mail

Suscribite a nuestro boletín

¿Quién fue Martin Luther King? La historia detrás de la leyenda

Hace 55 años, una mañana del 4 de abril en algún lugar de Memphis, Estados Unidos, se oye un estruendo, más específicamente un disparo. No fue una bala perdida; ese proyectil tenía un encargo, y fue arrebatar la vida del reverendo Martin Luther King.

¿Pero por qué alguien querría matar a un pastor bautista?

Bueno, el Sr. King no fue simplemente un ministro que daba un mensaje semanal o solo pastoreaba su grey. Este hombre “de color”, como suelen decir en Norteamérica, fue alguien que luchó pacíficamente por los derechos civiles en una época en que el racismo era parte de la normativa de la sociedad estadounidense. Mucho peor que ahora, créame. 

La canción de U2, Pride, responde muy bien este interrogante: “uno más en el nombre del amor”. Cuestiona cuántos más tienen que morir por una causa noble. ¿Acaso Cristo no fue suficiente? 

Y Martin Luther King lo deja bien en claro en su último discurso: “Como cualquier persona, me gustaría vivir una vida longeva, pero eso no me preocupa ahora; prefiero hacer la voluntad de Dios”. Este hombre sentía el peso de su muerte sobre los hombres, horas antes de ser asesinado. 

La pregunta sigue sin ser resuelta: ¿Por qué lo mataron? 

El reverendo fue uno de los propulsores más importantes, en la década de los sesenta, de la igualdad, la justicia social y la lucha contra el racismo, cuando eso implicaba ser apresado, violentado, y los derechos, vulnerados de manera injusta

Es importante saber que todo tiene un génesis. En 1955, año bisagra, tuvieron lugar una serie de hechos que ocurrieron encadenadamente y marcaron un antes y un después en una lucha histórica que sigue hasta el día de hoy. 

Violencia injustificada hacia las personas de color

En ese año asesinaron a un joven de 14 años, Emmet Till, por hacerle un cumplido a una chica blanca. Fue linchado y quemado públicamente por personas racistas. Ese mismo año, mataron al reverendo, activista y empresario George W. Lee. Semanas después, apareció muerto otro defensor de los derechos civiles, Lamar Smith. 

Diciembre de 1955

La gota que rebasó el vaso fue el caso Rosa Parks. Esta mujer negra se negó a cederle el asiento a un “blanco”, en una época en que las personas de “color” tenían que sentarse a lo último del bus. Parks, sin titubear, contestó ante ese hecho denigrante: “Estoy cansada, me quedaré aquí”. Eso fue suficiente para que la policía la encarcelara de inmediato. 

Es en ese entonces que aparece Martin Luther King, un pastor joven idealista de tan solo 26 años, que realiza una protesta contra las compañías de buses que duró 386 días y que condujo al reverendo a prisión por ser un incitador del reclamo social. 

Durante más de un año, “este boicot” se realizó de manera pacífica. Las personas de color organizaron un sistema de viajes compartidos, o bien iban a pie hasta sus lugares de trabajo, sin importar la distancia; se llegó a registrar que muchos obreros caminaban mas de 30 km por día. Esta acción prolongada puso al pastor bautista en el centro de la mira. El FBI ahora lo seguía de cerca. 

Durante todo ese período, King y sus colegas sufrieron actos de vandalismo en sus casas e iglesias. El movimiento racista más importante de Estados Unidos, el Ku Klux Klan, persiguió y hostigó de manera violenta a todos aquellos que protestaron de manera pacífica. 

Martin también fue inspirado por Ghandi en cuanto a realizar manifestaciones sin recurrir al odio, y logró persuadir a su gente a no responder mal por mal sino seguir el camino de la “no violencia”. En este punto, se diferenció de otros colegas contemporáneos, como el musulmán “Malcolm X”, también asesinado por pelear por los derechos civiles de sus compatriotas. 

Martin Luther King y «Malcon X»

Una carta, un legado

Durante más de una década, el activista y ministro King sufrió más de cincuenta atentados contra su persona. En 1962, fue encarcelado por varias semanas en Birmingham, Alabama, epicentro de la segregación racial, pero nada detuvo su determinación, y mientras permanecía aislado, escribió una carta extensa para toda la comunidad cristiana de occidente.

Acá, un fragmento de la epístola: 
Demasiado a menudo, la Iglesia contemporánea tiene una voz débil e intrascendente, de sonido incierto. Demasiado a menudo, se manifiesta como acérrima defensora del statu quo. En vez de sentirse perturbada por la presencia de la Iglesia, la estructura de poder de una típica comunidad se beneficia del espaldarazo tácito —y a veces explícito— de la Iglesia a la situación imperante.

Pero el juicio de Dios se cierne hoy sobre la Iglesia más que nunca. Si la Iglesia de hoy no recupera el espíritu de sacrificio de la Iglesia primitiva, perderá su autenticidad, hará que se desvanezca la lealtad de millones de personas y terminará siendo considerada un club social irrelevante, carente de sentido en el siglo XX. Todos los días me encuentro con jóvenes cuyo desencanto por la actitud de la Iglesia se ha convertido en auténtica indignación.

