En estos años, que venimos haciendo diferentes tipos de shows de humor improvisado, podemos decir que es una gran herramienta. Vemos cómo las personas llegan al lugar del evento —algunas veces cansadas, con mal humor, con prejuicios, fastidiosos, obligados, sin ganas— y al transcurrir la presentación se les transforma la cara. Se relajan, se olvidan de cómo llegaron, empiezan a disfrutar, se les dibuja una sonrisa y son permeables a lo que sucede en la escena.
Podemos decir, con plena convicción, que el humor sana el alma y hace parte a todos. En los momentos más tensos, queremos llorar. Pero finalmente, nos reímos de la desgracia. Lo vimos en la cuarentena, cuando los videos de humor hacían que nos podamos divertir, reflexionar y dar nuestra opinión.
La llave maestra que abre puertas
Algo que nos marcó fuerte para ver al humor como un agente de cambio fue cuando al terminar uno de nuestros shows de improvisación, una señora se acercó a nosotros llorando. Todo había salido de maravilla, la gente se había reído a carcajadas y nosotros nos sentimos felices del show que brindamos ese día. Pero ¿por qué la señora se acercó llorando?
Lloraba de felicidad, ya que su esposo, que estaba participando del encuentro, se reía sin parar y disfrutaba cada chiste, era parte de lo que estaba pasando en el aire. La señora nos contó que él hacía mucho que no reía ni se quería poner las zapatillas para salir, todo por una enfermedad severa que lo aquejaba.
Cuando nos señaló a su marido con el dedo, vimos una persona feliz que se relacionaba con los demás con una sonrisa fresca en el rostro, algo cambió por un momento en su vida y sabemos que no fuimos nosotros, sino el poder de Dios en el humor espontáneo, respetuoso, sano y participativo.
El buen humor es una llave maestra que abre puertas, no solo en los shows, sino en la vida diaria: amistades nuevas, empatizar con el prójimo, ascensos en el trabajo, un matrimonio amoroso, ser padres y madres cercanos y la lista sigue. Piensen un instante, ¿les gustaría tener al lado a alguien de mal humor todo el tiempo? ¿Somos nosotros mismos los que están del mal humor?
Como humoristas, los invitamos a que cambiemos la forma de ver las cosas, para que sean un poco más positivos cada día, disfrutando de lo que nadie puede o quiere disfrutar. Salgamos de nuestro lugar de triste cómodo, improvisemos que está bueno, y a Dios le encanta vernos sonreír. Aceptemos propuestas que nos llevan a otro lugar, rompiendo con la monotonía de la vida, para dibujar una sonrisa a un perfecto desconocido. Porque, cuando las risas se cruzan ¡somos más que amigos! Y el milagro puede suceder.