Las relaciones nacen a partir de una conversación, es admirable cómo en nosotros todo está comunicando, desde nuestras palabras, nuestro silencio, nuestros gestos y nuestro cuerpo. Somos bendecidos por poder comunicarnos de tantas maneras, sobre todo verbalmente, es evidente que somos de Dios, creados para tener comunión directa con Él.
Fuimos escogidos por Él sin importar de qué familia venimos, ni en qué país nacimos, ni cuáles son nuestros recursos o si hemos obtenido las mejores notas en el colegio. Y aunque en realidad no estábamos calificados, Dios nos pensó para que no solo seamos su creación, sino que nos dejó formar parte de su familia, llamándonos hijos.
Nosotros solo debemos permanecer conectados a Él, todo lo demás está completo, él colocó su identidad en nosotros (1 Juan 3:2), pertenecemos a su reino (Colosenses 1:13), nos ha dado generosamente junto con Él todas las cosas (Romanos 8:32) y nos ha escogido tal como estábamos, sin pedirnos ningún requisito (1 Corintios 1;27), éste es el regalo más grande que podemos haber recibido, ser llamados hijos.
¿Cómo puedo entender todo esto?
La Palabra de Dios nos revela quiénes somos, y Él se hace claramente visible en todo. Como Padre Él desea compartir con nosotros mucho más de lo que nosotros podamos imaginarnos, sé que el Señor quiere darnos a conocer cosas maravillosas (Jeremías 33:3).
“Dios nos presta atención y nos mira como quien está orgulloso de sus hijos. Cuando nos sentimos amados de esta manera fortalecemos nuestra comunión con él”.
Y aunque suene aburrido para muchos, para tener comunión con Dios es necesario orar y leer la Biblia. Eso es todo. Y si esperabas un método de comunión novedoso quiero recordarte que no es una práctica antigua, me ha funcionado a mí desde que nací de nuevo y a todas las personas de fe que conozco, no hay espacio para dudas o excusas.
Somos nosotros quienes debemos darle el toque especial en hacer de esa relación nuestro momento más esperado y que podamos disfrutar del Señor. Personalmente amo demasiado hacer cosas significativas para mi tiempo con Él, y te cuento más, hace unos meses comencé a escribir mis oraciones en un cuaderno.
Sé que leeré esas mismas hojas en algunos años y las estaré viviendo porque no hay oración que no tenga respuesta. Esta es una de las maneras en las que puedo comunicarme con él, tú también encontrarás las maneras, Dios amará cualquier forma en la que te expreses, donde puedas hacer oraciones especiales y por supuesto disfrutar de su Palabra.
Leí hace unos días una pregunta que es oportuna para meditar en este tema: ¿Cómo es que queremos pasar la eternidad con Dios y no tenemos tiempo para Él en la tierra? En los comienzos de nuestro caminar en Cristo la emoción, el asombro y el gozo es muy evidente y no es para menos porque de estar en la oscuridad pasamos a su luz, de vivir una vida sin esperanza pasamos a ser personas llenas de fe, ahora nos reímos hasta en la adversidad.
Dios se refleja en nuestros ojos, nos llena nuestro interior y todos pueden verlo en nosotros, siendo así, me ha tocado escuchar palabras como las siguientes: “¡Estás viviendo tu primer amor! Ya pasará”.
Este tipo de comentarios me ilustran un escenario con bomberos apagando un fuego. Pero créeme, no es tonto ser apasionados por el Señor, no es ridículo, tampoco es una temporada. Relacionarnos con el Señor no debe incluir «ya pasará». Seamos sabios no dando espacio a esos pensamientos.
El Señor desea que amemos su presencia cada día porque Él nos ama todos los días, no hay día en el que él diga, “hoy no estoy para hablar ni responder oraciones”.
¡No! nada de eso; su presencia está disponible 24/7. Los ocupados somos nosotros, los que estamos llenos de cosas no urgentes somos nosotros, quienes dejan para después los tiempos con Dios somos nosotros y, en consecuencia, cuando vengan los tiempos de cambios si no permanecemos conectados a Él, las situaciones nos afectarán.
Esto no es noticia, tenemos en claro que los días de desánimo, tristeza, frustraciones, soledad, pérdidas y dolor los experimentaremos porque la Biblia ya nos anticipa “tendrán aflicciones”, la mejor parte es que para nuestra seguridad el Señor estará también en esos días (Mateo 28:20).
Él está presente, pero ¿Por qué a veces no sentimos que estuviera con nosotros?
Lee conmigo Isaías 45;15 Tú, Dios y Salvador de Israel, eres un Dios que se oculta.
Cuando nuestros caminos parecen oscurecer, cuando aparece la ansiedad hacia el futuro, cuando no vemos un horizonte claro y nos preguntemos qué está haciendo el Señor, debemos entender que esos momentos son oportunidades que tenemos para estar más firmes que nunca, de lo contrario podría afectar nuestra fe y podríamos sentirnos un poco como Job: Mis días van pasando, mis planes se frustran junto con los anhelos de mi corazón, Job 17:11.
Querido lector o lectora, no sé cuál es tu edad, pero sé que hay sueños en tu corazón y vives cada día deseando cumplirlos, eso está muy bien, el mayor desafío es disfrutar el camino sin perdernos el hoy. Recordemos que la Biblia nos enseña: Busquen al Señor mientras se deje encontrar, llámenlo mientras esté cercano, Isaías 55:6.
Oro profundamente para que en el recorrido podamos mantenernos cercanos a Dios, sin desenfocarnos ni olvidarnos de la gracia en la que vivimos.
Aprendamos a entender verdaderamente que lo más importante para relacionarnos con él, simplemente es «mantener la conversación». Esta fue la razón por la que fuimos creados, para tener comunión con Él, hablar con Él y también escuchar lo que el Señor nos dice. Nos revelará cosas de su corazón, nos mostrará sus diseños, sus planes, sus ideas, seremos testigos de los resultados y veremos cumplir su palabra.
Mantener la conversación es mucho más sencillo de lo que creemos, Él lee nuestras lágrimas, entiende todas nuestras intenciones, sabe interpretar lo que no podemos verbalizar. Es la relación más honesta, profunda y hermosa que podamos tener en esta vida y en la eternidad, nada le podemos ocultar. Mantener la conversación con Él es estar conscientes de esto, Él se nos revelará a nosotros en lo cotidiano. Y mientras más conozcamos su palabra, Él tendrá cómo recordarnos lo que está en su corazón.
Dios lo hizo todo, nosotros no tenemos que hacer nada más que hacerlo parte de nuestras vidas manteniendo la conversación con él.
Dios te bendiga y te abrace cada día.