En una noche que quedará grabada en el corazón de muchos, De Repente lo Vi celebró su primer aniversario con entradas agotadas en el auditorio de Saddleback Buenos Aires.

No fue solo un festejo: fue un recorrido colectivo que unió lágrimas, risas, canciones y lo más importante, el Evangelio que inspira cada episodio del programa.
Más de mil personas se reunieron cargadas de expectativa y memoria para revivir los momentos más intensos de dos temporadas que marcaron a una generación con pasión, fe y testimonio. Desde los primeros acordes de Malena y su banda, hasta el tiempo de adoración con Felipe Santos, la noche fue un viaje de gratitud y comunión.

El panel abrió con humor y luego dio paso a recuerdos inolvidables: episodios que marcaron a la audiencia, imágenes que impactaron y voces que resonaron en cientos de hogares alrededor del mundo. Cada reacción confirmaba que De Repente lo Vi es más que un programa: es un canal para amplificar el mensaje de Cristo.
La solidaridad también tuvo su lugar.
El pastor Seba Ojeda recordó cómo cada asistente, al ingresar con un alimento no perecedero, se transformó en parte de una obra mayor: la fe expresada en gestos concretos de amor.
Las risas estallaron con el monólogo de Beto Destroy, el “metalero convertido”, preparando el camino para uno de los hitos más esperados: Felipe Santos interpretando en vivo “Es Él”. Fue un instante de comunión plena, donde las voces unidas se hicieron clamor y testimonio.

Otro momento profundo llegó con el pastor Próspero Palmera, quien abrió su corazón y honró al panel con palabras de gratitud. Entre lágrimas y sonrisas, los panelistas se dirigieron unos a otros, agradeciendo lo construido juntos como familia espiritual y mediática.
El cierre fue una fiesta de generaciones. La OBS Band, con Nair, Miqueas y Seba al frente, sorprendió al invitar nuevamente a Felipe Santos a cantar “Es Él”, pero esta vez con un estilo rockero que levantó a toda la sala. Niños, jóvenes y adultos unieron sus voces, confirmando que el mensaje de Cristo sigue siendo urgente, vigente y transformador.
Este primer año no fue “uno más”: fue la manifestación de una comunidad sedienta de verdad, dispuesta a mirar el Evangelio con ojos nuevos. De Repente lo Vi reafirma así su compromiso de ser puente, altar y voz para todos los que buscan encontrarse con Jesús.
Porque más que un programa, De Repente lo Vi es una familia. Y en esta noche, la familia entera cantó, recordó y creyó nuevamente.
