“¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo! Por lo tanto, mis queridos hermanos, manténganse firmes e inconmovibles, progresando siempre en la obra del Señor, conscientes de que su trabajo en el Señor no es en vano”, 1 Corintios 15:57-58 (NVI).
Personalmente, cada fin de año es un período de reflexión en la presencia de Dios respecto a lo que viví los últimos meses. Durante la última década, esas reflexiones me llevaron tomar decisiones importantes que perfeccionaron mi caminar con Jesús.
Quizás, una de las lecciones más grandes que aprendí meditando es lo mucho que necesito aprender a vivir desde la victoria que el Señor alcanzó. Esto sucede cuando nuestra fe ha sido perfeccionada, y se evidencia por la seguridad con la que enfrentamos las distintas situaciones que atravesamos en la vida, año a año.
Cuando una circunstancia negativa nos deja en el camino desanimados, deberíamos revisar si estamos viviendo desde la victoria. Porque la fe en lo que Jesús ya obtuvo en la cruz es una fuente de esperanza aún en las tinieblas más oscuras. Es un manantial de alegría, aún ante la noticia más triste.
En 1 Corintios 15:57-58 Pablo les reveló a los corintios algunas características resultantes de vivir desde la victoria de Cristo. Es como si, en otras palabras, les dijera: “A través de la victoria de Jesús ustedes pueden ser perfeccionados en todo esto”. Por eso, quisiera dejarte un pequeño análisis de las palabras del apóstol, que te servirán para encarar el nuevo año viviendo desde la victoria de Jesús.
Firmeza para no retroceder
Vivir desde la victoria nos permitirá tener firmeza para no desandar el camino transitado. En todos estos años de trabajo con la gente me doy cuenta que son muchos los que retroceden por no estar fuertemente enraizados en Cristo.
Una estadística realizada por el Grupo Barna dice que aproximadamente el 60% de los cristianos se aleja de Jesús actualmente. Pero esto no es algo nuevo, porque detrás está un problema esencialmente espiritual. Pueden cambiar los argumentos que dan las personas que se alejan, pero ya encontramos en la Biblia sobradas pruebas que no todos los que seguían a Jesús perseveraban en el tiempo.
El Señor mismo habló sobre esto en la parábola del sembrador (Mateo 13:20 y 21). Los que retroceden aparecen identificados con los que tienen un terreno en el que la palabra no genera raíz, y la verdad es que solo un árbol bien enraizado no se cae fácilmente. Los que no tienen firmeza no tienen raíz. Pero los que por medio de la fe en Cristo viven desde la victoria, permanecen firmes ante cualquier circunstancia.
La ausencia de firmeza nace de nuestra falta de comprensión de lo que Jesús obtuvo. Si tan solo entendiéramos la dimensión de su victoria todo sería distinto. Los problemas, las preocupaciones, y las demás estrategias del enemigo no serían una barrera. Pero hasta que nuestra fe no esté consolidada al punto de tener una confianza absoluta en la victoria de Jesús, volveremos atrás.
El año que comienza nos tiene que encontrar convencidos de que Cristo ya venció en la cruz a toda adversidad. Por lo tanto, jamás volveremos a Egipto, la tierra de la esclavitud. Porque aunque en la tierra prometida haya luchas y desafíos, ¡la victoria es nuestra!
Constancia para permanecer en el tiempo
Una vida espiritual que cada año está igual, se encuentra estancada y, por lo tanto, a punto de morir. Si algo nos permite la vida desde la victoria es tener la seguridad de enfrentar cada día como una oportunidad, que nos llena de esperanza.
Cuando el apóstol habla de “constancia” se refiere a la capacidad de avance en la vida espiritual. Y ser constantes en nuestra vida espiritual es consecuencia de la revelación que tenemos de la victoria de Jesús. Él nos da la capacidad, por medio de su victoria, de volvernos disciplinados, y por lo tanto jamás dejar de crecer.
La disciplina y la constancia siempre van de la mano. No podemos pensar en permanencia y avance en el tiempo, sin un estilo de vida disciplinado. Por eso, ¿cuáles son los hábitos en los que este año faltó disciplina? Quizás esa falta nace de nuestra necesidad de una mayor revelación de la victoria de Cristo. Porque cuando más comprendemos lo que Él obtuvo, más deseamos permanecer apasionadamente en su presencia. Si nuestra fe está anclada en su victoria, el crecimiento espiritual jamás se detendrá. Más bien, afectará constantemente el resto de las áreas de nuestra vida.
“Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.” Santiago 1:6-8 (RVR1960)
Santiago relaciona la falta de constancia con la incredulidad, y al mismo tiempo con la falta de carácter. No poder controlar lo que sentimos (doble ánimo) es una muestra de que no confiamos en la victoria de Jesús cómo deberíamos. Por lo tanto la duda toma lugar en nosotros, y no podremos experimentar constancia ni avance. Pero si tenemos la certeza de que Jesús ya venció, y lo ganó todo, vamos a construir nuestra
vida sobre una verdad que nos permitirá siempre avanzar hacia delante con seguridad de lo que nos espera.
Crecimiento en el servicio
La victoria de Cristo jamás nos llevará a una actitud pasiva. Por el contrario, entender todo lo que Jesús hizo para que hoy tengamos una vida abundante, nos dará un impulso gigante para darlo todo por su causa. Esto redundará en una vida de servicio a la obra de Dios con alegría, o como dice la Biblia, a trabajar “siempre para el Señor con entusiasmo”.
Es importante entender la diferencia entre ser constantes en nuestra vida espiritual, y crecer en nuestro trabajo para la obra de Dios. La primera, que vimos antes, apunta a nuestra necesidad de recibir lo que viene de Él, pero la segunda tiene que ver con dar.
Ahora bien, hay una relación directa entre recibir y dar. Al punto de que se retroalimentan mutuamente. Cuando recibimos, damos, y por lo tanto podemos recibir más, para luego dar más también. Esto significa que recibir y dar son dos partes de una misma moneda. Por eso, no esperemos crecimiento espiritual, sin crecimiento en el servicio, ni viceversa.
La otra pieza fundamental en estas palabras de Pablo sobre crecer en el servicio es la actitud. Por eso la NTV describe nuestro progreso con la palabra “entusiasmo”. Cuando uno está entusiasmado con algo le pone pasión y jamás le da migajas. La victoria de Jesús en nosotros debería ser una motivación para servir siempre con alegría. No podemos ser como aquellos a los que Jesús criticó por dar de sus sobras.
En el Reino abundan comensales, pero faltan mozos. Abundan personas queriendo ser edificadas, pero escasean obreros. Servir a Dios es una decisión que nos cambiará la vida, y nos conducirá a ser aquello que el Padre desea que seamos.
Conscientes de la recompensa
Por último, la consciencia de nuestra recompensa por darlo todo por la causa de Cristo está puesta muy intencionalmente. Porque Dios no tiene problema con incentivarnos para que vivamos seguros de que en Cristo estamos en el mejor lugar. En otras palabras, el apóstol Pablo termina esta sección con una motivación respecto a la paga de los que vivimos desde la victoria. Y, de nuevo, todo el incentivo tiene su origen en lo que Jesús logró venciendo a la muerte.
Cuando sabemos que por pertenecer a Cristo, todo nos pertenece (1 Corintios 3:21 al 23), ¿por qué nos inquietaríamos por alguna cuestión? Encuentro a muchos cristianos que desisten de buscar y servir a Dios porque deben relegar algún área de su vida por el Reino. Ahora, quisiera plantear este problema de otro modo: si no estamos dispuestos a
relegar algún área de nuestro interés por la causa de Cristo, Jesús todavía no se volvió nuestro Señor.
Por eso, jamás tengamos problemas para renunciar a lo que sea por nuestro Señor. Porque su victoria nos garantiza que nuestro trabajo por su obra no es en vano. ¡La paga para los que damos todo por el Reino es mejor que la de cualquier empresa! No es medible lógicamente, pero su abundancia es apabullante.
Jesús mismo dijo que recibiremos “cien veces más” (Marcos 10:29 y 30) de lo que estemos dispuestos a renunciar, aunque tengamos persecución. En otras palabras, el Señor quería dar la seguridad a sus seguidores de que su victoria era más que suficiente para todo. Por eso, en estas fechas estamos en un buen momento para reconsiderar cómo vivimos este año y cómo queremos encarar el año entrante. El desafío que Dios nos da es vivir desde la victoria de Cristo Jesús. Si así lo hacemos, ¡fructificaremos en todo lo que hagamos!