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Cómo entrenar a nuestros hijos en el verdadero propósito

La mayoría de nosotros, los cristianos, tenemos centrada nuestra relación con Dios en Su provisión, en los beneficios personales que podamos recibir, en vez de centrarnos en Su Propósito Eterno.

Y lo más triste es que esto se lo transmitimos a nuestros hijos. Si en algún momento aparece la palabra propósito en nuestras vidas, no se refiere al propósito de Dios, sino a los nuestros. Son nuestros propósitos “para Él” y no Su Propósito Eterno para nosotros y nuestra familia.

Cuando no conocemos ni entendemos el Propósito Eterno de Dios en Cristo (el cual se nos revela en la hoja uno de las Escrituras) ni nuestra participación en ese propósito, tristemente terminaremos con una vida dedicada a vagar en el desierto de las opiniones y realidades infructuosas de la vida temporal humana.

Por eso se vuelve urgente entender que al vivir la Vida de Cristo estaremos alineados a la Verdad, y sin lugar a dudas el propósito eterno será parte de nuestra realidad. Es necesario comprender que el Evangelio siempre fue y será una Persona: Cristo.

«Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, apartado para anunciar el evangelio de Dios, que por medio de sus profetas ya había prometido en las sagradas Escrituras. Este mensaje habla de su Hijo, quien según la naturaleza humana era descendiente de David, pero según el Espíritu de santidad, fue designado con poder Hijo de Dios por la resurrección. Él es Jesucristo nuestro Señor.»
Romanos 1:1–4 (NVI)

El Evangelio es una sustancia que incluye un mensaje, pero es mucho más que un mensaje, conceptos estáticos o liturgias religiosas. Es una Vida. Quien vive a Cristo entra en la sustancia donde todo es hecho nuevo. No como algo cronológico, sino nuevo según la naturaleza de Dios.

Hacer la voluntad de Dios es ahora nuestra naturaleza. Lo hace Cristo en nosotros. Por eso es tan necesario crecer en el entendimiento de la Vida que portamos y dejar que el Espíritu Santo haga crecer esa Vida en nosotros.

Nuestra vida ahora es Cristo. ¿Qué significa esto entonces? ¿Que ya no vamos a estudiar, trabajar ni emprender? ¡Todo lo contrario! Lo hacemos, pero con el entendimiento correcto. Todo lo que hacemos es para ser la expresión de Cristo y como medio para obtener recursos para colaborar con el avance del Evangelio en la tierra.

Nuestro propósito es ser una expresión de Cristo en todo lugar, dando así a conocer al Padre, porque Él es la imagen del Dios invisible y ahora vive en nosotros.

El señorío de Cristo pone una urgencia en nuestro espíritu por lo eterno, por la siempre presente realidad de Dios. Mi vida ya no es mía, sino suya. Mi comunión es con el Hijo.

«Todos también comieron el mismo alimento espiritual y tomaron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que los acompañaba, y la roca era Cristo.»
1 Corintios 10:3–4

Participar de Cristo es participar de su naturaleza como vida real en nosotros.

Nuestros hijos, nuestra familia, necesitan entender y comprometerse con esto. El pasado, mis errores o el lugar donde nací no sentencian mi destino y propósito. Todo lo que Dios hará es por Su Hijo.

Si queremos ser familias que multiplican lo eterno, necesitamos entender en familia al menos tres asuntos:

  1. Qué es el propósito eterno.
  2. En qué Pacto hemos nacido.
  3. Qué es el Evangelio.

Al indagar juntos sobre esto y buscar la revelación de Dios, seremos familias con propósito.

A lo largo de las Escrituras, vemos que fuimos llamados a comer del árbol de la vida que es Cristo (Él es el maná del cielo, el pan de vida) y manifestar sus frutos a la humanidad.

En el Edén, Dios los llamó a multiplicarse. Allí estaba todo ordenado y resuelto. Estaban en reposo y el centro de todo era el árbol de la vida: Cristo.

Este llamado sigue y siempre estará vigente: ¡Familia, multiplícate! Ese es nuestro propósito: expresar y multiplicar la Vida que nos fue impartida.

Seamos familias que expresan y multiplican lo eterno.

David Firman
David Firman
Psicólogo egresado de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina. Profesor de Enseñanza Media y Superior en Psicología, egresado de la Universidad Nacional de Rosario. Terapeuta Familiar. Bachiller en Teología, egresado en el año 2001 del IETL de Rosario. Pastor en CTHTN Rosario y zona. Escritor y Conferencista.

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