Recibimos una vez más en nuestro estudio a David Greco, como siempre en una enriquecedora charla sobre aspectos importantes de la vida cristiana, y sobre su nuevo libro «El misterio revelado».
Seba Liendo y David conversaron sobre varios puntos importantes de la revelación de Jesucristo, de las Escrituras y sobre una nueva generación que se enfrenta a nuevos desafíos, siempre con la meta en la cruz.
Soy salvo ¿Y ahora qué?
«Nosotros no estamos medio salvos, o 90% salvos. Una vez que lo recibimos, no nos tenemos que salvar más. Somos salvos».
Estar salvo es como una mujer que está embarazada. O está embarazada o no lo está. No importa si hace una semana que quedó embarazada, ya lo está. El que está salvo no necesita salvarse más.
Ahora bien, después de ese momento, viene un crecimiento. Por ejemplo, Dios crea y después forma. Él forma lo que creó. Entonces, nosotros somos una nueva creación, pero desde el momento que lo somos, Él nos empieza a formar, y lo hace desde nuestra alma.
El Espíritu ya está completo, no necesita nada. Lo que está siendo formado es nuestra alma: nuestra persona, personalidad, manera de pensar y mentalidad. Todo eso tiene que cambiar, tiene que ser transformado. Este proceso abarca nuestra mente, intelecto, emociones y decisiones. Debemos aprender a tomar decisiones diferentes, entender las cosas a la manera de Dios y forjar en nosotros una mentalidad de Reino.
Nuestras emociones no deben ser anuladas, sino santificadas. Este proceso implica un cambio, una transformación del alma. Y esa es la obra que Dios realiza en la tierra. Un día, cuando estemos en el Cielo, seremos glorificados y ese proceso culminará.
Completar la obra
Seba Liendo: Yo creo que se está viendo una iglesia despertando a esta esencia, a esta pureza en Cristo, donde uno empieza a verlo todo completo, todo lleno. Ya no es más el hecho de tener que hacer cosas para lograr, sino empezar a entender cómo vivir y encarnar lo que ya Dios hizo.
David Greco: En el libro de los Hebreos, el escritor habla acerca de entrar en «el descanso». Dice «el descanso», no «un descanso». Se entiende que es un descanso particular. Luego continúa diciendo: «Porque ellos no entraron en mi descanso». Entonces, el descanso al que el escritor se refiere es el descanso de Dios.
¿Por qué es el descanso de Dios? Porque Dios terminó sus obras, las acabó y después descansó. Él ha estado descansando desde el principio, porque sus obras están acabadas. Esto suena lindo, pero la gran pregunta es: «Bueno, si las obras de Dios están acabadas, entonces ¿qué me toca a mí hacer?»
La única manera de responder eso es viendo lo que hizo Jesús. Jesús caminaba en el descanso porque decía: «Yo no hago nada, a menos que vea que el Padre lo está haciendo». Él veía continuamente que el Padre ya había acabado las obras. Por ejemplo, cuando ve un ciego de nacimiento, los discípulos le preguntan: «¿Quién pecó?» Y Jesús responde: «No pecó nadie. Este está aquí para que las obras del Padre sean manifiestas».
Después de la sanidad del hombre en el estanque de Betesda, Jesús habla con los religiosos y les dice: «Porque el Padre me envió a completar sus obras».
«Lo que vemos es que Dios finalizó y acabó sus obras, y ahora nosotros las completamos en la tierra.»
Cuando oramos: «Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo», la palabra «hágase» significa «que se aparezcan». Es como un actor que aparece en escena tras estar detrás de la cortina. Jesús mostró que las obras ya estaban hechas, pero nosotros somos llamados a manifestarlas.
El misterio revelado
Seba Liendo: «El misterio revelado» es lo que está escondido de los sabios. Porque si abrís desde la primera hoja hasta la última de las Escrituras, lo vas a encontrar a Cristo. Jesús mismo dice: «Escudriñad las Escrituras, porque hablan de mí».
David Greco: Sabes que la Biblia no es un libro, son 66 libros escritos por 40 escritores en un periodo de 2000 años. Esto es un milagro. Uno se pregunta: «¿Cómo puede ser?» Y el tema es uno: Cristo, la revelación de Dios al hombre, exclusivamente a través de su Hijo.
Desde el principio, Dios creó los cielos y la tierra. ¿Y quién es el principio? Jesús, Cristo, el Dios de Israel. Él era Iajuéh, Jehová, el Yo soy. Pero después Jesús viene y dice: «Mi nombre es Jeshua, Jehová salva». Incluso afirma: «Antes de que Abraham existiera, Yo soy».
Además, Jesús dice: «Yo soy el pan de vida, Yo soy la luz del mundo, Yo soy la resurrección y la vida». Entonces, el Yo soy siempre fue Cristo, porque Él siempre fue el mediador entre Dios y los hombres.