La corredora argentina nos compartió su experiencia de cómo disfruta a Jesús, tanto en lo deportivo como en su vida cotidiana, además de la manera que fue salva gracias al amor de Dios.
Clara Baiocchi nació en Bell Ville, provincia de Córdoba, hace 23 años. Es atleta de la Selección Argentina de Atletismo y corre desde los 8 años, donde su especialidad son las pruebas de 1500 mts llanos y 3000 mts con obstáculos en pista. Actualmente se encuentra cursando su último año del Profesorado de Educación Física y el 2do año del Profesorado de Educación Especial.
“Desde mí niñez fui a la iglesia pero a mis 16 años comencé a tener una relación personal con Dios y a partir de ese momento corro para él”, nos comentó la cordobesa quien también sirve en el ministerio de Atletas Cristianos Argentina donde comparte con chicas de diferentes deportes.
Su primer acercamiento a Jesús fue cuando Clara era muy pequeña, pero lo comenzó a vivir de más grande, “Mi mamá nos hablaba de Dios y nos enseñaba a rezar. Conocíamos acerca de Dios, pero no a Dios. Un día invitaron a mis hermanos mayores a un campamento de adolescentes y a partir de ahí nos comenzamos a congregar en la iglesia que estamos actualmente. Allí me bauticé y comencé a servir, pero en realidad no tenía una relación personal con Dios. No lo tenía en cuenta en mis decisiones ni era mi prioridad. Fue recién a mis 16 años, luego de tomar varias malas decisiones y de experimentar ese vacío y falta de sentido que uno tiene lejos de Dios, fue que decidí entregarme a Él por completo”.
“Pude sentir su abrazo y amor, no me reprochó nada, simplemente me perdonó. Me costó entender eso, que a pesar de no merecer su amor Él me amaba, ahí entendí el significado de la cruz. A partir de ese momento dejé que guiara mi vida sometiéndome voluntariamente a su voluntad, sanó todas mis heridas, me ayudó a perdonarme y perdonar, y me di cuenta de que el talento para correr que Él me había dado no era para obtener aplausos ni reconocimientos de la gente, sino para darle la gloria a Dios y para que las personas conozcan de su poder y amor a través de mi vida” agregó Baiocchi sobre su experiencia con Cristo.
“Lo más importante para mí es compartir de Jesús a otros y no ganar medallas”.
Ese instante fue un punto de inflexión en su vida, “Desde ese momento, comencé a disfrutar más del deporte, ya no sentía la presión propia de tener que ganar una medalla para ser aceptada por los demás, porque ya era aceptada por Dios. Además, el objetivo principal de mis viajes a las competencias es compartir de Cristo a mis compañeros, mostrarles su amor, su poder, y contarles lo que él había hecho conmigo. Quería que ellos disfrutaran de una relación con Dios así como yo la había empezado a disfrutar. El que me vaya bien en la carrera era un extra”.
Aunque su primera experiencia con el Señor se dió, “Cuando tenía 15 años, escuché el testimonio de personas que dejaban todo y se iban a África como misioneros a llevar la Palabra dónde nadie había escuchado. Al escucharlos me llené de ganas de dedicar mi vida a compartir la buena noticia de Jesús pero, eso significaba que ¿Yo también tendría que irme? Le pregunté a uno de ellos y me preguntó qué hacía yo. ‘Yo corro’, respondí, “¿Pero qué tiene que ver correr con Jesús?” . “No sé, pero si Dios te dió ese talento por algo es», me dijo. Quedé un poco confundida, pero unos años después entendí ”.
“Casi dos años después, luego de estar apartada, me volví a Dios de verdad. Comencé a desarrollar una vida de intimidad con él, cambió y sanó muchas cosas en mí. Quería contarle a todos. Amaba ver cómo al compartir de Jesús a otros sus vidas eran transformadas, eso era mucho más impresionante y eterno que ganar cualquier medalla. Empezó a ser mi estilo de vida. Y en los torneos era cuando más oportunidades de compartir tenía y la gente más escuchaba. Además de las entrevistas y medios de comunicación” agregó Baiocchi.
Cómo fue que Clara se dió cuenta que el Señor la quería en el ámbito deportivo, “Comencé la universidad y fueron casi tres años consecutivos en los que aunque entrenaba mucho y no tuve buenos resultados deportivos por diferentes razones (enfermedad, accidentes, lesiones). Sentía que al seguir entrenando, perdía el tiempo y energía que podía aprovechar para otras cosas. Estuve orando mucho pidiendo a Dios que me mostrara si me quería seguir usando en el deporte o en otra cosa, el objetivo principal seguía siendo compartir su mensaje. Fue difícil, sentía que oraba y no obtenía ninguna respuesta. No era una elección simple, ya que si dejaba iba a perder los sponsors y todo el apoyo deportivo, y si después quería volver iba a ser difícil recuperarlo, debía estar segura”.
