Al momento de congregarnos, juntos como iglesia, hemos escuchado con frecuencia frases como “Bueno, ahora vamos a entrar en un momento de adoración”. Lo cual, probablemente, nos remite a “las canciones lentas”. Ahora, ¿es esto bíblicamente correcto? Si bien el libro de los Salmos, en su mayoría es musical y utiliza las palabras alabanza y adoración reiteradas veces.
podemos encontrar en la Palabra de Dios la importancia de ver la adoración como algo mucho más profundo que canciones o música.
La música, en sí misma, tiene una increíble fuerza espiritual. Es una herramienta divina que Dios mismo nos entregó para que todo lo creado por Él encuentre conexión y lenguaje para remitirse a su creador. Pero qué triste sería si las personas que no tienen dones o habilidades musicales quedaran relegadas de poder adorar al Señor. Y no es así. La adoración es algo más profundo.
Entonces, ¿qué es la adoración?
Jesús lo definió de una excelente manera para nosotros en Juan 4:23-24:
«Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad.»
Hay otras dos porciones de la biblia que clarificaron mucho para mí el concepto “en espíritu y en verdad”. Una se encuentra en Salmo 51:15-17:
Abre, Señor, mis labios, y mi boca proclamará tu alabanza.
Tú no te deleitas en los sacrificios ni te complacen los holocaustos; de lo contrario, te los ofrecería. El sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú, oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y arrepentido.
Y la otra en Juan 17:17: “Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad”.
La posición de mi corazón frente a Él determina mi adoración
¡Estas son muy buenas noticias! Si no sabes cantar o tocar ningún instrumento puedes ser un adorador. La adoración no tiene que ver con “algo” sino con “alguien”. Nuestras acciones, nuestro carácter, nuestras decisiones, nuestros pensamientos, nuestras prioridades; todo esto define qué clase de adoración a Dios estoy teniendo.
Estamos en tiempos donde necesitamos ser radicales en esto. Tiempos donde necesitamos, constantemente, tener nuestros ojos puestos en Jesús, contemplarlo a Él. Hay una pregunta ahora para vos que estás leyendo: ¿Qué clase de adorador estoy siendo?
Durante mucho tiempo yo pensé que mi adoración se definía por mi intencionalidad en algún momento de música, en la iglesia, pero con el tiempo entendí que mi admiración y mi amor por Jesús era un estilo de vida de adoración.
Introducirlo a Él en cada parte de mi día, mi trabajo, mis estudios o momentos donde estoy con amigos o quizás solo. Hacerlo parte a Él de todo lo que hago y darle el lugar para que Él sienta placer de estar conmigo las veinticuatro horas, eso es adoración. La puerta está abierta. Jesús está cerca. Amémoslo con todo nuestro corazón y que nuestra pasión nos guíe todo el tiempo a su presencia.