Sebastián Liendo y Alejandro conversaron sobre las batallas que está viviendo la Iglesia a nivel mundial. También profundizaron en cómo descansar en el plan eterno de Dios y por qué como hijos del nuevo Pacto nos cuesta tanto vivir en la promesa cumplida.
LC ¿Cómo vivir en la promesa cumplida?
AV: Lo que pasa es que nosotros hasta el día de hoy, la religión evangélica, nos cuadrículó la cabeza, nos metió la cabeza en un cuadrado.
A qué me refiero con que la religión a nosotros nos cuadriculó la cabeza y nos produjo una forma de pensar basada en un comportamiento programado que no nos deja descansar, siempre tenemos que estar haciendo.
Vivimos en la promesa cumplida, pero yo lo llamo el punto de encuentro donde la palabra que el Señor me dio y mi vida se van a cruzar, porque no hay otra forma de acceder a lo que el Padre predestinó.
Nunca tenemos que cansarnos de escuchar sobre su Promesa cumplida. Tenemos que ser como los músicos o deportistas que siempre están practicando o entrenando. El tema es que como la Gracia es espiritual nunca lo podemos lograr con las fuerzas humanas, sino con la del Espíritu.
Las “luchas” hoy en día de la Iglesia
La Iglesia no está luchando. Los que estamos luchando somos los que componemos la iglesia. Las personas dicen “me fui de la iglesia a otra iglesia”, no te vas nunca de la iglesia, te vas de una congregación a otra.
La iglesia es un elemento intocable, inmanchable. Somos personas diferentes que formamos el mismo cuerpo. Mi uña y mi pestaña no se conocen, pero habitan el mismo cuerpo y el mismo ámbito.
El trabajo del espíritu es sacar todo lo que no sirve de mi vida. Una vez que estás en lo bueno, pasar a lo mejor ese es el trabajo que nos queda.
Como generación tenemos que salir de un Evangelio estancado, que solo deja a la gente esperando que el Señor venga. Nosotros tenemos un Evangelio del cumplimiento, un evangelio de luz, un Evangelio con experiencias que nos llevan a caminar y a consumar el propósito eterno, ahí es donde vamos.
Su plan es eterno
Dios tiene todo preparado en la eternidad, pero nuestra inmadurez y el trazo de nuestra vida se tiene que conectar con el evento porque el proceso nos lleva al suceso.
Tenemos que entender que naturaleza es la que nos habita. Yo creo que estamos ante una generación de ojos abiertos, personas como vos, como nuestros hijos que se han criado en este Evangelio. Pero el punto es que necesitamos que entre más luz a los ojos que están abiertos.
La expresión, es una cuestión de madurez y debemos entender quién nos habita. No se puede hacer fuerza para que no crezca el pelo. Las uñas crecen solas, no hay que realizar ningún esfuerzo, siempre y cuando nuestros órganos funcionen bien.
Entiendo que la expresión está basada en una naturaleza. Porque si nosotros logramos hacer crecer la naturaleza de Cristo en nosotros, la expresión sale sola.