Cuando las expectativas optimistas no alcanzan y solo arrojan un manto de ilusión a nuestras dificultades, una perspectiva práctica acerca del verdadero significado de la esperanza centrada en la Biblia puede resultarnos clave a la hora de enfrentarnos con la incertidumbre, evitando que solo sea un tiempo de espera.
El término esperanza tiene muchas acepciones, en la Biblia se habla de dos tipos de esperanza, una buena que trae alegría y otra mala que se esfuma Prov.10:28.
Pero también diversas fuentes hacen referencia a ella como:
- Un estado de ánimo que nos ayuda a considerar como posible aquello que anhelamos,
- Una fortaleza del carácter,
- Una actitud que ayuda a enfrentar dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo de las personas y las circunstancias, a pesar de vislumbrar un horizonte oscuro.
Lo paradójico y lo esencial
Seligman, fundador de la Psicología positiva, hizo algunos aportes científicos a través de sus investigaciones con respecto al tema, él comenzó a estudiar a las personas con desesperanza y concluyó paradójicamente que las personas optimistas cuentan con una fortaleza que les permite ver las dificultades como algo superable; en tanto que los pesimistas tienen ocho veces más probabilidades de deprimirse cuando se enfrentan a contratiempos. Sus resultados también arrojaron a la investigación que esta habilidad del pensamiento y de acciones lograban mejorar la calidad de vida de las personas.
Como mujeres de fe, muchas veces hemos minimizado nuestros rasgos de carácter o potencialidades frente a nuestra espiritualidad y hasta se llegó a pensar que valorar cualidades como las de ser mujeres optimistas sería como dejar de lado a Dios o quitarlo del centro de nuestras vidas y el tema es que si contamos con este tipo de fortalezas, que de hecho Dios ha puesto en nosotras, sin duda alguna llevaremos mejor el tiempo de la espera en la incertidumbre.
A pesar de las múltiples dimensiones de la esperanza, debemos decir que llega a ser insuficiente si no nos guía a la persona, a quien es la verdadera Esperanza, es decir, a la presencia efectiva de Dios.
“Señor, ¿Qué puedo esperar, si en ti he puesto mi esperanza? ¡Tú y solo tú eres mi esperanza!”, Salmos 39:7.
Desde esta perspectiva la esperanza no es el cumplimiento de nuestros anhelos o proyectos, sino un vínculo de confianza que establecemos con Dios, en el que dejamos de esperar solo cosas y de confiar en nosotras mismas; sino más bien, esperamos a una Persona, a Cristo.
Para tener en cuenta
¡Espera siempre un bien, no un final!
“Porque yo sé muy bien lo que tengo planeado para ustedes, dice el Señor; son planes para su bienestar, no para su mal. Son planes para darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11).
¡Hay un futuro para tu vida fundado en una promesa de Dios! ¡Lo que Dios haya pensado para tu vida sucederá de acuerdo con sus planes y va a ser lo mejor! Tener una pareja, ser madre, alcanzar el éxito en un tratamiento, la adquisición de un bien, tu oportunidad laboral, la restauración familiar, etc. ¡Solo remoja tus raíces de la fe en las aguas de la confianza puesta en Él!
«Porque si el árbol fuere cortado, aún queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán. Si se envejeciere en la tierra su raíz, y su tronco fuere muerto en el polvo, al percibir el agua reverdecerá, y hará copa como planta nueva» (Job 14:7-9).
¡Transfórmate espiritualmente en una mujer prospectiva!
La prospección tiene que ver con la planificación del futuro; nosotras solemos hablar mucho del pasado, del presente, pero poco del futuro, ¿será que le tememos al futuro? ¿será que nos falta fe? Es importante valorar el futuro, recién hablamos de que Dios diseñó un futuro para nosotras, de hecho, pasaremos mucho tiempo allí, pensemos en la vida eterna.
De esta manera, la mujer prospectiva en lo espiritual experimentará la esperanza no como sentarse en su sillón a reposar sus piernas cansadas, sino como una oportunidad de desarrollo y madurez; avanzando de cara hacia ese esperado futuro, aunque el presente no la respalde; escuchando solo la voz de Dios, construyendo estratégicamente ese escenario deseado y confiada en que todo lo que suceda será parte del plan de Dios.
Estimada amiga, concluyo compartiéndote el anhelo de Dios para tu vida, Él desea que cada una de nosotras siga esforzándose toda la vida hasta que vean completamente alcanzada su esperanza (Hebreos 6:11).
¡Activa tu esperanza en Él! Una esperanza así te garantizará que la realidad no llegue a sofocarte, aun cuando las cosas no salgan como las esperas y a la vez estarás protegiendo tu corazón de enojos, resentimientos y desesperanza.
Te bendigo, amada. ¡Hasta la próxima!