Internet nos dio muchas herramientas que nos benefician, pero hay algunos aspectos que hay que cuidar, en especial con los más pequeños.
Tal vez recuerdes a Sid. Sid es el niño malo de la película Toy Story de Pixar/Disney. Vivía en una casa en frente del protagonista Andy pero tenía ciertas características llamativas. Tenía su cuarto propio, para él solito. Pero, llamativamente, podemos ver en un momento que la puerta tiene una serie de cerrojos y trabas que le permiten ingresar y quedarse solo sin el “peligro” de que otros, sus padres, por ejemplo, vinieran a vigilar sus actividades. Allí podía despacharse a gusto en sus experimentos crueles, aunque imaginativos.
Hay un dato más. En un momento de la película podemos también apreciar que mientras muchas cosas ocurren en la casa, el padre de Sid está en otra habitación con la televisión prendida, durmiendo en un sillón. Está ajeno a todo lo que pasa, adormecido por el sonido arrullador e hipnótico de la pantalla.
«El acceso irrestricto a la información ha posibilitado que un niño sin los controles adecuados pueda tener contacto con cualquier tipo de información».
Profesor Darío Acosta
Nos resulta difícil aceptar la idea de que un niño se encierre en su cuarto con trabas o cerrojos por dentro y que allí haga lo que quiera. Pero, con un celular inteligente o una computadora, el niño tiene acceso a todo un mundo (literalmente un mundo) a su disposición en el que puede visitar la información que quiera pero sin la capacidad para procesar los datos que recibe y sin la protección de sus mayores.
Y tiene varios cerrojos. Las contraseñas son un sistema de seguridad que sirve para impedir que un extraño acceda a los datos que tenemos en el correo electrónico, las redes sociales, los móviles, notebooks y otros dispositivos y servicios web. Pero no siempre advertimos que niños pequeños tienen sus contraseñas y que los adultos responsables no las conocen.
Sé que ninguno de nosotros quiere ser el padre indolente que deja a sus niños sin protección, pero es probable que, sin darnos cuenta, hayamos dado llaves a jóvenes que todavía están aprendiendo a manejar su libertad con responsabilidad.
Otra cerradura que tenemos es nuestra falta de conocimientos. Las competencias digitales son las capacidades que tenemos (o quizás no) para manejarnos en entornos virtuales, no importa cuál fuere el dispositivo. Es común oír que los niños han nacido con las tecnologías debajo del brazo y que se manejan con ellas como pez en el agua.
«Los adultos debemos aprender competencias digitales para poder seguirles el paso a los niños».
Profesor Darío Acosta
En muchos casos, los adultos responsables no conocen o no tienen interés en capacitarse para usar estas tecnologías que para los niños resultan casi naturales. Tenemos reparos, miedos para entrenarnos y conocer el mundo infantil y adolescente con sus tecnologías.
Una tercera traba es la falta de tiempo. La velocidad con que se transforman las nuevas tecnologías se parecen a un tren que toma velocidad y los adultos parecemos uno que ha llegado tarde para abordar y que lo persigue pero que ve que a medida que pasan los segundos se le hace más imposible subir. En algunos casos nos hemos rendido y hemos dejado que el tren se aleje con resignación.
Les dejamos a los niños el mundo de lo virtual. El cansancio y la falta de tiempo fuera de nuestras obligaciones nos hacen desear llegar a casa, poner música o prender la televisión para quedar, como decía la canción, “confortablemente adormecidos”, y el precio que pagamos por estar alejados de los que amamos es muy alto.
«Hay que decirlo. No podemos criticar a nuestros hijos porque están pegados a una pantalla cuando nuestra propia actividad recreativa es mirar un programa de televisión y desconectarnos de los demás que están a nuestro alrededor».
Profesor Darío Acosta
Los contenidos que se encuentran en Internet son en su mayoría de libre acceso. No se requieren contraseñas ni datos personales. Además, tenemos pocos controles por parte de los sitios web o de las redes sociales. La mayoría de las redes exigen tener un mínimo de 13 años para abrir una cuenta, pero cualquiera puede hacerlo con solo mentir acerca de su edad. Me voy a extender un poco en este tema porque creo que requiere atención especial de parte de los mayores.
Si bien los niños pueden poner cerraduras y trabas para que los mayores accedamos a su información las puertas de la web están abiertas para ellos casi de par en par. Y ellos accederán sin preguntarnos.