El testimonio de Carlos Salinas, directivo de CRU Argentina, revela cómo Dios está obrando en Malargüe a través de profesionales y voluntarios que ponen su vida y sus talentos al servicio del Reino.
El Proyecto Malargüe no surgió de un plan estratégico humano, sino de la dirección de Dios en medio de la oración. Según relató Carlos Salinas, la iniciativa se gestó a partir de la experiencia que CRU Argentina venía desarrollando desde 2002 en el norte del país, en zonas como los Valles Calchaquíes, Salta, Jujuy y Catamarca. Allí aprendieron a organizar, sostener y llevar adelante proyectos de ayuda social y misionera, lo que sería la “escuela” para futuros desafíos.
“Con toda esa experiencia, con todo lo aprendido allí, pudimos dar paso para darle inicio al proyecto Malargüe”, explicó Salinas.
La chispa final vino de la mano de un matrimonio de médicos, Daniela Sama y Marcos Luna. Daniela, oriunda de Malargüe, conoció a Cristo en los pasillos de la Universidad Nacional de Cuyo mientras estudiaba medicina, a través de la obra evangelística de CRU. Ya casada con Marcos, ambos sintieron el llamado de volver a su ciudad natal para servir a Dios desde su profesión. Al conocer el modelo de proyectos en el norte, desafiaron a la organización a replicar algo similar en Malargüe.
Después de más de tres años de oración, el desafío fue recibido como una confirmación divina. “Para nosotros fue como una respuesta de parte de Dios al lugar a donde teníamos que ir a servir”, afirmó Salinas. Así nació un proyecto con la visión de transformar socioespiritualmente una ciudad entera, comenzando por Malargüe y sus distritos.

El corazón de la misión: servir con amor
Malargüe es un departamento de más de 32.000 habitantes, con zonas rurales donde abundan las necesidades básicas. Uno de los primeros pasos del proyecto fue atender los problemas de salud generados por el consumo de agua contaminada en Bardas Blancas, sobre el río Barrancas. A través de la entrega e instalación de filtros purificadores, los voluntarios lograron reducir de manera significativa las enfermedades gastrointestinales en la población.

Pero lo más valioso fue el testimonio que la comunidad percibió. Don Martín, dueño de una hostería donde se hospedaban los equipos, reconoció conmovido: “Bardas Blancas no es igual. Ustedes trajeron paz, alegría, amor y unidad a este lugar”.
Cada acción concreta —ya sea atención médica gratuita, odontología, talleres con mujeres, juegos con niños o la proyección de la película Jesús— fue acompañada por un testimonio de fe. “Todo lo que llevamos era de forma gratuita y ellos lo veían como regalos de parte de Dios a través de la gente voluntaria”, resumió Salinas.

Las escuelas, un campo fértil
Otro espacio clave de transformación fue la Escuela Minera de Malargüe, que reúne a más de 800 estudiantes. Al inicio, los directivos concedieron apenas 15 minutos para dar una charla preventiva sobre suicidio, bullying, drogas y violencia. Sin embargo, al ver la reacción de los alumnos, el acceso se amplió.

“Recuerdo alumnos que lloraban en medio de las charlas, y nuestro equipo los acompañaba, los abrazaba y oraba con ellos. Eso impactó tanto que al año siguiente nos abrieron toda la escuela y después incluso a profesores y a su equipo directivo”, contó Salinas.

Desde entonces, el proyecto cuenta con un lugar de confianza en el ámbito educativo, donde los adolescentes reciben un mensaje de esperanza y contención.
El Evangelio en acción: agua viva y pies lavados
Las donaciones se convirtieron en poderosas metáforas del Evangelio. Salinas relató que al instalar los filtros de agua en las casas, los voluntarios mostraban la diferencia entre el agua contaminada y el agua purificada: “Entonces les empezamos a hablar de los ríos de agua viva que da Jesús y cómo Él puede limpiar sus vidas manchadas por el pecado”.
Otro momento inolvidable fue la actividad inspirada en Samaritan’s Feet. “Le lavábamos los pies a los niños, les poníamos una media nueva y una zapatilla nueva, y les decíamos que eso era un acto de servicio aprendido de Jesucristo. Mientras lo hacíamos, les compartíamos el Evangelio e invitábamos a que tomaran una decisión por Jesús”, compartió.