Martin Luther King en su discurso

Tengo un sueño

Meses después, en 1963, en el monumento de Abraham Lincoln, expuso su discurso más conocido hasta el día de hoy: “Yo tengo un sueño”, en el que más de 200.000 personas se reunieron para ser inspiradas y encendidas con las palabras punzantes del pastor Martin Luther King.

El impacto de su discurso dejó maravillado al presidente Kennedy, quien le preguntó de dónde sacó esas ideas sobre la libertad, a lo que King respondió, sin titubear: “De sus discursos, señor Presidente”.

Trayecto final

Luego de hacer una breve recorrida sobre los hechos puntuales más trascendentes de la vida del reverendo Martin Luther King, podemos observar que luego de dos décadas de activismo, mucha gente odiaba los discursos que pronunciaba porque los incomodaban y, sobre todo, por el nivel de influencia que estaba alcanzando. 

No solamente peleaba por abolir el racismo, sino que se pronunciaba en contra del salario injusto de los trabajadores y se atrevió a hablar en contra de Vietnam, situación que no era bien vista por el ejército y tampoco por el FBI, dirigido por el mismísimo J. Edgar Hoover, personaje siniestro en la historia norteamericana, quien años antes había desatado una serie de amenazas y hostigamiento contra King y su familia.

Las agencias de inteligencia vigilaban a este hombre de templanza de hierro y de determinación inquebrantable. Era una piedra en el zapato de muchos y debía ser quitada lo más rápido posible. Un hombre escuchado por las masas representaba un verdadero peligro para los poderes que adoctrinaban a una nación entera.

Último discurso

En medio de amenazas de bomba en el avión que iba a viajar, recomendaciones de que se resguardase por un tiempo y un temporal en curso, Martin Luther King Jr. decidió de todas maneras viajar de Atlanta a Memphis para cumplir su compromiso con sus hermanos afroamericanos del sector sanitario, que se encontraban de huelga reclamando la mejora de sus salarios.

La noche del 3 de Abril de 1968, Martin Luther King dio su último discurso, épico y extenso, en el templo masón (Church of God in Christ, Inc, sede mundial), pronunciando estas palabras emocionantes:

«Y bueno, yo no sé lo que pasará ahora; se nos vienen días difíciles. Pero de verdad, ahora no me importa, porque he estado en la cima de la montaña. Y no lo tomo en cuenta. Como cualquier persona, me gustaría vivir una larga vida. Pero eso no me preocupa ahora. ¡Yo solo quiero hacer la voluntad de Dios! Y Él me ha permitido subir a la montaña. Y he mirado, y he visto la Tierra Prometida. Puede que no llegue allá con ustedes. Pero quiero que ustedes sepan esta noche que nosotros, como pueblo, llegaremos a la Tierra Prometida!.

Así que esta noche estoy feliz; No hay nada que me perturbe; ¡Yo no le tengo miedo a ningún hombre! ¡Mis ojos han visto la gloria de la venida del Señor!

Asesinato:

Apenas terminó su oratoria, quedó exhausto y regresó a su hotel, en el que solo se podían alojar afroamericanos. Al día siguiente, se reunió por la mañana con un grupo de ministros y ayudantes para trabajar sobre la marcha en Memphis. Por la tarde, luego de bañarse, se vistió con traje y corbata para asistir a la cena organizada por su colega Samuel Billy Kyles, y al salir al balcón de su habitación, se oyó un disparo. Martin Luther King murió instantáneamente, tal como temía, de manera violenta e implacable. Tal como lo había predecido la noche anterior, aterrado, en su discurso. 

La respuesta a la pregunta del inicio

No mataron a un simple afroamericano, o un humilde pastor bautista o un elocuente orador. Asesinaron a un hombre temerario, convicto de sus ideas; alguien incorruptible, marcado por la misma vida de Cristo, que se sabía un servidor, un peregrino que estaba de paso. Y justamente esto lo hacía peligroso, porque no estaba atado a nada de este mundo. Mataron el envase, pensando que su lucha se iba a diluir, pero nunca entendieron aquellos asesinos que una semilla debe morir para dar frutos. 

Hoy su legado es mucho más poderoso. La porción de Cristo que manifestó en su época sigue traspasando las generaciones sin importar la religión que se profese. El reverendo Martin Luther King trabajó para que el Reino y su justicia se hicieran visibles en una sociedad violenta e injusta. La antorcha sigue esperando a hombres y mujeres que quieran seguir tomando la posta y no temer al hombre sino vivir para hacer la voluntad de Dios. 

Redacción
Redacción
La Corriente es una plataforma de contenidos digitales creados para informarte y edificarte. Nos proponemos difundir y promover la verdad eterna de Cristo en esta generación.

Otras

CRISTIANAS

hola
Enviar Whatsapp
error: Gracias por interesarte en las publicaciones de La Corriente, para su uso o difusión, por favor escribirnos a [email protected]