La divertidísima película italiana cuenta la extraordinaria ocurrencia de Giorgio Rosa. Este ingeniero decide crear su “propio mundo” y pretende vivir bajo sus propias reglas. Lo más sorprendente de este film es que está basado en una historia real.
Sinopsis
En la década del sesenta, Giorgio Rosa, un ingeniero boloñés de 40 años, tuvo la asombrosa y desopilante idea de construir su propia república, con el fin de poder vivir bajo sus normas personales. Para ello montó una plataforma artificial en aguas abiertas e internacionales del mar Adriático, fuera de la jurisdicción territorial de Italia, y proclamó allí un estado independiente el 1 de mayo de 1968.
Esta micronación, diseñada y financiada por Giorgio, contaba con una superficie de 400 m2 y se alzaba a 26 m del lecho marino mediante pilotes de acero huecos. Estaba ubicada a 12 km de la costa más cercana que pertenecía a la ciudad italiana de Rímini, lo que significaba que estaba fuera del control de sus autoridades.
En ese lugar, el ingeniero planificó un gobierno propio, una moneda, una edición de estampillas y un idioma oficial, el esperanto. En esos pocos metros cuadrados construiría un restaurante, un bar, una tienda de recuerdos e, incluso, una oficina de correo.
Al gobierno italiano le disgustaba que la Isla de las Rosas se hubiera hecho sin permiso estatal, que se beneficiara del turismo y evitara leyes fiscales del país. Giorgio sostenía que no había violado ninguna ley al construirla.
La isla representaba todo un símbolo de libertad para este ingeniero y para muchos jóvenes del norte de Italia. Justo en aquel año se estaba desarrollando el famoso Mayo Francés: una serie de protestas estudiantiles donde se luchaba contra una sociedad consumista, el capitalismo y el imperialismo, desautorizando todo tipo de organización política y social de la época.
El 24 de junio, apenas cincuenta y cinco días después de haberse declarado a la plataforma como isla independiente, el gobierno italiano envió fuerzas militares al lugar para asumir su control e intentar destruirla.
Esta insólita y alocada obra requirió una gran cantidad de conocimientos técnicos para llevarla a cabo, como señala Lorenzo Rosa, el hijo de Giorgio. «Mi padre era una persona muy precisa, detallista y organizada. Un ingeniero en un sentido casi alemán de la palabra. Excepto por esta pequeña vena de locura que lo llevó a querer construir una plataforma para sí mismo, y luego convertirla en un estado fuera de las aguas territoriales, lo que lo convirtió en el príncipe de los anarquistas», agrega.
Esta comedia dramática, a diferencia de otros films italianos, poco tiene de exagerada. Los hechos ocurrieron tal como se describen. Tiene una duración de 117 minutos y podes verla en Netflix. ¡Seguro te va gustar!