El calor excesivo de diciembre, las comidas altas en azúcares, el alcohol, el ritmo acelerado para preparar las reuniones familiares y otros factores son clave para generar deshidratación en nuestro cuerpo. Durante las fiestas estamos más expuestos a este riesgo y hoy te contamos cómo prevenirlo.
Navidad, reuniones, cenas, desayunos y casi cualquier pretexto será bueno para despedir el año. Con todo esto, nuestros horarios y hábitos se verán modificados y nuestros patrones de hidratación también. Comenzamos a cambiar nuestra alimentación y también los líquidos que consumimos: muy probablemente dejarás de beber tanta agua como solías hacerlo para sustituirlo por café, té, jugos o alcohol.
Durante fin de año, gran parte de la población ingiere cantidades muy superiores de alimentos y bebidas altamente calóricos a la media general del resto del año. Esta alimentación poco equilibrada viene también asociada, en muchos casos, a una reducción de la actividad física, lo que agrava el riesgo de sobrepeso y de acumulación de sustancias nocivas en nuestro cuerpo.
Consejos prácticos
Hoy, junto con la licenciada en Nutrición Paula de Prado (@dp.nutricion), te ayudaremos a equilibrarte durante la temporada festiva.
La deshidratación en las fiestas suele ser muy común ya que a las altas temperaturas, que generan aumento de la sudoración y pérdida de agua, tenemos que sumarle el incremento en el consumo de bebidas alcohólicas y bebidas muy azucaradas. El alcohol afecta la actividad renal, propiciando la pérdida de líquidos, además de aumentar el trabajo del hígado. Por esto es por lo que nos sentimos mal luego de una comida abundante sumada al consumo de bebidas alcohólicas.
Existen distintos tipos de deshidratación, pero en general, cuando perdemos agua, los síntomas más comunes son sed, sentir la boca seca o pegajosa, orinar menos y de un color amarillo oscuro, la piel se reseca. Aparece un fuerte dolor de cabeza, cansancio y hasta incluso pueden aparecer calambres musculares.
El organismo necesita agua para su correcto funcionamiento, y nos permite mantener la correcta temperatura del cuerpo y el volumen sanguíneo, cuando baja la cantidad de líquido del cuerpo, estas funciones se alteran, produciendo las consecuencias antes mencionadas.
¿Qué hacemos entonces para cuidarnos y prevenir malestares durante las fiestas? Paula nos indica que lo más importante es beber líquidos durante el día, priorizando siempre el agua. También se pueden incluir jugos naturales, limonadas, “pomeladas” o bebidas infusionadas (con menta, pepino y/o sandía, por ejemplo), infusiones como el té, café, mate y tereré no deshidratan mientras que no abusemos de ellos.
También comer frutas y verduras frescas que tienen elevado contenido de agua, tratando de incluir por lo menos 5 porciones entre ambas. Las cantidades dependen de la alimentación en general y los requerimientos individuales, pero como recomendación general, hay que tratar de beber entre 6-8 vasos de agua al día.
Durante fin de año estaremos muy concentrados preparando los alimentos para las mesas familiares, por lo que tendemos a olvidarnos de nuestra alimentación e hidratación general. Un tip, es conveniente siempre tener una botella cargada con agua a mano para que, aunque sea por reflejo, nos vayamos refrescando durante el día.
Lo que no tenemos que perder de vista es que las fiestas son días de celebración, por lo que es bueno correr la mirada de la comida y darle espacio al disfrute, tanto si vamos a compartir un momento en familia, con amigos o solos.
Paula nos cuenta que, como consejo general, hay que evitar los ayunos. Estar todo el día sin comer o comiendo poquito hace que al llegar la noche el hambre nos pueda llevar a un exceso y a luego sentirnos mal. A mayor restricción, mayor exceso, por eso es importante tratar de respetar las comidas principales, hacerlas livianas y priorizar alimentos de calidad.
Si hay alguna comida que te gusta más, ya sea dulce o salada, tratar de anticiparse a eso e identificar una porción con la que te vas a sacar las ganas. Se trata de elegir lo que uno quiere comer en ese momento y entender que siempre se puede volver a comer lo que a uno le gusta al otro día, por lo que no hay necesidad de comerse todo en una noche.
En cuanto a las comidas y calor, para el hemisferio sur es muy importante entender en qué época del año celebramos y cuidar nuestro organismo acorde a eso. Es necesario priorizar la ingesta de bebidas sin alcohol, tratando de reservar las que sí lo tienen para el brindis. Disminuir el consumo excesivo de bebidas con azúcar, entre ellas gaseosas y aguas saborizadas.
Tratemos de evitar comidas muy abundantes, altas en grasas o muy picantes; incorporemos los platos fríos y ensaladas, no solo de lechuga y tomate o de papa y huevo, sino busquemos alternativas, como la ensalada griega, la ensalada Caesar o Waldorf, para darles más protagonismo. Definitivamente, Paula nos desafía a ser creativos a la hora de armar nuestra mesa navideña.
No es necesario obsesionarse con los nutrientes sino tratar de aumentar el consumo de alimentos de calidad, frescos y poco procesados. ¿Quiénes entran en este grupo?: hortalizas, vegetales, legumbres, cereales como pastas y arroz, preferentemente integrales, quesos, huevos y carnes magras (pollo, vaca y cerdo) y tratar de moderar el consumo de alimentos muy altos en sodio como los fiambres y los snacks.
Aun así lo más importante es disfrutar de las preparaciones caseras que solemos incluir en esta época. Por lo pronto miremos las fiestas como un punto de encuentro con aquellas personas que queremos, con familia que quizás vimos poco en este año y tratemos de disfrutar el momento siendo conscientes de lo que ingerimos.
Y para los que las pasan solos, es válido buscar algo que los conforte y acompañe, no solo desde lo alimentario, sino alguna actividad, películas, series o usar la tecnología para conectarse con los seres queridos y tratar de terminar este año tan distinto de la mejor manera. ¡Felices fiestas!