Además agregó, “Finalmente decidí hablar con mi entrenadora para decirle que iba a dejar, que sentía que esto no tenía sentido y que quería usar mi tiempo para compartir de Jesús y estar con la gente. «¿No ves? ¿No te das cuenta que no necesitas dejar el deporte para compartir de Cristo sino que justamente el deporte te abre un montón de puertas para hacerlo? Mirá para atrás, todo lo que has logrado, la cantidad de puertas que se te han abierto, hay muchas personas que te escuchan y que te tienen como referente por lo que hacés. Si lo que querés es compartir de Jesús, dejar el deporte es desaprovechar una gran oportunidad que Él te dió para hacerlo”. Aquella pregunta que había hecho 5 años antes de “qué tenía que ver correr con Jesús» tenía respuesta: Jesús ama a los atletas, en la cruz dió su vida para que ellos también pudieran tener una relación personal con él, y a mí me daba la oportunidad de estar cerquita de ellos para contárselos”.
La explicación de cómo Clara se inició en el atletismo es bastante curiosa, “Desde chica había una regla en casa: hacer al menos una actividad artística y una deportiva. Podíamos elegir lo que nosotros quisiéramos pero debíamos comprometernos a terminar el año con la misma actividad, después podíamos cambiar. Así fue que probamos de todo. Cuando yo tenía 8 años nos invitaron, con mis dos hermanos mayores, a una carrera en una localidad cercana, mi prueba eran los 1000mts. Al día siguiente le pedimos a mi mamá que nos llevará y así comenzamos. En aquel momento no había escuela de atletismo en mi ciudad, por lo que le pedimos a mi mamá, que es profesora de educación física, que nos entrenara. Ella se fue capacitando y hasta el día de hoy me sigue entrenando. Cinco años después comencé en la Selección Argentina”.
“Ponerse la celeste y blanca es una experiencia única. Es un gran privilegio pero también una gran responsabilidad, porque estás representando a tu país y querés que las cosas te salgan bien. En esos momentos, en los que los nervios te pueden jugar en contra, intento recordar que Papá Dios está disfrutando de verme correr, que tiene un propósito conmigo ahí y que me va a dar todas las herramientas necesarias. Eso me lleva a disfrutar más de las experiencias y dar lo mejor. Siempre, más allá de los resultados de la carrera, meto algo nuevo en la mochila: lugares, anécdotas, palabras nuevas, amigos que valen oro, otro «gol» que gritó con Papá cuando puedo bendecir a alguien, compartirle de él. Me toca competir en dos etapas del año: entre marzo-mayo y agosto-noviembre, cada 2 o 3 semanas. Generalmente tengo 2 o 3 competencias internacionales por año”, recordó la cordobesa.
Baiocchi tiene bien en claro sus sueños, “En lo deportivo me gustaría seguir avanzando hasta llegar lo más lejos que pueda, lo que sea que eso signifique. Claro que me encantaría ir a un JJOO, mientras tanto sigo mejorando. Mi deseo es a través del deporte y la docencia poder motivar a muchos niños y jóvenes, particularmente, a tener un estilo de vida sano, a conocer al Señor y atreverse a luchar por los sueños que él haya puesto en sus corazones y que de esa manera ellos ayuden a otros”.
El día a día de la corredora tiene como objetivo siempre compartir las buenas nuevas de Jesús, pero tiene una reflexión sobre este tema, “Por un lado, no creo que correr sea «La Forma» de compartir la Palabra. Compartir el mensaje del evangelio es un estilo de vida, es el objetivo desde que te despertás y donde sea que pases el tiempo. Conocer a Cristo y darlo a conocer, de eso creo que se trata todo. Pero requiere ser intencional, no sólo aprovechar las oportunidades que aparecen, sino crearlas, orar y avanzar en fe” .
La cordobesa dejó un gran consejo para aquellos que quieran practicar un deporte junto a Jesús: “¡Que empiece! Que disfrute del proceso, porque más allá de los resultados, el deporte es una herramienta que Dios puede utilizar para desarrollar nuestro propio carácter (la perseverancia, la disciplina, la fe, el enfoque a largo plazo, etc.), así que aunque haya temporadas en las cuales no tengas buenos resultados, siempre salís ganando. Y también es una herramienta a través de la cual podemos alcanzar a otros, con palabras y con amor” .
Al final de la entrevista la deportista recordó el versículo “ya sea que coman o beban o hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios” (1 Corintios 10:31).”