Muchos lo conocemos porque llegamos por recomendación a alguno de sus podcast de «Armadillo» que se encuentran en Spotify. Suele suceder que una vez que oyes un episodio quieres volver, claro, no es para menos, ya que cada capítulo o serie logra trasmitir una perspectiva de Jesús sobre las escrituras y la vida que nos hacen replantear la visión que tenemos del mundo.
Jesiah cuenta en su haber más de 10 años de ministerio, pasando de estar en la alabanza a pastorear adolescentes y jóvenes con grupos llamados «Skÿr» y «Anormal», lo que denota un gran sentido de creatividad y amor al arte. Que la imagen de la portada no te deje engañar, con ese aspecto rudo que aparenta tener, Jesiah trasmite serenidad a la hora de hablar y comunicar una idea.
L.C.: Hace un tiempo, cuando fue todo lo de la pandemia por COVID, te escuché dar un ejemplo, de un pastor que se le presenta una especie de demonio en la congregación y rompe todo, lo desordena y después le dice “quiero ir a tu casa” y le rompe todo y se lo desordena y no lograba que el pastor se enojara, entonces el demonio se fue frustrado porque ni la hospitalidad le pudo sacar. El demonio se fue enojado y el pastor se acuesta en su cama y se pregunta, de qué manera se presentará Jesús mañana para que pueda hacer su voluntad. Y es muy gráfico. Te quiero preguntar ¿De qué manera se presentó Jesús en el 2021 para vos?
J.H.: Inicio cada año buscando una palabra que me centre, alguna convicción nueva, algo que me dé dirección en el año, alguna manera en la que pueda crecer. Cada año tengo una frase que repito mucho o que la escribo y la pongo en algún lugar que la pueda ver. Esto inició hace unos 5 años atrás fue “listo eres, listo estás” y básicamente era vivir listo para un milagro. Eres listo si estás listo. Entonces te preparas y esperas que Dios haga lo suyo. Unos años después llegó la frase “como niño” o “camina, no corras” y esas eran frases para producir alguna convicción en mi vida. Mi esposa es muy buena porque ella se las aprende y luego me las repite. Hace poquito estábamos hablando que queríamos que se abriera una puerta que estaba trabada y mi esposa me mira y me dice, “ok siembra, porque listo eres, listo estás, ¿no?” (risas).
El año 2020 fue “aquí y ahora, en ti y en mí”, es la convicción de que Dios siempre está trabajando, aun en medio de la pandemia. Este año 2021, la frase que me ha traído mucha convicción es “aquí tienes”, y nace de dos historias: de la mujer que tira el perfume a los pies de Jesús y los discípulos protestan y dicen, “eso estuvo mal, mejor lo hubiéramos dado a los pobres”, pero Jesús toma este acto de “desperdicio” como un acto de adoración y lo llama “hermoso”; y la otra historia es lo que sucede en la vida del rey David, cuando está en la cueva de Adulam, dice “ah, cómo quisiera agua”, si lo lees bien es un clamor de David por regresar a cuando las cosas eran más simples, cuando era un pastor de ovejas, era su manera de decir “quiero regresar a como estaban las cosas antes”. Y así creo que todos nos sentimos. Entonces dos personas van y le consiguen agua y cuando se la traen, dice “ay de mí si yo me tomo esta agua”, y la tira como una ofrenda al Señor.
Un poco de eso ha sido mi convicción este año, por un lado, no medir si tiene éxito, si tiene impacto, sino “cómo puedo vivir derramando mi vida”, aun si la gente dice que es un desperdicio. Por otro lado, derramar mis expectativas de poder regresar a un tiempo más simple y aceptar el tiempo en el cual vivimos ahora. Esa va junto con “listo estás”, que va asociado a la idea de “lo mejor está por venir” y la esperanza de que Dios va a hacer un milagro. También “aquí y ahora, en ti y en mí” Dios está trabajando, entonces Él va a trabajar algo bueno y no algo malo. Es vivir con la expectativa de que mejores días vienen por delante, pero al mismo tiempo derramar mi anhelo de que las cosas regresen a ser como eran y al mismo tiempo vivir derramando mi vida. Esta ha sido la palabra este año y mi oración a Dios. En todo lo que hago, en la iglesia, en el podcast, sin esperar nada a cambio, aun si la gente dice qué desperdicio es estar grabando semana tras semana, cuando una cantidad de “x tamaño te escucha”, sea mucho o sea poco, es mucho trabajo y no lo hago por dinero, ni por subir o lograr algo, sino que es mi manera de entregarme al mundo y a otros.
