Uno de los versículos que más nos cuesta interpretar y que más lo tenemos a mano como recurso en tiempos difíciles es Filipenses 4:13.

¿Sabés qué dice? Probablemente se te está viniendo a la memoria y si no, permitime ayudarte: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Quizás más de una vez lo usaste. En mi caso, era como un “amuleto” frente a problemas que parecían insuperables o ante situaciones complejas. Pero ¿alguna vez llegaste a leer los versículos anteriores? Pablo menciona sucesos que tuvo que atravesar; como hambre, enfermedad, abundancia y bienestar. Y entonces llega a la conclusión: puedo vivir cualquier situación porque estar en Cristo me hace más fuerte.

Decidí empezar el artículo con este fragmento porque creo que alguien que quiere ser feliz en cualquier situación debe llegar a la misma resolución que Pablo: solo es posible por medio de Cristo, porque justamente es su fidelidad la que nos garantiza que, sin que importe cuál sea la circunstancia que estemos viviendo, Él seguirá estando.

Este escrito surge de ver ese rasgo de Su persona reflejado en cada área de mi vida. De ver milagros económicos, de salud, acompañamiento en tiempos dolorosos, consuelo y calma en medio de tempestades. De ver cómo a pesar de mis errores Él ha permanecido fiel.

¿Cuál es la base de tu felicidad?

Muchas de las causas de tribulación y desdicha en nuestra vida están relacionadas con las falsas expectativas. Por lo general, lo que esperamos solo alcanza hasta donde nuestra perspectiva limitada nos permite ver, de tal manera que no importa qué tan buenas sean nuestras intenciones, nunca vamos a ver el panorama completo de lo que sucede alrededor, a menos que nuestra visión esté alineada a la de Dios.

Considero que poner nuestra expectativa en lo que Dios tiene para nuestra vida, a corto y a largo plazo, es lo más razonable al momento de percibir las situaciones que nos afectan. Esto lo digo porque muchas veces nos encontramos en una lucha entre satisfacer nuestros deseos personales y aceptar lo que Dios quiere que logremos.

Ahora bien, la felicidad no implica vivir en un constante estado de bienestar personal. Se trata más bien de una certeza tal que, independientemente de las situaciones que afecten nuestra vida, sean buenas o malas, Dios seguirá siendo fiel.

Sin embargo, no quiero plantearte una utopía ni unos pasos a seguir con el objetivo de que encuentres la felicidad, sino que deseo que puedas ver, del mismo modo que yo lo hice, que ese estado no es imposible de alcanzar. 

Si retomamos el pasaje de Pablo, podemos ver que además de haber encontrado refugio en Cristo, también agradece a los hermanos de Filipos por haber estado pendientes de él en medio de las tribulaciones. Y quiero detenerme un poco acá para enfatizar un principio que nos debería caracterizar como cristianos y es el de ser un solo cuerpo, tener un mismo sentir. 

Pablo aprendió a superar cualquier situación, pero no fue indiferente ante la ayuda recibida, y eso es algo que debemos tener en cuenta todos los días, el ser agradecidos con quienes nos han sostenido en los procesos que hemos tenido que atravesar. 

Vuelvo a repetirte la pregunta: ¿en qué estás basando tu felicidad?, y te animo a que puedas fundamentarla en Cristo, el único que nos garantiza estar en todo momento. No permitas que tu situación actual te impida ver al Dios que es fiel y nunca deja de obrar.