Esta problemática sigue siendo tabú en nuestras filas, y esta convocatoria propone hablar sobre salud mental y espiritualidad.
Ya hemos visto, a nivel social, los daños que causó el silencio a lo largo de la historia en temas relacionados con diversas condiciones humanas, creyendo equivocadamente que hablar podría provocar que otros también lo hicieran. Esta fue una de las principales razones por las que durante mucho tiempo no se habló de prevención del suicidio, de las adicciones y de la violencia.
Son numerosos los motivos que llevan a las personas al silencio: rechazo, abandono, humillación, traición, injusticias, abusos, pobreza, marginalidad y ausencias, entre algunas de las múltiples causas que podríamos mencionar.
A su vez, quienes sufren este tipo de situaciones, con frecuencia, tienden a entregarse a esa realidad, y ese abandono se traduce en diversas acciones u omisiones que prolongan el malestar, agravando el problema y aumentando su complejidad.
El salmista David llegó a decir: «Mientras guardé silencio, mis huesos se fueron consumiendo por mi gemir de todo el día».
Salmos 32:3 NVI
Todos necesitamos expresar lo que pensamos, lo que sentimos, lo que nos duele, aquello que nos afecta, lo que nos hace mal. Cuando lo silenciamos, ese malestar aumenta, pronunciando la herida, afectando nuestro espíritu, alma y cuerpo.
Necesitamos hablar y decir lo que nos duele. Necesitamos que nos escuchen, que nos miren a los ojos, que nos abracen y nos acompañen en el proceso hasta encontrar la salida, la sanidad, la recuperación, la transformación, hasta alcanzar la resiliencia.
El Congreso «Rompiendo el Silencio» es una propuesta de capacitación para obtener los conocimientos necesarios y poder prevenir problemáticas psicosociales desde un enfoque integral. Habrá profesionales de diversas disciplinas de la salud, las ciencias sociales y la espiritualidad que proporcionarán herramientas para mejorar las prácticas de cuidado.
Es importante que como sociedad tomemos conciencia de que las personas necesitan expresarse y es por eso que resulta fundamental que, como adultos responsables, líderes, pastores, educadores, profesionales y, cualquiera sea el rol que ocupemos en la comunidad, trabajemos para generar espacios donde las personas puedan expresarse y podamos acompañar su proceso.
Está claro que romper el silencio no es fácil, pero más difícil es vivir con él.
Debemos generar espacios de diálogo y escucha, y poner estos temas sobre las mesas que integramos, ofreciendo conocimiento responsable para adelantarnos a las problemáticas y llegar a tiempo. Sabemos que prevenir es amar.