Básicamente porque fuimos educadas y educados para eso. ¿Qué estás diciendo Tam? Eso digo, que la cultura te educó para estar incómoda, incómodo, en tu propio cuerpo.
¿No te pasa que te miras al espejo y muchas mañanas no te apruebas, te empiezas a juzgar y criticar? Empieza el calor y tienes ansiedad porque no llegaste con el cuerpo del verano. ¿No dejaste de ir a alguna pileta porque te veías “mal” físicamente?
Si te pasa o te pasó esto alguna vez, tranquilo, estás dentro del 99,9 % de los seres humanos que no fuimos aprobados por nuestro propio censor. Ahora bien, ese censor que nos juzga, ¿de dónde aprendió a hacerlo? De todo lo que vemos y oímos a diario desde que nacemos.
El constante bombardeo de imágenes que recibimos desde que somos niños en publicidades, películas, series, revistas, televisión y, ahora, redes sociales de cuerpos estereotipados va educando nuestro censor y dejándonos en claro que todos los que no entran en ese parámetro, no son dignos de un “me gusta” y deben cambiar para encajar.
Pero no son solo imágenes las que nos condicionan, sino que también hay hechos concretos que nos llevan a pensar que nuestro cuerpo está mal y debemos esconderlo:
En Argentina, el 70% de las personas tienen problemas para encontrar ropa de su talle siempre o frecuentemente
(Fuente: Anybody Argentina)
Y es así como vamos creando una percepción de belleza que no está marcada por lo real sino por lo que la cultura dice que en este momento es lindo y aceptado. El mensaje que se graba en nuestra mente es: No alcanza con ser como sos para ser aceptada o aceptado, necesitas hacer algo para gustar y parecerte a tal o cual.
Por eso no podemos llevarnos bien con nuestro cuerpo, porque ese ideal cultural está sembrado en nuestra mente, y cuando te ves al espejo y no respondes a ese ideal, aparecen los conflictos: comparación, rechazo, ansiedad, miedo, fobia social o trastornos de alimentación, entre muchos otros más.
Si bien esto es algo que ocurre desde siempre, en esta era, la de la hiperconexión, el mensaje es mostrado y repetido infinitamente y pareciera que no podemos escapar de él.
Abrir Instagram en verano es someterte a un desfile de cuerpos “perfectos” y entonces comienza una incesante carrera por modificar lo que traemos de origen al punto de, en muchos casos, ya no parecernos en nada a nosotros mismos, todos nos empezamos a parecer un poco.
Por ejemplo, ahora la cultura dice que las pestañas que trajiste en tu versión original están mal y te muestra que las correctas son esas súper voluminosas y arqueadas. En un principio, no compras, pero al verlo repetidamente, un día entras en el juego de estar disconforme con tus pestañas y cedes a la presión pidiendo un turno urgente con quien te pueda dar “las pestañas que se usan”.
Así vamos descartando las características únicas que traemos de origen, esas con las que nos creó Dios, comprando las que todos usan, ya que “si todos las usan, entonces deben estar bien”. Y caemos en la trampa de la insatisfacción crónica y la búsqueda de aprobación.
Ya tienes el like más importante de tu existencia
Está claro que no vamos a gustarle a todo el mundo, y eso está bien. Aunque paradójicamente estemos en la era del “me gusta”, no gustarles a todos es normal. Pero a muchos de nosotros nos cuesta asumir esa verdad y cuando no gustamos, sufrimos. Cuando no somos aceptados, la pasamos mal.
Jesús era rechazado por multitudes enteras y eso nunca lo desanimó, ¿sabes por qué? Porque vivía con la aprobación del Padre. Cuando Él terminaba de dar una enseñanza, miles de personas lo seguían y otras miles lo dejaban de seguir. Pero eso nunca hizo que Jesús quisiera modificar algo de sí, porque sabía que el problema no estaba en Él sino en el afuera.
El afuera nunca puede ser la regla con la que midas tu vida, porque afuera las reglas siempre van a cambiar.
Los ojos de Dios custodiaron tu embrión, Él te hizo y te miró mientras te ibas formando en la panza de tu mamá con mucho amor y detalle. ¿Tú piensas que alguien que fue hecho a mano por Dios puede tener algo que está mal? Lo que está mal es este sistema en el que vivimos.
El like más importante de tu existencia ya lo tienes porque Él te amó primero, antes de que los que te aman o te amarán. Tú vales porque eres creación de Dios y tu vida vale vida, la de Jesús. Así como la cultura pelea a diario por ganarse tu mente y te educa para rechazarte, en el corazón del Padre tienes lo necesario para educarte en amarte. Ahora mismo, donde estás, puedes decidir vivir con la aprobación del Padre, quien te amó primero, porque eres lo que Él dice que eres y eso es suficiente.