L.C.: Tal cual, en lo que decías de volver a vivir una vida simple o de volver a lo que antes capaz vivíamos, desde lo simple de no querer usar más un barbijo o estar en la congregación y tener que saludar a los hermanos con un puño o lejanía, me costó mucho entender que el fin de todo es quién comienza el camino y viste cuando a la viuda se le muere su único hijo y está yendo al entierro y se encuentra con Jesús y Jesús la ve, es decir que camino al cementerio se encontró con la persona que es El Camino. Este 2021 me pasó algo muy parecido, entender que lo que estamos viviendo es Cristo también, Él es el camino, no solamente es la meta, también es el camino. Es posible abrazar la voluntad de Dios, el evangelio es real.
A mí me gusta mucho tu historia, en muchos sentidos, porque sos hijo de pastor, hijo de misionero. Mi papá no solamente es pastor, también es músico, ha recorrido el mundo y me pasó que tuve que ofrendar a mi papá, a la iglesia, a los eventos, y eso es lo mismo que habrás vivido vos, ¿no? Pero lo único que no podés ofrendar es el rol de padre, podés ofrendar tu tiempo, pero no tu rol de padre, ni de esposo, de padre de familia. ¿Cómo viviste el cambio? Porque tuviste un cambio en estos últimos años, exponencial en lo que es viaje, exposición, tiempo, ¿cómo influyó todo esto en tu vida personal y si afectó a tu familia?
J.H.: De hecho, fue en Argentina, en un desayuno con el pastor Chris Méndez, que le hice la pregunta y apenas yo estaba agarrando viaje cada mes y me sentía un poco culpable de dejar a mi hijo atrás, mi esposa siempre ha sido porrista Nº1 en enviarme y aun cuando ella no puede ir, dejarme ir, pero mi hijo no entiende “por qué papi se va”; me sentía un poco culpable y hablé con el pastor Chris Méndez y le pregunté “oye, ¿cómo tú manejas la relación con tus hijos? ” y me dijo algo muy clave: “¿tú te acuerdas de la cantidad de tiempo que pasaste con tus padres o te acuerdas de momentos, de instancias?” Y esto tiene mucho sentido, para que cuando esté con mi hijo, crear memorias, recuerdos y momentos.
Eso me cambió por completo como padre, a lo mejor sí falto el fin de semana, pero cuando estoy entre semana voy a “chiquearlo”, como diríamos en México, voy a hacer grandes actos para que él tenga sus recuerdos, voy a llegar con algún regalo extravagante o voy a tratar de llevarlo a algún lugar donde podamos tener ciertas memorias.
Yo volteaba al tiempo con mi padre, se iba por un mes completo, cuando yo tenía alrededor de 9 años, se le quemó la casa a mi abuela y mi papá se la pasó casi por un año yéndose por 2 semanas a Estados Unidos y volviendo por solo 2 semanas o yéndose por un mes completo, luego un mes con nosotros. Me acuerdo que mi papá no estaba, pero de lo que más me acuerdo es de los momentos en los que sí estaba, porque hacía que contara.
Entonces que un padre viaje o que una madre no pueda estar, no significa que es peor o mejor que los padres que están en su casa todo el tiempo y no les prestan atención a sus hijos. Todo tiene que ver con estar presente cuando estás con tus hijos.
Es totalmente posible que un padre tenga un trabajo de lunes a viernes, de 9 a 17 hs y cuando regresa a la casa, ve fútbol y se pierde de pasar tiempo con su hijo. No es lo mismo. Lo que dijo Chris Mendez me ministró mucho y me ayudó a ser un buen padre, o por lo menos así me considero (risas). Solo el tiempo va a poder medir ese fruto. La pandemia dio un buen break, poder estar en casa y no viajar por 10 u 11 meses, y cuando he salido, no ha sido fuera del país ni por más de 3 noches máximo. Uno hace el esfuerzo de estar por la familia porque es la prioridad y siempre lo ha sido.
L.C.: Me acuerdo una vez que mi papá estaba de viaje, me pasaba que yo nunca sentía que mi papá era un padre ausente y siempre disfrutaba que cuando él volvía, quizás volvíamos a festejar mi cumpleaños, aunque fuera 10 días después, pero el hecho era festejarlo juntos. En ese caso fue clave en mi vida algo que mi mamá me dijo, que mi manera de servir siendo niño era ofrendando a mi papá, y me hizo partícipe del servicio que mi papá estaba haciendo yendo a predicar y a cantar al mundo, yo me sentía partícipe de ese servicio. No era que la iglesia me estaba robando a mi papá, era que yo estaba ofrendándolo, que es muy diferente.
