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De a un kilómetro a la vez

¿Querés empezar a correr una carrera y cruzar la meta en victoria? Sí, es la respuesta de muchos. Empezar un plan de entrenamiento requiere de compromiso, enfoque y perseverancia.

Por lo general, quien empieza a adentrarse en el mundo de los kilómetros suele ponerse en mente solo una cosa: completar el entrenamiento. No importa el tiempo o la velocidad que lleve, y la mayoría se propone tomárselo con calma e ir despacio. En el comienzo, el enfoque suele estar en el lugar “correcto” y con la motivación “correcta”; entrenar progresivamente y terminar la tarea que su entrenador le dio.

El punto está en que después del paso de las semanas de entrenamiento, las propias barreras mentales van disminuyendo y la confianza en uno mismo empieza a crecer y es ahí donde muchas veces decidimos que es hora de acelerar el ritmo. Entramos en el modo “auto suficientes” y nos olvidamos de dónde venimos, de escuchar la voz de nuestro entrenador. Corremos el enfoque al creer que podremos ir a nuestra velocidad sin respetar lo que se nos indicó, en el afán de querer mejorar más rápidamente y saltarnos el proceso, alimentando nuestro ego por querer sobresalir o pisoteando nuestro temor a ser los últimos frente a la mirada del otro. Es ahí donde nos volvemos nuestro propio cronómetro, hasta nos tomamos los tiempos como lo hace un corredor profesional y, ya llevados varios kilómetros en carrera, comenzamos a sufrir el desgaste, empezando a palpitar que estar yendo a un ritmo más rápido nos ha consumido las fuerzas, impidiéndonos continuar. Deteniéndonos y a veces viéndonos caer al piso como jamás lo hubiéramos imaginado, porque ya es demasiado tarde para resistir. 

En Hebreos 12.1-14 nos habla de la carrera que Dios nos presenta, que debemos realizarla con resistencia pero ¿de qué resistencia nos habla?

 “1 ¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia. 2 Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor…” 

Solo es posible al fijar la mirada en Jesús. Si queremos alcanzar un objetivo, Jesús tiene que ser nuestro enfoque. Mantener la mirada en Él e identificar de cuales cosas necesitamos desenfocarnos para que ninguna distracción nos aleje de nuestro salvador Cristo Jesús. Seamos corredores de fe que suman kilómetros en la dirección correcta y a la velocidad adecuada. Todo tiene su tiempo, el cronómetro de Dios nunca falla; es exacto. Cada prueba tiene su ritmo, Él actúa cuando debe hacerlo pero no siempre nos comprometemos con su plan de entrenamiento ni nos entregamos por completo en el fluir de su velocidad sino que aceleramos más de la cuenta llevándonos puesto un sin fin de fracasos y/o éxitos sin propósito.

Que en la línea de partida de este nuevo año nos dispongamos a aceptar que Dios marque el ritmo correcto, y de esa forma vamos a llegar mucho más lejos en su propósito. Cuando aceleramos por nuestras propias fuerzas nos desgastamos tanto que no podemos continuar la carrera o tal vez sí, pero con una pérdida de tiempo en lo que Él nos llamó a hacer mientras corríamos. No creamos tampoco que no avanzamos por “no ir tan rápido” aunque los demás nos pasen por al lado. El ritmo de Dios para sus hijos es específico para cada uno. Como tampoco creamos que a toda velocidad nos aseguramos llegar a la meta correcta. El ritmo de Jesús no siempre va a ser como el que nosotros esperamos; tenemos que enfocarnos en Él y dejar que nos sorprenda y nos marque el ritmo, porque Su poder corre en nosotros y nos lleva. Él es quien nos frena cuando queremos ir más rápido, quien nos endereza cuando queremos salirnos del camino, quien nos mueve cuando queremos detenernos. Miremos a Jesús, quien nos lleva a la meta final. 25 Miren tus ojos al frente,y diríjanse tus párpados hacia lo que está delante de ti. 26 Examina la senda de tus pies,y sean establecidos todos tus caminos. Proverbios 4:25-26

En un mundo alborotado, no retrases ni aceleres el proceso. La carrera de la fe es en el tiempo de Dios, con el GPS de Jesús, al ritmo del Espíritu Santo.

Oro: Jesús establece mi ritmo para que pueda competir con excelencia en el propósito por el cual me has creado, Amén.

Constanza Núñez
Constanza Núñez
Ultramaratonista, influencer cristiana. Mamá de Blanca e hija de Dios. Apasionada por animar a otros a correr la carrera de la vida en Cristo más allá de los obstáculos que presente.

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