Todos en algún momento nos hemos hecho preguntas que parecieran tener una diversidad infinita de respuestas con respecto a la oración, puntualmente sobre el mover de Dios y sus respuestas a éstas.
Se han escrito infinidad de libros hablando desde distintos ángulos sobre la importancia de la oración, otros han escrito fórmulas o pasos a seguir para ser más “eficaces” y de esa manera vivir una vida de éxito.
Todos conocemos a cierta persona que pareciera tener el teléfono de Dios porque una y otra vez vemos cómo Dios responde a sus peticiones y, sin embargo, hay otras veces en donde las respuestas no llegan, a pesar de lo ferviente que puede ser la oración, particularmente cuando la situación amerita una intervención divina urgente.
Son en esos momentos donde nos preguntamos ¿Qué hace Dios cuando oramos? Y lo complejo de esta pregunta es que, dependiendo de la mirada que tengamos de Dios, será también la manera en la que percibiremos el mover de Dios en relación a la oración.
Y en este sentido el autor David Wilkinson se toma un tiempo en ilustrarnos sobre la manera en la que percibimos a Dios y por consecuencia Dios debe moverse. Digo debe, porque asumimos que Dios siempre se mueve de la manera en la que creemos.
“El problema es mucho más difícil que el de las leyes científicas cuando intentas entender cómo obra el Señor en respuesta a la oración, porque cuestiona no solo la capacidad de Dios, sino también su voluntad de cambiar el mundo para bien”
David Wilkerson, como científico que es, entiende el mundo de los números, el mundo de lo razonable, en otras palabras, el mundo en donde nosotros, el ser humano, tenemos el control porque entiende cómo funciona el mundo a través de las leyes científicas y, sin embargo, como dice el autor, seríamos locos y tontos si creemos entender cómo funciona el mundo y el universo.
Justamente, Wilkinson nos enseña a lo largo del libro que Dios es alguien misterioso, relacional y cercano pero que no puede ser entendido y comprendido de la misma manera en la que entendemos el mundo con sus leyes y su lógica, porque estaríamos reduciendo a Dios a números y fórmulas.
Y sin darnos cuenta es lo que muchas veces hacemos con la oración, asumimos que Dios se mueve de determinada forma porque con tal persona o con tal movimiento de oración funcionó, pero eso está muy alejado de lo que la Biblia nos revela sobre este tema.
Uno de los ejemplos en lo que concuerdo enteramente sobre la oración y el cómo entendemos a Dios es que: “No se trata de cómo oramos, sino de a quién le oramos y cómo pensamos que el Señor nos puede responder”.
Muchos vemos a Dios como una máquina tragamonedas. Esta es una máquina muy común en los centros de juegos de Las Vegas, donde pululan los casinos que atraen a las personas con la promesa de que un resultado puede cambiar tu vida de manera drástica.
Creemos que al igual que con las máquinas tragamonedas, que, si intentamos lo suficiente, tarde o temprano podremos obtener el resultado que anhelamos. Pero ver a Dios de esa manera es un gran error porque inconscientemente comenzamos a pensar Dios puede hacer algo grandioso en mi vida si yo oro lo suficiente.
“Es un mito que también pone a la persona que ora en el centro de la escena. Actuamos primero en oración para que el Señor luego actúe en la forma en que se lo pedimos. La oración que resulta de ello puede ser bastante prescriptiva, centrada enteramente en nuestras propias necesidades”.
David Wilkinson interactúa con la ciencia y como responde lo milagroso en relación a la respuesta de Dios a las oraciones de los creyentes, pero una y otra vez el autor nos recuerda que: “Nuestro papel es orar y pedir que se cumpla SU voluntad”, no la nuestra, y que la base de nuestra oración debe ser la confianza en las acciones e intenciones de Dios. La confianza es un elemento clave en la forma en la que crecemos y vivimos.
“En el fondo, es una relación que me brinda confianza para pedir, y la confianza de que en ocasiones la respuesta será un no”
“Entonces ¿Qué hace Dios cuando oramos? Y la respuesta es que Él hace y puede hacer muchísimas cosas distintas. Primero Dios sostiene al universo con sus leyes. En segundo lugar, transforma esta creación en una nueva creación. Tercero, y muy importante, transforma a la persona que ora para colaborar en la edificación del Reino. Dios está en lo predecible y lo impredecible y una cantidad de distintos caminos que Él podría escoger para interactuar con el universo”.
En resumen, la oración es una invitación a una conversación transformadora con Él. Dios se involucra en nuestra oración, con todas sus debilidades, egoísmos y aislamientos, para obrar cumpliendo su propósito. Como dice Wilkinson “Prefiero esa conversación (oración) a que no haya conversación alguna.
Orar es también pedir lo mismo que Jesús pidió a su Padre “hágase TU voluntad”. Sin duda alguna, invito a que cualquiera que tenga dudas con respecto a la oración pueda leer este libro para entender un poco más sobre como Dios se relaciona con las oraciones de sus hijos, que en definitiva la biblia nos enseña que la oración no es más que una conversación con nuestro Padre y el camino también como dice Wilkinson para que “Lo mundano pueda ser moldeado por lo santo y, de hecho, volverse santo si permitimos que nuestra voluntad esté en línea con la voluntad de Dios”.
Título: ¿Qué hace Dios cuando oramos?
Autor: David Wilkinson
Páginas: 264
Año: 2017