Desde Adán y Eva, en nuestra genética está el hacer lo malo. Todos en algún momento hemos fallado a Dios; con acciones, pensamientos y demás.

A veces nos olvidamos de que Dios conoce cada faceta, aun las más oscuras de nuestras vidas. Ya que somos su creación. Pero como Él nos ama tanto, siempre tiene un plan para cambiar esa condición y darnos una nueva oportunidad. 

¿Realmente Dios borra nuestros errores del pasado? 

Una de las consecuencias de cometer errores es el sentimiento de culpa. Creo firmemente que Dios no borra los errores, ya que no se puede volver el tiempo atrás, pero sí que Él quita la culpa. Al aceptar su perdón, Él transforma el resultado final y es exclusivamente por amor y para ser testigos de ello. De ninguna manera es para condenación. Aunque por la “mala experiencia” vivida, hay situaciones que cuando las recordamos nos causan una cierta incomodidad, la culpa. 

Un Padre perfecto 

Sí, somos seres imperfectos, pero con un Padre perfecto. Él envió a alguien que a veces ignoramos para marcar un antes y un después en nuestras vidas. ¡Ése es Jesús! Siempre me asombra el trabajo en conjunto de la trinidad; y no puedo evitar pensar esto: «Si nuestros padres naturales saben nuestras falencias y nos ayudan, cuanto más nuestro Padre, que es perfecto, nos ayudará. 

¿Qué hacer cuando la culpa me persigue? 

Aprovechando la oportunidad, quiero sincerarme y reconocer que he hecho cosas que estaban muy mal. Dije mentiras, fui desobediente y muchas cosas más que no vienen al caso. ¿Te asombra? A mí no. Como dije al principio, todos fallamos.

Pero cada vez que la culpa viene a tratar de desanimarme, algo que siempre me sostiene es leer 2 Corintios 5:17, donde habla de que los errores que cometí quedaron en el pasado, y Él me da una nueva oportunidad cada día.

¿Por qué nos alejamos de lo que nos hace bien?

Por mucho tiempo, en los momentos siguientes de haber tomado decisiones incorrectas lo que menos hice fue acercarme a Jesús; que era realmente lo que necesitaba. Y hablando con muchos jóvenes y adolescentes, noté que toman la misma decisión. Por mentiras instaladas por la religión, por la vergüenza, inseguridades, y demás. Analizando esto entendí algo que cambió ese patrón y es lo siguiente:

“Mis errores no me alejan de Jesús. Al contrario, me aferran a Él. Ya que es el único que puede perdonarme y transformar mi corazón”.

En otras palabras, gracias a mis pecados, pude conocer a Jesús, la persona más increíble que he conocido. Necesitamos vencer estos patrones mentales, porque están muy sutilmente instalados en nuestros pensamientos, que luego nos lleva a alejarnos de lo que nos hace bien, de Jesús. 

No perfectos, sí perdonados

En el diario vivir escuchamos voces de acusación constante, incluso la nuestra. Y eso golpea nuestro corazón cuando no hay nada que lo defienda; mejor dicho, no hay nadie quien lo defienda. Y para que esto no suceda, debemos aceptar el perdón de Jesús y leer sus promesas. ¡Esto es clave! 

Debemos reconocer que como humanos somos imperfectos, pero como hijos de Dios, a través del perdón de Jesús, somos perdonados. Es más, compartimos la herencia con Jesús (Romanos 8:17).

Pasos para vencer la acusación

  1. Confesar los errores públicos e íntimos. (Salmos 32:2-5; Salmo 139:23-24)
  2. Arrepentirse genuinamente y pedir perdón a Jesús. (1 Juan 1:9, Hechos 3:19
  3. Leer la palabra de Dios y confiar en sus promesas. (Romanos 8:1, Isaías 43:25)
  4. Cada vez que haya recaídas en ciertos errores,  pide ayuda. (Salmos 103:8-12)
  5. Perdonarse a sí mismo es fundamental para que la culpa se vaya. (Romanos 3:24)
  6. Rodearse de personas que amen y construyan el carácter de Jesús. 

Muchos son los llamados, pero pocos los escogidos; y estoy seguro de que si estás leyendo esto es porque Dios te escogió, te perdonó y te predestinó para que tengas una vida en plenitud y libre de cualquier voz que quiera señalarte. ¡Es tiempo de vencer la acusación!

Emmanuel Mez
Nací y vivo en la ciudad de Resistencia, Chaco. Tengo 25 años y trabajo con jóvenes desde mi adolescencia. Soy músico, apasionado por pastorear a la juventud y por despertar en muchas personas la pasión por predicar de Jesús y vivir una vida en libertad y plena en Cristo. Hace 2 años comencé a trabajar dando mensajes de reflexión en las redes sociales, donde Dios ha abierto muchas puertas para predicar su palabra.