De nuestros padres aprendimos la importancia de la oración y el ayuno, ellos nos enseñaron con el ejemplo el poder que hay en el acuerdo.
Este es un principio que Jesús le transmitió a Sus discípulos: “También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará” (Mateo 18:19).
Como iglesia, al principio de cada año tomamos tiempo para orar, ayunar y buscar a Dios con intensidad. Desde hace varios años, en enero ayunamos 21 días para consagrar al Señor nuestras vidas porque queremos ver Su gloria y que la unción del Espíritu Santo se manifieste, creemos que el ayuno es un arma espiritual de liberación para que las cadenas se rompan, tal como lo dice Isaías 58:6: “¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo?”.
Entendemos que es tan importante la oración en el cuarto íntimo como lo es el clamor unánime del pueblo en el templo, sentimos que eso cambia la atmósfera, nos da una voz de autoridad, guía nuestras palabras y las unge para que eso que proclamemos traiga real transformación. Al juntarnos, le entregamos al Señor el año y le consagramos nuestras vidas porque Él es más importante que la comida y que satisfacer el cuerpo; el sacrificarnos y no comer por algunos días o algunas delicias es parte de nuestra extrema adoración en la que le entregamos todo al Señor (Romanos 12:1).
“En la presencia del Señor no hay necesidad de ninguna cosa”
Omar Cabrera, Pastor de Iglesia Visión de Futuro Nacional
Cuando vamos a Su presencia, nos ponemos bajo el abrigo del Altísimo, tomamos lo que precisamos y recuperamos lo que el diablo nos haya robado. En esos días gloriosos apartados para la intimidad con Dios transitamos una etapa de arrepentimiento, santificación y libertad, Él nos purifica y pule para usarnos como Sus instrumentos.
Con mi esposa compartimos la base bíblica y le damos a la iglesia los motivos para que, desde temprano, todos desde casa oremos enfocados en un mismo objetivo, y por lo general, en las noches nos reunimos para orar juntos teniendo presente la actitud destacada en 2 Crónicas 7:14: “si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”.
Estas tres semanas traen refrigerio a los que comenzaron el año cansados, agotados física o emocionalmente; se fortalece el espíritu, la fe y las emociones. Uno llega al fin de los días de ayuno con fuerzas sobrenaturales, como un guerrero al que nada lo detiene. A su vez, le estamos dando al Señor las primicias del año, le decimos que Él es lo más importante; lo honramos buscando primeramente Su reino de Dios (Mateo 6:33), y convencidos de que Él es el Padre de las luces, la fuente de bendición, fortaleza, revelación, poder, sabiduría y favor (Santiago 1:17).
Aunque físicamente nos privemos de algunas comidas, nos alimentamos del Pan de Vida. Jesús dijo: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre” (Juan 6:35a). Vamos a Jesús, comemos de Él, nos saciamos y tenemos para compartir con otros. Durante el ayuno nos alimentamos espiritualmente para el año que recién se inicia, son días de hambre espiritual, de Su Palabra y de oír la dirección del Espíritu. Jesús dijo: “Escrito está: no solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios (Mateo 4:4).
Al ayunar y declarar el rhema que el Señor nos da como iglesia, le marcamos el rostro al año como congregación, porque esa palabra es una directriz para dirigirnos en los propósitos por Él trazados a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás (Efesios 2:10). Este 2022 proclamamos “Año de jubileo” pues estamos cumpliendo 50 años, por esto oramos y ayunamos para que sea un año de restitución, reconciliación y en el que nos convirtamos en proclamadores de buenas noticias.
«Siempre es un desafío conocer al Señor más íntimamente y es un compromiso que asumimos con alegría, así que nos sensibilizamos al Espíritu para oírlo más claramente»
Omar Cabrera, Pastor de Iglesia Visión de Futuro Nacional
Cada vez que nos unimos en un mismo espíritu y propósito, eso nos unifica y acerca los unos a los otros y al Señor. Hemos comprobado que algo pasa cuando hacemos un evento a nivel nacional; se produce una sinergia donde 1 + 1 no es 2, todo se potencia; y ese avivamiento espiritual individual sumado a la unidad del cuerpo de Cristo genera poder, que nos amemos los unos a los otros y trabajemos juntos para la extensión del Reino.