J.H: También los hijos de pastor tienen que darse cuenta de que todos los papás trabajan, o sea, así tienes ropa, así tienes luz (risas). Entonces también hay un lado de sentarte con tu hijo y decirle, “todos los papás trabajan, el trabajo de tu papá es un poco diferente”, y tratar de no sacrificar a tu familia en el “altar del ministerio”, que eso quede muy claro, y el momento en que empieces a ver y a discernir que eso está sucediendo, ok “esas personas en tal ciudad o las personas de la congregación se pueden aguantar un ratito, porque tengo que estar con mi familia”. Para mí, no se me hace tan complicado.
L.C.: Algo que me pasa es pensar en una editorial de libros y vos pensás en la cantidad de libros que podés llegar a leer en tu vida y todos hablan del mismo Dios, pero capaz lo interpretan de otra manera y están hablando de la misma manera. Es un Dios que se dio a conocer a sí mismo. Hay opiniones, pero al mismo tiempo hay una verdad. Entonces, por ejemplo a un cuchillo lo puedo usar como un bisturí para salvar a una persona o un asesino lo puede usar para matar a una familia, el mismo objeto puede ser para vida o para muerte, para salvación o para condenación. Me gustaría saber ¿qué filtro tenés vos para entender la palabra, cómo es usada y en todo lo que es preparación de la prédica, ya sea para la iglesia, para el podcast, ¿qué filtros usás para prepararte?
J.H.: Uno tiene que tener mucha gracia sobre uno mismo si va a hablar todo el tiempo. Grabo Armadillo todas las semanas, luego hablo en la iglesia, con el staff, los domingos o entre semanas. Uno tiene que darse un poquito de gracia con uno mismo. Espero en 5 o 10 años, dar vuelta a estos tiempos y sentir un poco de “ñáñaras” por las cosas que creí ahorita, porque es parte del crecimiento.
Yo a veces miro para atrás mis predicaciones y digo “¿qué estaba pensando?” y bueno, estaba creciendo.
En cuanto a los filtros que uso para estudiar sería “el filtro del estómago”, es decir, si hace check aquí (señala su abdomen), o sea, es como el compás afinador, ¿suena cierto?, ¿suena afinado? Y si no, le voy a dar más tiempo porque todavía no hace click ni check en mí. A veces te topas con libros o con ideas y dices “uy, no lo había pensado de esa manera, deja que lo pienso y lo medito”. De hecho, a eso nos llama la misma Biblia, “medita en la palabra”, podrías aplicar ese mismo principio a cualquier libro.
La idea de meditar es como la de una vaca comiendo pasto, lo come, lo mastica, lo digiere una vez y luego lo vomita para comerlo otra vez, lo mastica, lo digiere, lo vomita y lo vuelve a comer y así sucesivamente, y de la misma manera uno tiene que estar haciendo eso constantemente hasta que dices, “ok creo que puedo probar esto en mi vida”, puedo decir si es cierto y ahora puedo entregarlo a otros. A veces me adelanto y creo que ahí es cuando vas creciendo, te emociona una idea, algún concepto acerca de la gracia o del Espíritu Santo y te emocionas y te adelantas con algún concepto de liderazgo y lo dices, pero luego de masticarlo, te das cuenta de que no aplica a ser del cielo. La sabiduría es escuchar a otros, lo masticas, lo internalizas, lo practicas y luego lo compartes con otros. A veces nos brincamos las etapas, los procesos y luego te das cuenta de que no funciona, no es cierto o ya no crees en eso porque ves el peligro de tal teología o de tal pensamiento y maduras y creces. El principal filtro que uso es el de darle tiempo, para que se procese.