Una logística que refleja el Cuerpo de Cristo
El alcance del proyecto exige meses de preparación. Cada edición reúne entre 100 y 110 voluntarios, y detrás de ellos hay un equipo de planificación de entre 15 y 35 líderes. Profesionales de diversas áreas —logística, trabajo social, medicina, derecho, administración, política— ponen su conocimiento al servicio de la obra.
“Gracias a Dios por los hijos de Él capacitados y preparados que se disponen para hacerlo. Elaboran el plan, trazan metas, buscan donaciones y difunden la visión. Cada uno aporta su granito de arena para que todo funcione”, dijo Salinas.

La motivación es siempre servir a Cristo. “No lo hacen buscando rédito personal, sino simplemente servir al otro. No importa dejar las vacaciones para ir a Malargüe, porque entienden el principio de servir al estilo de Jesús”, subrayó.
Desarrollar líderes con carácter cristocéntrico
Un aspecto central del proyecto es el crecimiento en liderazgo de quienes participan. A través de programas de formación bíblica y encuentros semanales, los voluntarios aprenden a aplicar principios del Reino de Dios en su vida cotidiana y laboral.
“Lo que vemos es desarrollo de carácter, y eso repercute en sus trabajos y relaciones. Muchos son ascendidos o reciben nuevas responsabilidades porque sirven de manera diferente, con excelencia y amor”, destacó Salinas.
Este carácter se refleja especialmente en el campo misionero: “En Malargüe trabajamos seis días a pleno. A pesar del cansancio y el estrés, los voluntarios siguen tratándose con cordialidad y amor. Ahí se nota el carácter de Cristo en ellos”.

El rol indispensable de la iglesia local
Para CRU, el acompañamiento de la iglesia local es fundamental. Al principio fue un desafío, pero finalmente encontraron un aliado en la Iglesia Monte Sión de Malargüe.
“Ellos nos recibieron, escucharon nuestras necesidades y nos apoyaron en todo. Luego dieron seguimiento a los merenderos y a las personas que recibieron a Cristo durante el proyecto. Incluso algunos se bautizaron”, contó Salinas.
La iglesia se transformó en el lugar donde los nuevos creyentes pudieron integrarse al cuerpo de Cristo y seguir creciendo en la fe.
Desafíos actuales y visión hacia adelante
El proyecto ya cuenta con reconocimiento de las autoridades y de la comunidad, pero enfrenta un desafío concreto: las donaciones. “Queremos llevar 500 kits escolares y solo tenemos 250. También necesitamos kits de higiene y 400 latas de picadillo de carne para los merenderos”, señaló Salinas.
La cuarta edición, a realizarse en 2025, tiene como objetivo principal fortalecer a las familias. Para ello planean proyectar la película Como Flecha en el cine local, con la participación de líderes de Family Life y un equipo de psicólogos y psicopedagogos que ofrecerán consejería a padres y madres.
Además, continuarán con charlas en escuelas sobre bullying, drogas, alcohol y suicidio; talleres de liderazgo dirigidos a la Cámara de Comercio, la Cámara Minera y funcionarios municipales; y actividades en merenderos con la entrega de zapatillas, útiles escolares y kits de higiene.

Un nuevo desafío es integrar el deporte como herramienta de transformación: “Queremos abordar también el área del deporte, porque es vital en la vida de los adolescentes y en una zona montañosa como Malargüe, el polideportivo es un espacio clave para la comunidad”, explicó.
Un proyecto que transforma a quienes sirven
Más allá de lo que reciben las comunidades, el impacto en los voluntarios es profundo. Salinas lo resumió así: “Es un proyecto donde la gente vuelve diferente. Vuelve con un carácter transformado, porque aprendemos a servir al estilo de Jesús”.
El Proyecto Malargüe se ha convertido en un testimonio vivo de cómo Dios usa la obediencia de su pueblo para llevar esperanza, sanidad y unidad a una ciudad entera. Cada filtro de agua, cada par de zapatillas, cada charla en una escuela y cada oración compartida son semillas del Reino que apuntan a un solo centro: Cristo Jesús.
Para más información sobre como participar ingresá a el sitio web de CRU aquí