Él siempre está hablando, pero nosotros no siempre estamos atentos; necesitamos orar, porque la oración es nuestra comunicación con él. 

Jesús dijo: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”, Juan 10:27 Reina-Valera 1960 (RVR1960).

Necesitamos reconocer su voz. Y Dios no siempre habla de la misma manera, o con los mismos medios. Jesús, por ejemplo, hablaba en parábolas, que vienen a ilustrar verdades espirituales. Pero lo hizo para que la gente no las comprendiera al instante, no sea que el hacerlo los convirtiera en personas llenas de orgullo. No fueron contadas para revelar inmediatamente sus verdades, sino para dejarlas veladas. Así dice Mateo:

Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado. Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. Por eso les hablo por parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden”, Mateo 13:10-13 Reina-Valera 1960 (RVR1960).

Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven; y vuestros oídos, porque oyen”, Mateo 13:16 Reina-Valera 1960 (RVR1960).

Dios esconde sus palabras para el hambriento de ellas y para el humilde de corazón. Sin dudas el entendimiento está escondido del arrogante. Así lo dijo el Señor:

“En aquella misma hora Jesús se regocijó en el Espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó”, Lucas 10:21 Reina-Valera 1960 (RVR1960).

¡Así le agradó a Dios! Esconder verdades para que hoy las descubras. Él está hablándote ahora mismo, ¿estás escuchando? ¿Y si tiene algo escondido para nosotros hoy? Si miramos a los profetas del Antiguo Testamento podemos llegar a pensar: “¡Ojalá Dios me hablara así!” Pero Jesús dejó en claro que los que nacen de nuevo tienen una gran ventaja sobre los que vivieron el antiguo pacto, porque el Espíritu ahora está en ellos.

“Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron”, Mateo 13:17 Reina-Valera 1960 (RVR1960).

Dios sigue hablándonos. ¿Estás escuchando? Porque habrá una batalla a tu alrededor. Una batalla de ruidos. Y cuando finalmente distingas la voz de Dios, el enemigo siempre querrá venir a robarte lo que hayas escuchado.

La parábola del sembrador dice:  “Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones” Marcos 4:15 Reina-Valera 1960.

¡No permitas que nadie te robe el poder oír la voz de Dios! ¿O será que estuviste escuchando otras voces? 

Qué voces escuchamos

Hay por lo menos tres lugares de donde puede provenir la voz que estamos escuchando:

  1. Nuestra propia voz: Es cierto que somos seres humanos con sentimientos, con una mente y con la posibilidad de ejercer nuestra voluntad. Pero, en esencia, somos espíritu, y allí podríamos estar oyendo nuestra propia voz. 
  1. La voz del enemigo: Así como Satanás intentó en varias ocasiones influenciar a Jesús, intentará hoy hablarte y convencerte. 
  1. La voz del Espíritu Santo: Es Dios mismo hablándonos en nuestro ser interior; con él podemos construir una relación (y debemos) para conocer más de Jesús.

Reconocer la fuente de la voz que oímos es nuestro trabajo. Y con la práctica cada vez reconoceremos más su voz. ¿Tomará tiempo? Sí. Discernir qué espíritu estamos oyendo no es fácil, pero con la práctica podemos hacerlo. Hoy es un buen día para pasar más tiempo con Dios y escuchar su voz, y es con la experiencia que lo vas a reconocer. ¡No temas! Dios sigue hablando. ¿Estás escuchando? Tenemos que acercarnos a él con fe, creyendo. Él está determinado a hablar; nos toca ponernos a oír.