L.C.: El Espíritu es quien confirma. En lo que vos estás diciendo del estómago, es el Espíritu Santo confirmándote. Siempre me impactó la imagen de Pablo cuando habla del Dios no conocido, al Dios que adoran por las dudas. Me ponía a pensar en el día del “agua de la salvación”, Jesús les decía, “ustedes están recordando a Moisés cuando chocó las piedras y salió agua, pero yo les estoy diciendo que cuando tengan sed vengan y beban de mí, yo los voy a saciar eternamente, van a brotar ríos de agua viva”, no recuerden cuándo dejaron el cigarrillo, cuándo levantaron la mano, creo que Dios es movimiento, por eso Pedro habla como la verdad presente de Dios. Ese es el peligro del intérprete, el temor más grande que me ocurre cuando puedo salir a predicar o comentar o hablar de lo que Dios dice, es que un “Dios me dijo”, contradiga al “Dios me dijo” de la persona que vino antes que yo. Me encanta como arranca Hebreos, “Dios habló de muchas maneras, pero ahora habla por medio de su Hijo” y es tremendo. Amo entender que Dios habló una vez y para siempre, habló tan fuerte que alcanza para toda una eternidad, y esa palabra fue Jesús, su hijo. Estoy intentando ser cada vez menos evangélico para ser cada vez más hijo de Dios y poder deconstruirme de todas estas cosas.
Vos tenés un testimonio que me gustaría que puedas comentar, sobre todo lo que fue tu infancia. Sos un chico que has sido adoptado y contaste una historia en algunos capítulos atrás, ¿cómo pudiste entender esto? ¿Cómo entendés el acompañamiento de Dios en cada etapa de nuestra vida?
J.H.: El último libro de las Crónicas de Narnia, La última batalla, me gusta la frase “entrad sin miedo y subid más”. Aslan es el personaje de Jesús y hay dos cosas que dice, “Aslan está en movimiento”, nadie lo ha visto pero se rumorea que está en movimiento. La otra es “a Aslan no lo puedes domar” y luego en la última batalla, la frase repetitiva es “entrad sin miedo y subid más”. Creo que es así en nuestro caminar con Jesús, Él nos dice que los zorros tienen sus cuevas, los pájaros tienen sus nidos, pero el hijo del hombre no tiene en donde recostar su cabeza, está en constante movimiento.
El primer momento en donde tuve un encuentro con el amor de Dios sobre mí fue cuando me gustaba mucho una chica, estaba un poco obsesionado porque cada vez que iba a la reunión la buscaba, hasta que un pastor muy joven me dijo “¿tú sabes que el mismo celo, amor, el deseo de que te gusta esta chica, lo tiene Jesús hacia ti?” y fue la primera vez que entré en razón del amor de Dios hacia mí. Vas entendiendo el amor de Dios en diferentes procesos, cuando te casas, cuando sos padre.
Pero también el llamado “entra sin miedo y sube más” me llama a dejar mis suposiciones inconscientes acerca de Dios, de quién es, en dónde está, qué es lo que hace y cómo actúa, cuál es su carácter. Siento que muchos seminarios y teología tratan de encajonar al Espíritu, encajonar a Dios y en vez de ver por qué brilla algo, termina matándolo. Termina matando la vida dentro del conocer a Dios.
Usaste la expresión deconstrucción y para mí ha sido exactamente lo opuesto, ha sido revitalizar todo y descubrir más, no tirar lo que creo sino entrar a cuartos cada vez más grandes y no más ni más chicos. Sé a lo que te refieres con deconstrucción, pero quiero tener un conocimiento más amplio.
En el proceso de conocer a Dios puede ser en alguna etapa puntual de mi vida, a lo mejor también lo conozco cuando empiece a pastorear la iglesia en donde sirvo o cuando tenga nietos o cuando alguien me lastime de tal manera o cuando me dé cáncer o me vaya súper bien en la vida, espero poder seguir conociendo a Dios en etapas personales de mi vida, pero también quiero poder entrar más sin miedo, entrar sin miedo y subir sin miedo y seguir escalando la montaña que es Dios. Por eso me gusta mucho leer y aprender de otras ramas.
Veo el misterio de quién es Dios como un rompecabezas infinito, piezas infinitas. Lo que podemos hacer ahora 2000 años después, junto con los miles de años del pueblo judío es ir descubriendo piezas de quién es Dios. Lo ves muy claro en el viejo testamento, hay una progresión de cómo van conociendo a Dios, Abraham descubriendo que Dios no necesita sacrificio humano y eso es muy diferente a todos los demás dioses; para ver qué es lo que le gusta o no a Dios, tienes a un Moisés que llega con los 10 mandamientos. Ves la gracia que presenta Oseas y ves la audacia que presenta gente como Amós, desde el corazón de Dios y luego tienes a Jesús que nos da el vistazo más claro del corazón de Dios. Es como reunir un montón de piezas de un rompecabezas enorme, para descubrir quién Dios es y nos va a tomar la eternidad descubrirlo.
