Cuando tenemos unas ganas desesperadas de comer algo en concreto decimos que tenemos un antojo, una señal que nos envía nuestro cuerpo para cubrir una necesidad nutricional inminente. El problema viene cuando la interpretación de ese antojo es cubrirlo con ingredientes poco saludables; la buena noticia es que sabiendo interpretar esos mensajes podremos estar atentos para balancear nuestra alimentación.
En la nota de hoy contaremos con la palabra de la Lic. en Nutrición Victoria Raush (Instagram @victoria.nutricion) que nos ayudará a decodificar estas situaciones.
LC: ¿Por qué nuestro cuerpo puede llegar a tener distintos antojos o ganas repentinas de comer algo específico?
VC: El famoso “antojo” se define como aquel deseo intenso por consumir cierto tipo de alimentos. A diferencia del hambre fisiológica, la cual aparece de manera progresiva y puede ser saciada con cualquier alimento, los antojos generalmente están ligados a un “hambre emocional” cuyo deseo se caracteriza por su aparición repentina y debe ser saciado con el alimento que se antoje.
Son varios los factores que llevan a desarrollar este deseo, entre ellos una rutina alimentaria desorganizada, alteraciones en el sueño, deficiencia en algún nutriente específico, vivencias emocionales fuertes, etc. Sin embargo, el factor más estudiado que lleva a despertar el deseo de antojo es el estrés.
El estrés afecta de manera directa a la salud, facilitando la aparición de determinadas patologías o aumentando la probabilidad de que aparezcan conductas alimentarias inadecuadas, como un constante deseo de antojo, pudiendo alterar los patrones de consumo. A su vez, existe una conexión denominada “eje intestino-cerebro” por lo que se sabe que lo que ocurra a nivel emocional afectará a nuestras elecciones alimentarias.
LC: ¿Es lo mismo tener antojo dulce, salado, de una comida en particular, etc.? ¿Qué nos puede estar diciendo nuestro organismo?
VC: Una posible razón por la cual se antojan alimentos con alto porcentaje de azúcar y grasas, como facturas, tortas, postres, pizzas, hamburguesas, etc., es que estos suelen contener un alto porcentaje de triptófano. El triptófano es un aminoácido necesario para la producción de serotonina en el cerebro, un neurotransmisor caracterizado por brindar una sensación de plenitud y felicidad.
Es decir, nosotros no podemos encontrar serotonina empaquetada en los alimentos pero sí podemos encontrar este aminoácido esencial para su producción.
A su vez, el alto contenido de azúcar y grasas de estos alimentos provocan una gran secreción de insulina, la cual facilita la entrada de triptófano al cerebro para la producción de serotonina, brindándonos una sensación de plenitud tras su consumo. Cuando nos sentimos tristes o estresados, el cerebro busca indirectamente estos alimentos ricos en azúcar y grasas para obtener una sensación de plenitud y bienestar.
LC: ¿El antojo tiene alguna relación directa con nuestra alimentación regular?
VC: La causa más frecuente en la relación a los antojos y la alimentación es la rapidez con la que se vive. La rutina diaria lleva a comer muy rápido, a no desayunar y a cenar más abundantemente. Esto provoca que las necesidades alimentarias se satisfagan inadecuadamente desde el punto de vista calórico y nutritivo.
Las grandes o mínimas ingestas, sumado al gasto calórico ocasionado por la rutina y el estrés, lleva al cerebro a elegir alimentos ricos en hidratos durante el día para contribuir a su gasto energético, utilizando glucosa como fuente primaria.
La alimentación es una de las actividades que se tiende a desatender más cuando la persona se encuentra estresada, esto provoca una rutina alimentaria insuficiente o desproporcionada en carbohidratos, lípidos y proteínas, e incrementa el consumo de “comida chatarra”.
Una buena alimentación es fundamental para mantener el cuerpo sano, pero también la mente. La dieta influye en el modo en que uno se comporta y en cómo se perciben los hechos de nuestro entorno. Cuando esta es saludable, como la mencionada anteriormente, disminuye el nivel de irritabilidad, inflamación y estrés en las personas, mientras que una compuesta principalmente por comida rápida y bebidas azucaradas tiende a aumentar los niveles de ansiedad, irritabilidad y deprimen el sistema inmune.
LC: ¿Podemos generar saciedad sustituyendo los alimentos de los que estamos antojados por opciones más saludables o eso provocaría un efecto contrario?
VC: Ciertos alimentos pueden ayudar a mejorar la adaptación del organismo al estrés y, por el contrario, otros la empeoran. Los que aumentan el estrés son el alcohol en cantidades altas, el café, la sal en exceso, etc. Niveles elevados de glucosa en sangre pueden producir irritabilidad y agotamiento.
Los alimentos que tienden a calmarlo son, por ejemplo, las frutas y verduras que poseen grandes cantidades de vitaminas y minerales, nutrientes que además refuerzan el sistema inmunológico. Una dieta variada rica en frutas, vegetales, legumbres, frutos secos, semillas y preferentemente pescado frente a carnes rojas, aporta cantidades equilibradas de triptófano y compuestos antiinflamatorios favoreciendo al bienestar físico y emocional.
LC: ¿Por qué es importante entender qué es lo que nuestro cuerpo nos está comunicando? En una dieta balanceada, ¿hay lugar para los antojos?, ¿cada cuánto podemos darnos la chance de comer «comida chatarra»?
VC: Si bien es importante controlar los antojos, se debe tener en cuenta que estos son solo una manifestación de una causa que subyace. Es decir, si queremos controlarlos debemos subsanar o aprender a manejar aquello que nos esté provocando un desequilibrio emocional o generando estrés. Por lo tanto, no debemos preocuparnos tanto en qué comemos cuando tenemos ansiedad sino en qué es lo que la está provocando.
¡Y por supuesto! En una dieta equilibrada hay lugar para dulces, postres u otros alimentos que nos gusten mucho, pero lo ideal es reservar su consumo para ocasiones donde se comparta un momento especial con amigos o familia, evitando que estos formen parte de nuestra rutina diaria en grandes cantidades.