mail

Suscribite a nuestro boletín

¿Cómo te gustaría ser recordado si hoy fuera tu último día?

Te invito a que mires por la ventana de una mujer común a los ojos del mundo, pero gigante ante los ojos de Dios.

Esta historia se desarrolla en la ciudad portuaria de Jope, una ciudad con un gran puerto que da al mar Mediterráneo. Una ciudad con muchas personas que van y vienen, que compran y venden, con mucho movimiento y, por lo tanto —como es tan común en esos lugares—, con muchos que son vistos sin ser mirados.

En esa ciudad vive Dorcas, también llamada Tabita. Si te acercás a su ventana, la vas a ver cosiendo. Mira la tela, corta, sueña y sonríe. Con aguja e hilo, puntada tras puntada, ella encuentra el propósito por el cual fue creada. Está cosiendo vestidos de muchos colores, con una única intención y motivación: manifestar generosidad.

Dorcas no es una gran predicadora; al menos, no es conocida por escribir cartas. No sabremos de ella como una reconocida profeta, tampoco nos consta su trabajo en la plantación de iglesias, ni hay referencias de que haya sanado enfermos. Pero su historia está plasmada en la Biblia, es la protagonista de uno de los milagros relatados en el libro de los Hechos, y su vida está saturada de generosidad.

Su vida —y sobre todo su enfermedad y muerte— demuestra que una existencia humilde, rendida y generosa refleja la belleza del Evangelio tanto, y aún más, que una gran prédica.

Tendemos a creer, erróneamente, que los grandes oradores o los famosos predicadores son una categoría de cristianos diferentes, y que la vida espiritual se mide en frases impactantes, o en revelaciones que muchas veces (y lamentablemente) se venden, al estilo de: “Comente con la palabra BIBLIA y le enviaremos toda la info para que consuma y compre nuestra revelación”.

Sin embargo, Dorcas, una simple costurera, logró con su testimonio mostrar que cuando una vida glorifica a Dios y edifica al prójimo, es usada para resurrección y vida.
Dorcas vio a Cristo como su tesoro… y el dinero, el tiempo, el hilo y la aguja se volvieron instrumentos de adoración.

1. Una DISCÍPULA

Lo primero que notamos en los versículos de la historia de Dorcas es que es llamada una discípula.

La palabra discípulo ha sido usada hasta el cansancio dentro del lenguaje de la iglesia. De hecho, cada maestro o predicador le ha dado su propia impronta, y hasta —lo que es peor— su propio significado. Me recuerda al libro de Alicia en el país de las Maravillas, cuando el personaje de Humpty Dumpty habla sobre la palabra gloria, entonces Alicia le pregunta qué significa esa palabra, a lo que él responde:

«CUANDO USO UNA PALABRA, SIGNIFICA LO QUE QUIERO QUE SIGNIFIQUE, NI MÁS, NI MENOS.»

Jesús deja claro qué es un discípulo para Él: alguien que lo deja todo para manifestar la vida de su Maestro. Pide fidelidad, en primer lugar, y llevar su mensaje tal cual Él lo trajo a todos los lugares a los que seamos enviados.

Jesús fue alguien radical. Y sus enseñanzas fueron las más radicales que jamás se esparcieron sobre este planeta.
En toda la literatura mundial, no existe algo parecido al Sermón del Monte. Ninguna otra enseñanza ha producido jamás los cambios espirituales, en el alma y el cuerpo, que la fe cristiana ha logrado.

Es una tragedia que las leamos y nos sintamos cómodos. O que estas nos deslumbren, pero no provoquen en nuestras vidas los cambios por los cuales fueron dichas. Porque nunca fueron proclamadas para brindarnos comodidad, sino para darnos propósito en nuestra vida y que estemos dispuestos a morir por ello.

Su intención es transformar nuestras vidas y enviarnos a manifestar la vida del Hijo como heraldos con una pasión ardiente.

Si podemos leer las declaraciones de Jesús y aún sentirnos cómodos, si las leemos y pensamos que son fáciles, entonces las hemos malinterpretado.Porque las demandas de Jesucristo son humanamente imposibles.