Creo que hay otros que están descubriendo a Dios también y tienes las ramas del cristianismo juntando sus piezas, y todos dicen “así es Dios”. Pero el chiste es encontrar las piezas que unan mi retrato de quién es Dios, con el tuyo. Yo quiero hacer personalmente, ir descubriendo las piezas que han descubierto otros, ir aprendiendo de ellos porque estoy obsesionado con Jesús, genuinamente quiero conocerlo más, no para ser un buen maestro ni un buen predicador, quiero conocerlo. Me agarró a los 17 y no me ha soltado, quiero conocerlo más. Entonces por qué no leer libros o preguntar a personas de otras ramas, por qué creen lo que creen o lo que han descubierto, y puedo tener áreas en las que no concuerdo o en las que no he visto lo mismo.
L.C.: A la madre Teresa de Calcuta le preguntaron cuál era su accionar más honorable, el que más valoraba en su vida, cuál era su obra más grande. Si eran los hogares que tenía, a las personas que les daba de comer, los premios Nobel y ella dijo “pertenecerle a Dios, ese es el honor más grande que tengo”.
Un artista hizo un caballo de mármol hermoso y le preguntaron cómo lo hiciste y él dijo bueno saqué todo lo que no es cabello, cuando hablaba de deconstrucción me refería a esto, a sacar todo lo que no es Cristo de mí mismo.
La única manera de que Cristo sea en mí, es que yo esté muerto y crucificado. Brennan Manning es un autor que me gusta muchísimo, habla que durante mucho tiempo no pudo abrazar la gracia de un Dios amoroso, porque tenía preconceptos de Dios. Hasta que un día dijo que tenía que volver al principio, que el fin de todo era quién lo comenzó, Cristo.
Pensaba en Juan, en la isla de Patmos, siempre pienso en detalles de cómo era el tono de voz de Jesús, la experiencia sensorial y él puso su cabeza sobre el pecho de Jesús y comió con Él y sacó demonios, hizo milagros y cuando estuvo en la isla de Patmos dice que cayó como muerto de lo sorprendido. Pareciese que el evangelio no está penetrando en mi vida, como debería ser. Oro para poder sorprenderme porque ahí el Señor le dijo, esta es la revelación de Jesucristo.
La delgada línea roja es una película que dijiste que te marcó mucho, que fue clave en tu vida, ¿por qué?
J.H.: Esa película le dio voz a las preguntas que tenía dentro. No lo puedo explicar al 100, las oraciones que hay en esa película me impactaron, por su vulnerabilidad. Yo nunca había visto, crecí rodeado en cultura cristiana hipócrita, “no hagas preguntas, no cuestiones a Dios”, y con la franqueza que oran en esa película los soldados, creo que formó mucho de cómo oro hoy en día y eso abrió un poco mi corazón a que Dios me tocara unas semanas o meses después. Cuando vi esa película, algo se me hizo antojable con Dios, como que Dios dijo “ok, está listo”, fue a los 17 que Dios tocó mi vida y fueron semanas o dos meses, máximo, desde que vi esa película, me acuerdo que la vi con cierto temor, como que Dios estaba queriendo tocarme y fue un mes o dos meses después que tuve un encuentro real con Él en la iglesia. Dios se movió a través de esa película en mi vida.
L.C.: A mí siempre me interesó encontrar los hechos de la salvación de Cristo en todos lados, porque todo lo levanta a Él. A veces te escucho predicar y que decís “la voz es algo que tenía dentro mío y que llegó como una respuesta” y veo a una persona que vive el arte de predicar, pero que vive el arte de predicarse a sí mismo también, que es tan importante como predicar a los demás. Por eso la palabra dice, “recuerda alma mía”; el alma es tan peligrosa en algún punto porque expresa a quien la gobierna, si la gobierna la carne, las emociones son expresadas por la carne, pero la gloria está en llevar eso al Espíritu y cuando el Espíritu gobierna expresa vida, a Cristo. ¿Qué importante es predicarse a uno mismo, ¿no?
J.H.: ¿para qué voy a estudiar si no lo estoy aplicando? Obviamente que no creo que sea posible que un predicador practique todo lo que predica, usualmente predicamos desde un lugar de convicción. Si quieres saber con qué pecado está luchando un predicador, escucha sus predicaciones, de lo que más habla es usualmente con lo que más lucha, por ejemplo, en mi caso es “ama a tu prójimo”, porque con lo que más lucho es amar a mi prójimo, pasar tiempo con ellos y no culparlos, no chismear. Pero sí, el 95% de las predicaciones que doy, nacen de algo lo que necesito yo y te digo que la mayoría son similares (risas), entonces es nada más otro ángulo y otro ángulo y otro ángulo de un mismo tema, apuntando hacia lo mismo.
