En en esta segunda parte historia presentada por el historiador Guido Márquez comparte un poco de información acerca del evangelio en el país situado en Sudamérica.
Como dijimos hace un par de semanas atrás, nuestra historia argentina, está repleta de prohibiciones, sentimientos y organizaciones que nos determinan, queramos o no, hasta el día de hoy.
Desde la época colonial hasta la supuesta independencia, la religión católica tuvo preeminencia en nuestros territorios, ya sea por leyes o por costumbres. En la década de 1820, sólo un gobernador de San Juan se animó a proponer la libertad religiosa, aunque fue destituido, siguiendo la provincia como el resto del país, la tiranía de Rosas, hombre de campo y profundamente católico.
La situación mejoró a fines del siglo diecinueve, cuando varios presidentes se animaron a cambiar rotundamente las cosas. Algunos por moda, algunos por ideales y otros por ser masones.
1853: Constitución, algo más que una estación
Con la sanción de la constitución en 1853, quedó establecida por ley la libertad religiosa. Alberdi, el ideólogo de la misma, como podrán adivinar también pertenecía a una logia masónica. ¿Cómo estamos seguros de esto? Por la gran cantidad de símbolos masónicos, con reglas, triángulos y compases que se encuentran en su tumba en el Cementerio de la Recoleta. La libertad religiosa no fue un trampolín para que se asentaran protestantes en nuestros territorios. En la década de 1850, los europeos protestantes del Norte de Europa cesaron en su flujo migratorio, comenzando a emigrar los europeos del sur, todos ellos de profesión católica. Además, estaba establecida la libertad de religión, pero no la de casamiento o registro civil. Estas continuaban siendo prerrogativas del clero local.
Fue así que nuestro país se construyó en base a una constitución que permitía cualquier culto, pero que no tenía inmigrantes protestantes que quisieran habitarla, pese a que esa era la idea original de Alberdi. Los únicos habitantes que no profesaban el catolicismo, eran los ingleses que trabajan en el ferrocarril y algunos doctores o expedicionarios.
Roca: algo más que un actor y un objeto
La década de 1880, es recordada por uno de los presidentes más controvertidos de Argentina: Julio Roca. Generalmente es recordado por la Conquista del Desierto, aunque no se le valoran otras cosas. Las leyes laicas, o civiles, son algunas de ellas. Pues sí, el hombre que más tiempo gobernó en Argentina -12 años en total, el récord hasta el día de hoy-, fue el que promulgó las leyes de Registro Civil, de Matrimonio Civil y de Educación Laica. Esto significó una total ruptura con la iglesia católica, quitándole sus últimas potestades: desde ese momento, los nacimientos, muertes, casamientos y la educación quedaba en manos del estado, sin ninguna importancia de la fe que tuvieran los individuos.
Ahora sí, en Argentina, había una libertad plena y “completa”. El inmigrante que viniera, tenía total libertad, a lo largo de su vida, de realizar los “pasos” importantes y trascendentales, sin la interrupción del clero católico. Roca, por esto mismo, fue el primer presidente argentino en ser excomulgado de la Iglesia, hecho que para la época fue un total escándalo, hecho que para él no significó nada trascendental.
En el caso de este presidente, no lo hizo por ser masón -hasta donde he investigado- sino que siguió una línea de pensamiento típica de la época, llamada positivismo, que era principalmente laica.
Al igual que las décadas anteriores, no logró Argentina atraer a los inmigrantes protestantes en masa, no obstante, se pudieron establecer algunas colonias danesas, alemanas o francesas protestantes, en algunos lugares de la pampa argentina, como Tres Arroyos en el sur de Buenos Aires.
Las cosas del 1900: de Azusa a Buenos Aires
Pues bien, ahora que éramos un país totalmente abierto, libre con todas las leyes que permitían a cualquier individuo de cualquier parte del mundo establecerse, invertir, aún misionar, no había personas predispuestas a hacerlo.
Esta situación cambiará recién en 1906 cuando se produzca el avivamiento en la Calle Azusa en California. Este avivamiento tenía tres ejes principales: el movimiento del Espíritu Santo, el anuncio del fin del mundo y la predicación por medio de misioneros a todos los rincones del mundo. Este movimiento se diferenciaba de toda la teología anterior, con respecto al énfasis en las misiones. Como podrán adivinar, los misioneros que llegarán en esa época serán de esta corriente.