El título escogido por el autor de la obra podría sonar a una tautología poco original. Una gracia que no tiene límites. ¿Cómo podría esto ser de otra forma? Sin embargo, en ocasiones, no vivimos como si lo entendiéramos.
El pastor Bryan Chapell no exagera al decir que muchos cristianos bien intencionados experimentan su caminar con Jesús como una marcha forzada de méritos, ganancia y protección. Creemos que nuestra balanza es justa: el peso de nuestras acciones se equilibra con las promesas de bendición la Biblia dice que recibiremos a cambio. Y despreciamos la gracia creyéndonos suficientes por nuestra propia cuenta.
En el cielo no hay escaleras. Gracia: es una de las primeras verdades espirituales que se les enseña a los recién llegados al evangelio. No podemos abrir la puerta sin ella. O mejor dicho, la puerta, ni siquiera. Jesús una vez dijo: “Yo soy el camino, nadie llega al Padre si no es por mí”. Él es la Gracia hecha carne. Y no hay forma de llegar a Dios si no es a través de ese regalo. Esto no cambia por más años de trayectoria que acumulemos, es un estilo de vida, una realidad en la que aprendemos a caminar.
“Lo que somos en una relación de amor con Dios no se determina por lo que hacemos. En cambio, lo que hacemos está determinado por lo que somos. Es por eso que el apóstol Pablo animó a los creyentes en Éfeso diciendo: «Imiten a Dios, como hijos muy amados»”.
Bryan Chapell
El libro dividido en tres partes comienza con el recordatorio fundamental de que la gracia de la cruz no solo ocurrió para cambiar nuestro destino eterno: es una verdad que aviva diariamente nuestro gozo y lleva a un corazón completamente transformado y entregado a Dios como agradecimiento consciente de su obra. La obediencia moral es agotadora e insuficiente a comparación de la santidad de Dios. Puede que lleguemos a ella (de hecho, personas no creyentes también lo hacen), pero no lograremos ni por asomo a compensarlo.
“Estamos completamente contaminados e inmundos de pecado. Todas nuestras buenas obras son como inmundos harapos. Como hojas de otoño nos decoloramos, nos marchitamos y caemos. Como viento, nos arrastran nuestros pecados”. (Isaías 64:6 NBV)
Cuando no vivimos por gracia decimos: “yo puedo llegar hasta allí sin ayuda alguna, solo debo esforzarme más que otros”. Y nuestra vida se transforma en una especie de escalera al cielo, donde cada mérito es un paso más hacia arriba (según nuestra limitada forma de pensar). Sin embargo, la segunda parte del libro mostrará cómo este tipo de altivez es algo no presente en las personas con un verdadero corazón entregado a Dios. Una plena conciencia de la obra de Jesús y del inconmensurable valor de su sangre derramada no tiene otra respuesta correcta más que una vida de agradecimiento constante que supera cualquier deseo de recompensa.
“El perdón es la provisión de gracia que anula las barreras relacionales entre nosotros y Dios“”
Bryan Chapell
Sin embargo, el autor advierte otro extremo peligroso al que nos lleva una incomprensión del regalo de Jesús: el abuso de la gracia. Si el perdón de Cristo es suficiente, ¿Por qué privarme de hacer lo que quiero? Este tipo de pensamiento, al igual que el mérito humano, evidencia un claro desprecio por la sangre de Jesús. ¿Qué tan conmovidos demostraríamos estar por la cruz si lo único que hacemos es vivir para saciar nuestros propios deseos?
No malinterpretemos el calvario: nuestro pecado no fue ignorado, Jesús recibió el castigo. Nuestras transgresiones no estaban escritas a lápiz, la justicia y santidad de Dios demandaron la sangre que requería el precio de redención.
“la gracia es lo que cataliza la dinámica del corazón de la fe”
Bryan Chapell
Entonces, ¿Cuál es la salida? No podemos llegar a Dios por nuestra cuenta, pero una vida alejada de Él lleva irremisiblemente a la muerte. La cruz fue la respuesta. En lo terrenal, llamamos “corrupto” a cualquier juez que no aplique el peso de la ley sobre alguien que ha demostrado ser culpable. Dios no hizo la vista gorda, pero decidió que el precio lo pagaría Él mismo.
La santidad que demanda nuestras vidas cuando decidimos seguirlo, no es sino la que Él ya ha provisto. No hay otra forma de seguirlo si no hemos aceptado su regalo primero. La dinámica del corazón devoto, como bien dice el autor, solo puede ser impulsada a través de un agradecimiento genuino.
TÍTULO: Gracia sin límites
AUTOR: Bryan Chapell
AÑO: 2021
PÁGINAS: 222