L.C.: Vos diste un ejemplo, de lo de ser vulnerable cuando el profeta entra desnudo al pueblo y todo el pueblo se ve como desnudo. Nadie puede dar lo que no tiene.
Para terminar, ¿me podés explicar un poco cuál es el gran propósito de Dios, para qué Dios necesita un cuerpo?
J.H.: Creo que una de las maneras en que puedes resumir la Biblia es que es el plan de redención del mundo y puedes ver que al comienzo todo es bueno. En la cultura hebrea no existía lo perfecto y me gusta eso, que perfección no era un concepto, era aburrido, un lienzo blanco, silencio. Bueno puede ser artístico y puede ser lleno de vida. Entonces la creación es buena, no perfecta.
Dios llama a todo bueno, aun dice que no era bueno que el hombre estuviera solo y crea a la mujer, los llama a multiplicarse, etcétera, luego pecan y de ahí en adelante es la historia de la redención: tratar de regresar al Edén, o como Apocalipsis lo llamaría la nueva Jerusalén. Ves el proceso de Dios redimiendo al mundo, pero no puedes forzar tu amor sobre alguien porque eso se llama violación, Dios no va a violar al mundo ni la voluntad de nadie, entonces la manera en que lo hace, para poder redimir al mundo, da su espíritu a ciertas personas: el Viejo Testamento es como “ciertas personas elegidas y llamadas”, Abraham, Moisés, David, diferentes profetas y jueces. Hasta que llega Jesús y ahí ves todo el Espíritu de Dios, sin pecado derramado en un cuerpo, es Dios mismo caminando, poniéndose carne y hueso, mudándose al vecindario, ese es Jesús, el verbo, el logos se hizo carne.
Después de eso Jesus dice, “ok me voy, pero les dejo a alguien mejor” y deja al Espíritu Santo. Pero en todo ese proceso, la manera en que Dios obra en el mundo es a través de un cuerpo físico. El concepto Espíritu es muy gnóstico y tenemos que alejarnos de eso, pensar que el cuerpo es malo, si fuera malo Dios no hubiera tomado la forma de un hombre, no hubiera creado al hombre. El espíritu no es mejor que el cuerpo, muchos cristianos han creído y van a seguir creyendo que el cuerpo es algo que vamos a resucitar y va a haber materia. El plan de Dios fue redimir al mundo a través de ciertas personas, poniendo su espíritu en ellos y obrando a través de ellos. Entonces cuando Dios quiere confrontar a Faraón, lo hace por llamar a Moisés y presentarlo como Dios mismo confrontando al faraón, hubiera podido llegar como una tormenta, como un terremoto, como fuego, pero decide llegar no como un trueno sino como Moisés. Sucede todo, libran al pueblo de Israel y luego Dios pone un llamado sobre Israel y el llamado sobre Israel es “ustedes serán un pueblo de sacerdotes” y sacerdote es a quien apuntas para poder conocer a Dios. Dios no dice, “yo quiero UN sacerdote, sino que dice quiero a un PUEBLO de sacerdotes”, todos son sacerdotes, todos me representan en la tierra, entonces Moisés es como Dios se presenta ante el faraón, Israel es cómo Dios se va a presentar ante el mundo.
Llega Hechos 2 y Jesús asciende al cielo y les dice, “me voy al cielo, pero les voy a dar alguien mucho mejor” y ese es el Espíritu Santo. Sucede el día de pentecostés, Pedro se levanta y dice derramaré mi espíritu sobre todo hombre y mujer, rico y pobre, joven y anciano y declara que esto es para todos y se va a todos los rincones del mundo.
Yo puedo ser las manos de Jesús, un abrazo de Jesús para alguien. Puedo ser como Dios habla audiblemente a otra persona, puedo ser la versión tangible de Dios hacia otros y ese es el llamado de ser el cuerpo de Cristo. Funcionamos de maneras distintas y no somos perfectos, obviamente yo no soy Dios aquí en la tierra, pero si su Espíritu se mueve a través de mí, puedo ser un árbol del cual las personas puedan probar el fruto del Espíritu en mi vida.
Literalmente podemos ser las manos y los pies de Jesús en la tierra, lo creo firmemente y hablo mucho más en detalle en Armadillo, “Dios necesita un cuerpo” y también “De lo abstracto a lo tangible”.