La vida de fe en la carne sólo puede vivirse por el poder sobrenatural y la morada del Espíritu Santo en nuestras vidas.

En lugar de tomar Sus palabras sustancialmente, ingeniamos sesenta formas teológicas para cambiarles su sentido. Como resultado, tenemos una vasta diferencia entre el cristianismo que vemos hoy día y el cristianismo de la Iglesia Primitiva.

Hoy significa asistir a la iglesia siempre que sea conveniente, colocar dinero en la ofrenda de lo que nos sobra,
y darle a Jesús una de nuestras noches libres. ¿Es ése el verdadero cristianismo? No.

El verdadero hijo de Dios:

  • Vive una vida de discipulado radical
  • Manifiesta la vida de su Maestro, y ese es su motivo de vida
  • Vive en servicio sacrificial
  • Se mueve por un amor ágape, que no espera nada a cambio
  • Tiene un compromiso sin reservas, dispuesto a dejarlo todo para manifestarlo

2. El fruto de una vida generosa: consuelo y comunidad

Cuando llega Pedro, se encuentra con que, en el lugar donde yacía el cuerpo de Dorcas, había viudas llorando y le mostraban los vestidos que ella les hizo.

¡Qué escena tan poderosa! No hay discursos, no hay canciones de moda, no hay palabras complejas para entender: solo lágrimas y vestidos.

Las obras de Dorcas hablaban por ella. No era solo una mujer bondadosa o amable con las viudas de su comunidad. Ella era el consuelo visible de la Iglesia, el Cuerpo de Cristo.

Una vida generosa une a la iglesia. Crea comunidad. Sana los corazones. Construye relaciones profundas. Genera legado y deja huella aun después de nuestra partida.

3. El poder que respalda la generosidad: la gloria de Dios manifestada

Pedro ora y Dios decide devolverle la vida a una mujer generosa. Dios honra el corazón que sirve sin esperar recompensa, porque su vida glorificaba a Cristo.
«Porque para mí el vivir es Cristo y el morir es ganancia» (Filipenses 1:21).

La resurrección de Dorcas trajo más que alegría: trajo fe. Leemos en el versículo 42: “Y esto fue notorio en toda Jope, y muchos creyeron en el Señor.”

Tu generosidad —y aun tu resurrección— puede ser el instrumento de fe para otros.
¿Está tu vida siendo usada para que otros crean en Cristo?

Dorcas no buscó fama. Su interés no estaba en ser reconocida, en ser vista o escuchada. No estaba buscando ser el centro de atención, ni quiso escalar posiciones dentro del ámbito social. Con sus manos, con su trabajo, glorificó a Dios.

No se sirvió de los demás, no usó el Evangelio para su propio crecimiento personal. Buscó reflejar a Cristo a través de una vida sencilla… y por eso su nombre está en las Escrituras.

La generosidad no es dar mucho. Es dar movido por el amor de Cristo.

El mundo no necesita más celebridades ni famosos cristianos. Necesita más Dorcas: hombres y mujeres anónimos e invisibles que vivan sirviendo, amando y dando, porque entienden y reconocen que Cristo les dio todo.

Que seamos como Dorcas. Que el día que partamos, no nos recuerden por nuestras palabras, sino por el Cristo que brilló a través de nuestras obras.

¿Sería tu ausencia llorada por los que menos tienen? ¿Estás sembrando consuelo o construyendo tu propio castillo?

Y te vuelvo a hacer la pregunta del principio:

¿Cómo te gustaría ser recordado si hoy fuera tu último día?

Germán Palermo
Germán Palermo
Fundador de la “Red Global Vida Plena”. Ha fundado más de 50 congregaciones distribuidas en Argentina y en el mundo. Actualmente pastorea en la ciudad de Córdoba. Creador y director de CEF Training - Una plataforma virtual de entrenamiento y formación ministerial totalmente gratuita. Está casado con Sabrina Arriete y juntos tienen dos hijos.

Otras

CRISTIANAS

hola
Enviar Whatsapp
error: Gracias por interesarte en las publicaciones de La Corriente, para su uso o difusión, por favor escribirnos a [email protected]