Nuestra cultura determina que mientras más hacés, más productivo sos, y si hacés menos, sos menos productivo. Esta es la palabra que usamos para medir nuestra capacidad de hacer.
Entonces en la actualidad la productividad es la unidad de medida que se usa para ponerle valor a las personas. Pero a los ojos de Dios, la productividad luce un tanto diferente. Hoy quiero compartir algunas claves para poder ser productivos, pero productivos de verdad.
Si sos como yo, es probable que te encante hacer mil cosas. Y a veces tal vez te cuesta decirle que no a las oportunidades que se aparecen para aumentar el rendimiento. Estas puertas que se abren para la creación pueden ser una bendición, pero cuando la cantidad de tareas que están servidas comienzan a ser desbordantes, podemos entrar en un exceso de actividad que nos comenzará a abrumar.
«Sé lo que tengo que hacer y sé lo que no tengo que hacer». Esta frase la escuché por primera vez hace unos años, y transformó por completo mi manera de pensar. Descubrí que el “hacer productivo” se trata de obtener resultados para un objetivo específico y no de hacer una gran cantidad de tareas. Siempre pensé que la productividad se medía en números, cuando en realidad para Dios la productividad se mide en fidelidad.
Si caminamos por la vida pensando que nuestro valor aumenta a medida que hacemos más cosas para Dios, realmente nos estaremos perdiendo de una verdad trascendental. La productividad es sinónimo de fidelidad en el cielo.
“Fidelidad es hacer de manera excelente solo lo que Dios me diga que haga, ni más ni menos”.
Jesús nos modela esto, de esta forma: “…solo hace lo que ve que el Padre hace…”, Juan 5:19. El hacer “de más” nos roba la energía de lo que realmente debemos ocuparnos. Y cuando damos de nuestras fuerzas a lo que no tenemos que hacer, nos volvemos personas improductivas.
Si Dios hoy te pidiera que te tomes el día para descansar, y vos te pusieras a trabajar, aun cuando tu trabajo fuera muy bueno, vos estarías siendo absolutamente improductivo. Si Dios te lo dijo, entonces el descanso será lo más productivo que podrías hacer ese día. Y de la misma manera, descansar cuando debes trabajar, también te vuelve improductivo.
Ocupados o productivos
Amo que no exista una fórmula para la productividad, y si bien tenemos infinidad de herramientas para volvernos efectivos a la hora de realizar nuestras tareas, lo que realmente nos vuelve productivos es nuestra capacidad de reconocer y obedecer su voz en todo momento.
El peligro de no escuchar su voz es que no sabremos qué hacer. Y cuando no sabemos qué hacer, nos ponemos a hacer TODO. Lo que nos vuelve personas cansadas y ocupadas, pero jamás productivas. Escuchar su voz nos permite saber qué hacer y cuándo hacerlo, de la misma manera que nos enseña qué cosas no hacer.
Cuando Jesús caminó en la tierra, Él caminó fiel a su llamado. Pasó 30 años en el anonimato, aprendiendo el oficio de su Padre y honrando a sus autoridades. Jesús tal vez veía a mucha gente enferma a su lado mientras caminaba por la ciudad, y probablemente quiso sanar y liberar a uno que otro endemoniado. Me imagino que quiso hacer muchas cosas sobrenaturalmente buenas, pero que no eran para ese tiempo.
Hoy nos llenamos de actividades que Dios no nos pidió, y nos volvemos gente desenfocada que cuando tiene que hacer aquello para lo que fue llamada, ya se encuentra sin energía ni fuerzas. Nos volvemos gente ocupada, pero para nada productiva.
Nos hace sentir bien el hecho de decir que hacemos muchas cosas, pero es necesario dar un giro, y estar dispuestos a escuchar una vez más Su voz.
Vamos a la práctica
¿Querés volverte una persona verdaderamente productiva? Mi desafío para vos el día de hoy es que te tomes un tiempo para hacerte estas preguntas: Dios, ¿qué tengo que hacer en esta temporada de mi vida?, ¿qué cosas tengo que dejar ir? ¿Dios, cuáles son los extras que me roban mi productividad? ¿Dios, debo estudiar esta carrera o este instrumento? ¿Dios, tengo que decirle que sí a esta puerta abierta?
Dios ama que seamos productivos, Él nos creó con esa capacidad, y Él nos premia cuando somos fieles. Pero la productividad nace de reconocer su voz, y escuchar su dirección en el día a día. Ser sensibles a su guía para dejar ir los extras de nuestra vida, y poner todo nuestro enfoque en lo que Él nos está diciendo en este momento.
Es importante que al hablar de productividad hoy te puedas ir con estas verdades:
- No sos lo que hacés o la cantidad de cosas que producís.
- No llenes tu vida de extras, al contrario, eliminalos.
- Sé fiel en lo que tenés que ser fiel.
La clave siempre estará en conocer Su voz, confiar en su dirección y hacer solo “lo que ves al padre hacer”, esta es la verdadera productividad.