Jesús nos enseñó a hablar con él de una manera muy simple: “Ustedes deben orar así: ‘Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo’”, Mateo 6:9-10 NVI.
¡Cuánto encierra el “venga tu Reino”! Muchas veces pienso si realmente queremos así sea, pues esto implicaría que también se manifiesten los valores de ese Reino y la cultura en los dominios de Dios es totalmente diferente a la de este mundo, incluso es muy distinta a la que muchas veces existe en la iglesia.
¿Nunca te pusiste a pensar cuál es la cultura de la iglesia que Dios te dio para pastorear?, ¿Cuáles son los valores que se viven en tu iglesia? ¿Si la cultura que se respira en tu iglesia es dadora o quitadora de vida?
Cuando leo lo que pasaba en la iglesia primitiva, puedo ver lo que reinaba en ese lugar y eran constumbres saludables. “No dejaban de reunirse en el templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos”, Hechos 2:46-47 NVI.
Estos versículos me hablan de una cultura tan saludable que las personas se sumaban a la iglesia. He conocido congregaciones donde hay una convivencia amable y se puede experimentar un avivamiento constante, son lugares donde las personas florecen y encuentran propósito.
Entiendo que hay una cultura donde el Espíritu Santo se siente cómodo en estar y permanecer. Es por esto que nuestro enfoque debe privilegiar un ambiente donde el Espíritu Santo y las personas quieran estar, dejar de enfocarnos en los métodos, programas o formas.
¿Qué es una cultura?
Es un conjunto de ideas, comportamientos, símbolos y prácticas sociales, aprendidos de generación en generación a través de la vida en sociedad. La cultura es algo que se puede establecer, modificar y trabajar, ésta determina nuestras actitudes, nuestra forma de ser y de actuar.
- La cultura de una sociedad y de una nación determina cómo son sus habitantes, cómo actúan y cómo se relacionan entre sí.
- Una cultura saludable permite que todo lo que sea plantado allí florezca, crezca y dé frutos.
- La cultura se construye y se cuida. Así como los contextos, se genera, no se espera.
Hay algunas características que permiten ver el Reino de Dios manifestado en un lugar y te las quiero mencionar; aunque seguramente hay muchas más, hoy quiero concentrarme en solo cuatro de ellas.
Humildad:
Muchas veces vamos por la vida exigiendo humildad de los demás, pero cuando leo la Biblia siempre me habla a mí sobre mi actitud hacia los demás. “La actitud de ustedes debe ser como la de Cristo Jesús”, Filipenses 2:5 NVI.
La humildad comienza en mí, no en el otro, de manera que ser humilde comienza en mi decisión de serlo (no viene de fábrica), debo esforzarme para que esta cultura reine en donde yo esté, porque es mi responsabilidad.
Una actitud humilde sale de un corazón que entendió la cultura del Reino de Dios.
Compasión:
Sentimiento de pena, de ternura y de identificación ante los males de alguien. ¡Qué linda que es la compasión!, ¡Cuánto necesito de la compasión! ¡Yo quiero que me tengan compasión! Pero hay algo que Dios me enseñó en referencia a ella. La compasión no es para mí, es para los demás. Soy yo quien debo tenerla hacia los demás. Y cuando lo hago, recibo compasión.
“Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas, como ovejas sin pastor”, Mateo 9:36 NVI.
Otra cosa que aprendo de Jesús en cuanto a la compasión, en este versículo, es que no la tuvo de manera selectiva; Él vio a las multitudes (chismosos, ladrones, mentirosos, adúlteros, homosexuales, lesbianas, heterosexuales, etc.) y tuvo compasión de ellas.
La compasión no es para los que me caen bien o son cercanos a mí, es para todos.
Honra:
La honra es una de las principales características de la cultura del Reino de Dios. ¿Querés que “venga su Reino”? hacé que estas características de las culturas comiencen a ser visible en tu iglesia.
“El Principio de Honor sostiene que: el reconocer correctamente quién es una determinada persona nos dispone para darle el respeto que se merece y honrarlo. Una cultura de honor se crea a medida que una comunidad aprende a discernir y a recibir a las personas en las identidades que Dios les ha dado” (del libro “Cultura de Honor” de Danny Silk).
La cultura de honra no se trata de mí ni de lo que hagan conmigo, sino de lo que yo haga con los demás. Tampoco es selectiva, no hay quienes la merecen y quienes no. Todos aquellos por los que Jesús murió merecen honra. Todas las personas quieren y necesitan estar en un lugar donde sean honradas y ese lugar es la iglesia y debemos construirla juntos.
El Espíritu Santo quiere estar en un lugar donde las personas sean honradas y valoradas.
Lavadores de Pies:
En Juan 13:1-17 vemos a Jesús siendo intencional en enseñarnos que el Reino de los cielos es un Reino de lavadores de pies. El versículo 17 termina diciendo …”serán dichosos (felices) si lo ponen en práctica ”...
Otra vez más, el lavar los pies no es selectivo, lo hace con todos. Me encanta que Jesús fue intencional en lavarle los pies también al que lo iba a traicionar.
- Una cultura saludable, es una cultura de lavadores de pies.
- Una cultura saludable es una cultura donde priorizamos el amor por sobre el control.
- Una cultura saludable es una cultura donde la humildad está por sobre la soberbia.
- Una cultura saludable es donde la compasión está por encima de juzgar a los demás.
- Una cultura saludable es una cultura donde se honra a las personas.
Te animo a que te dediques a crear una cultura saludable donde las personas puedan florecer y encontrar propósito y el Espíritu Santo se sienta cómodo de habitar. Una cultura saludable no expulsa personas, expulsa conductas enfermas. Seguí construyendo una cultura saludable en tu vida, en tu familia, en tu iglesia, y su Reino vendrá.