La jugadora de fútbol nos compartió su experiencia de cómo vive a Jesús, no solo en lo deportivo, sino también sirviendo como líder en una iglesia mendocina, además del momento en que el Señor le hizo reorganizar sus prioridades.
Agostina Ortiz nació en la provincia de Mendoza, hace 20 años. Practica el deporte desde los 10 años, comenzó jugando en un club de barrio llamado “Villa del Parque”. Actualmente está estudiando el profesorado de Educación Física.
La futbolista se congrega en la Iglesia C3 de Mendoza, donde además es líder de un grupo de adolescentes que comparten la Palabra y adoran a Cristo.
Agostina conoció a Jesús en su preadolescencia “tenía 13 años y no iba a ninguna iglesia hasta ese entonces pero una persona que no me conocía y que conocía a mi mamá insistió para que yo fuera a un campamento; gracias a eso me encontré ese día con Jesús y mi vida cambió totalmente. Nunca volví a ser la misma persona”.
Aunque agrega que a pesar del cambio que Cristo hizo en ella tuvo un lapso en su vida en que no lo vivía del todo, “conocí a Jesús pero al mismo tiempo tomé mis propios caminos e hice mi vida por completo. Hasta hace aproximadamente unos 3 años, cuando realmente tuve un encuentro personal con Él, un antes y un después, como un punto de mi historia en donde hubo un quiebre”.
El primer encuentro entre Agostina y Jesús lo describe ella así “fue una noche de 2018 en donde lo había perdido absolutamente todo. Cometí muchos errores, por lo que mis papás me dieron la espalda y fue un tiempo en donde tuve que quedarme en la casa de mi hermana a vivir. Mi mamá no podía ni mirarme a la cara, las únicas personas que estuvieron conmigo fueron mis amigas Juli, Abi y Deby que son un regalo del Señor y en ese momento lo fueron. Esa noche había llegado del colegio y estaba en la casa de mi hermana, me fui a acostar y literalmente no podía parar de llorar. Nunca me voy a olvidar de cómo entraba el viento a la habitación, la ventana justo daba a un árbol. En ese momento le pedí a Dios que me sacara de la situación en donde estaba y que yo iba a entregarle mi vida a Él. Me rendí por completo, ya había buscado mis propios caminos, ya había perdido el rumbo de mi vida y esa noche sentí que Dios mismo estaba conmigo”.
La relación de Agostina con el Señor en el ámbito deportivo en ocasiones es compleja, porque según explica “entrenar con el Señor a veces es difícil. Pienso que si uno no está bien firme a veces puede perder de vista el norte. Entonces toca una y otra vez rendir eso a Dios, y dar gracias por las capacidades que Él ha puesto en mí. Porque de otra forma nada sería posible si no está. Es cada día recordar que mis logros son para darle la gloria”.
Además habló de lo importante que es mantener el foco en Cristo, “en mi caso, amo jugar al fútbol y en más de una ocasión me encontré dándole el primer lugar a eso y desenfocándome de lo que realmente importa. Incluso hubo momentos más difíciles en los que tuve que dejar por un tiempo y reordenar mis prioridades”.
Agostina comentó cómo era su comunión antes de rearmar las cosas a las que les daba atención “era algo que hace tiempo estaba ignorando. Estaba entrenando y me enfocaba solo en eso. Si tenía que elegir entre servir un finde en la iglesia o ir a un partido, decidía ir a partidos, porque a veces se me superponían. No estaba mi corazón en el lugar correcto”.
“En una reunión de líderes, a comienzos del año pasado, se habló acerca de la madurez espiritual. Fue una reunión larga en donde estuvimos todo el día, en un momento estábamos orando y sentí que Dios me estaba recordando que tenía que ordenar mis prioridades y que el fútbol nunca iba a ocupar su lugar”.
“En ese momento rompí en llanto y supe lo que tenía que hacer. Estaba pasando por un momento de mucho estrés, entonces tuve que dejar de entrenar un tiempo. Ordenar justamente mis tiempos, poner a Dios en primer lugar, al servicio, después la facultad, mi familia, etc. Y al final el deporte. Cuando ya tenía cada cosa ordenada, fue cuando pude realmente dedicarle el tiempo que cada cosa merecía. Y me di cuenta que era INSEPARABLE Dios de todas las áreas de mi vida. Que Él debía estar en todo”, comentó Ortiz sobre cómo fue ese quebrantamiento real con Jesús.
En lo deportivo, cuando Agostina comenzó con 10 años a jugar al fútbol, con su club “Villa del Parque” formaron un grupo de jugadoras que se mantuvo hasta poder ingresar a la Liga Mendocina, el campeonato más importante a nivel provincial en el fútbol femenino. Y su sueño siempre fue jugar en Godoy Cruz, por su fanatismo desde muy chica.
Pero ya que en ese momento aún no existía equipo de mujeres, ingresó en el club de su infancia, aunque con el correr de los años aparecieron algunos problemas por lo que el grupo se fue disolviendo. “En 2018 fuimos a jugar un amistoso con un equipo que iba a presentar Godoy Cruz, un equipo nuevo de mujeres que se formó”.
“Entonces llegó ese momento y dije ‘quiero ser parte de esto’. Averigüé cómo tenía que hacer para entrar y fui a unas pruebas a las que no quedé porque había jugadoras que tenían el doble de trayectoria y juego que yo. Pero oré tanto por eso, porque era mi sueño, y se me dio”.
“Acompañaba a una amiga que sí había quedado en la prueba y la esperaba afuera del club, con los botines y todo en la mochila, con la fe de que algún día me iban a invitar a entrenar y así fue. Un día el entrenador me llamó porque me vio al costado y me dijo ‘sé que no quedaste y que siempre acompañas a Karen. Sos buena jugadora y estaría bueno que en las próximas pruebas vuelvas. Me encantaría que estés en el equipo pero no se puede, ya que son muchas para entrar a liga’, a lo que yo respondí ‘no me importa. No quiero jugar liga mendocina, quiero entrenar. Con tal de entrenar en el club, no me importa si juego’, tenía la ropa en un bolso y me dejó entrar”.
Luego atravesé problemas personales muy difíciles por lo que tuve que dejar de jugar, probé en otros clubes, hasta que me pasé a futsal, también en Godoy Cruz. Y estoy resolviendo unos temas administrativos para poder quedarme y hacerme el carnet de futsal. En un futuro, me gustaría jugar fuera de Mendoza al fútbol. Pero si eso no va de la mano con lo que Dios quiere de mi vida, no me molestaría renunciar a eso”.
La mendocina dejó un gran consejo para aquellos que quieran practicar un deporte junto a Jesús. “Les diría que seguramente va a haber tiempos difíciles pero que sepan que quien camina a su lado es mucho más grande. Si Él ha puesto sueños en nuestro corazón es porque nos ha dado las herramientas para poder lograrlos, y en el camino poder transformarnos”.
Además agregó, “muchas veces pensamos que con orar o consultarle alcanza pero desde mi punto de vista hay que orar sin duda pero también accionar. Tomar decisiones y ponerse en marcha y es ahí cuando Dios nos guía y comienza a encaminarnos hacia lo que Él quiere. Si querés hacer un deporte con Jesús, vas a frustrarte, vas a tener días muy malos o días muy buenos. Pero le diría a esa persona que, pase lo que pase, Él prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo”.