Lamentablemente, el mundo de hoy vive bajo el señorío del “hacer” antes que el ser, incluso esta triste guerra que vemos y todas las guerras se tratan de hacer: tomar lo de los demás, conquistar, sin tener en cuenta el daño material y sobre todo espiritual que todo esto genera.
El ser humano común también cae en esta situación. Cuando solo se enfoca en el hacer y no presta atención a su interior, que es lo más importante para que todo lo demás funcione correctamente. Entonces sufre las consecuencias que todos los días vemos.
En “Siervos para su gloria”, el reconocido autor Miguel Núñez nos plantea que esta tendencia a la sobreactividad también puede trasladarse a la iglesia. Muchos colaboradores bienintencionados se lanzan a servir sin tener la preparación y la madurez necesaria para hacerlo. Muchas veces queremos hacer cosas en la congregación y está bien, pero, en ocasiones, todavía necesitamos más tiempo de preparación. Y debemos aprender a ser obedientes y fieles en ese tiempo para desarrollarnos completamente.
“Pedro y los demás apóstoles pensaron que estaban listos para tomar de la copa que el señor Jesús tomaría, y pocas horas después todos lo abandonaron. La muerte y resurrección del maestro fueron dos eventos que terminaron de prepararlos para la tarea”.
Miguel Núñez
El autor nos va a enseñar, cómo nuestro ego se puede transformar en un gran obstáculo para servir bien a Dios. Cuando, por ejemplo, nos cuesta reconocer el buen trabajo que hacen los demás miramos los errores en vez de animar y motivar. Para encontrar la paz y la libertad en esto, la paciencia es fundamental.
La vida cristiana es un viaje de aprendizaje, si miras las historias de los mayores héroes de la fe, los de la Biblia y los otros también, notarás que tuvieron su tiempo de aprender de los demás y así llegaron a ser siervos.
“El testimonio del antiguo testamento muestra que alcanzar la madurez y llegar a una posición de siervo lleva tiempo. Ahora bien, la realidad es que ninguno de nosotros llegará a ser un Moisés; por tanto, no necesitamos 40 años en el desierto. ¡Gracias a Dios! Pero sí necesitamos tiempo”.
Miguel Núñez
Miguel Núñez finalmente nos dirá que todo este proceso no es más que la santificación de nuestra vida por medio de la Palabra y el Espíritu. Crecer en Cristo es crecer en su Palabra para que el Espíritu nos vaya revelando las cosas que debemos cambiar.
Nuestra cosmovisión tiene que ser transformada por esa palabra. Esa visión distorsionada que el ser humano tiene de las cosas lo hace mirar el hacer antes que al ser. La forma en que percibimos el mundo es clave, porque es la que nos hace ver de qué manera pensamos y los propósitos de vida que elegimos.
“La mayoría de las personas no tienen claro cuál es el propósito de Dios para sus vidas. Se levantan, se van a trabajar, llegan cansados, comen y se acuestan… se levantan, se van a trabajar, llegan cansados, comen y se acuestan”.
Miguel Núñez
El autor, nos muestra cómo todas las cosas que nos pasan son por una falta de mentalidad bíblica. Se pregunta por qué la iglesia ha tenido tan poca influencia en el mundo académico en este tiempo, si todo el conocimiento de Dios está en escudriñar su Palabra.
Muchas veces lo que la cultura nos enseña lo aceptamos sin cuestionamientos; lo que nuestras familias y amistades nos dicen, también. Lo que la educación secular transmite pareciera ser lo inteligente. Pero, ¿en qué condición está el mundo por seguir estas modas?
Debemos mirar a Cristo para examinar continuamente nuestros valores, para dejar de vivir como lo hacíamos antes, enfocarnos para no distraernos con todo lo que pasa a nuestro alrededor, aprender a ver las cosas como Dios las ve. Eso es entenderlo todo. Si queremos servir de verdad al Señor, debemos tomar muy en serio ese llamado, sabiendo el alto valor que tiene.
“la efectividad de una vida es directamente proporcional a su santidad. Dios no se complace en la falta de santidad y, si Él no es honrado de esa manera, no hará fluir su gracia y poder a través de nosotros. Necesitamos mantener vidas santas si queremos que Dios nos use”.
Miguel Núñez