cómo invertimos nuestro tiempo y todo lo demás.
Podemos conocer a una persona en base a las decisiones que toma. Estas revelan no solamente sus intereses, sino que es lo que prioriza. Es decir, sabemos lo que una persona ama, sabemos lo que le importa, que es lo que considera valioso solamente viendo sus decisiones.
Los economistas hablan de una “intención de compra”; esta manifiesta el interés de una persona hacia un producto o una marca. En palabras sencillas, en qué te gusta gastar tu dinero. Una de las cosas que hace florecer una economía es que todos tenemos gustos diferentes, por eso todos gastamos el dinero de formas diferentes. Unos prefieren gastar en comida, otros en entretenimiento, otros en tecnología y así, tan amplios y variados como los colores.
Otra forma en que podemos conocer a una persona es viendo en qué invierte su tiempo.
El capital de tiempo es uno de los mayores recursos que tenemos, el dinero se puede recuperar, el tiempo no. La forma en que invertimos nuestros días refleja directamente dónde está nuestra prioridad.
Observemos a cualquier profesional en un campo específico de trabajo, las horas invertidas solamente reflejan la importancia que le dan a su hacer. Lo vemos en las relaciones, cuando estamos interesados en conocer a una persona, inevitablemente le damos tiempo, atención, horas, estando con ella o pensándola constantemente.
Todas nuestras decisiones giran en torno a lo que amamos, a lo que nos importa. Aquí la pregunta. ¿Cuántas de estas millones de elecciones que hacemos día a día tienen como centro la persona de Jesús? No me refiero al cristianismo como religión, o a la iglesia como institución, sino a la concreta persona de Jesús. Cuánto de nuestra inversión está guiada por lo que le agrada a Jesús. Por honrar su nombre.
No me refiero a lo que damos a la iglesia local, o lo que damos a los necesitados; Sino que si alguien observara nuestros estados de cuenta y las razones por las cuales hicimos esos gastos, podría saber que Jesús es nuestro Señor. Si pudiéramos sacar una auditoría de en qué se van nuestras horas, ¿podría quien lea decir cosas cómo?: Así sería la forma en que Jesús invertía su tiempo. O: De esa forma se comporta alguien que ama a Jesús con todo su corazón
«Cada una de nuestras decisiones es una radiografía de donde está nuestro corazón».
Rodrigo Hernández
Estamos muy enfocados en cambiar nuestras malas obras, en el pecado que constantemente nos confronta y que no logramos vencer, en luchar en contra de adicciones que nos mantienen esclavizados cuando en realidad todas esas son ramas de un árbol que necesitamos cortar de raíz. Cuando empecemos a tratar la raíz, las ramas dejan de dar fruto. Cuando la misma persona de Jesús se convierta en el centro de todo lo que hacemos, pensamos, soñamos o deseamos, entonces habremos encontrado el antídoto para las malas obras con las cuales luchamos.
Jesús dijo que donde estuviera nuestro tesoro, ahí estaría nuestro corazón. Lo que tiene nuestra prioridad, dirige nuestra vida. Lo que estemos buscando, eso vamos a encontrar. Hasta que Jesús se vuelva todo lo que veamos.