¿Se puso a pensar lo importante que es la gratitud en nuestro día a día? Cuando una persona a la que le das el lugar en la fila, o el asiento en el micro, dice “gracias”, suena como una recompensa a una labor, a un gesto, y nos pone en una posición agradable. 

Del mismo modo, cuando somos agradecidos con los demás, les estamos diciendo: “seguí así” o “vos podés”. Estas expresiones son alientos al corazón para seguir haciendo de nuestro diario vivir jornadas más placenteras.

En la Palabra de Dios encontramos a Pablo enseñando lo siguiente: 

Y todo lo que hagan, de palabra o de obra, háganlo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios el Padre por medio de él. Colosenses 3:17

Vemos en este verso que el apóstol Pablo anima a dar gracias a Dios por todo, y esa debería ser nuestra actitud. Podemos ser agradecidos con palabras que den valor y afirmen a otras personas, pero también con gestos y actitudes con los demás. 

En la dinámica familiar, que incluye el matrimonio y la relación entre padres e hijos, esta es una herramienta fundamental.

«Son estos pequeños gestos, la actitud de dar un poco más, de caminar la milla extra por el otro, lo que le está diciendo a nuestro cónyugue o a nuestro hijo: ‘sí, me importás’; ‘estamos juntos en esto'».

Jorge y Cecilia Libutzki, pastores CFC Eldorado

Por supuesto que siempre que podamos verbalizar debemos decirlo: “gracias por estar”, “gracias por atendernos”, “gracias por pensar en mí”. ¡Hay que decir más “gracias, gracias, gracias”!

Póngase a pensar en todo aquello por lo que podría agradecer. ¡Cuánto tiempo de estar juntos! ¡Cuántas pruebas que transitaron! ¡Cuántos desafíos sortearon! ¡Cuántas atenciones recibió! ¿No son suficientes motivos para estar agradecidos?

En el hogar hay un sinnúmero de tareas para realizar y alguien las tiene que hacer. Sea agradecido con esa persona que suele cocinar, limpiar, ordenar, educar, animar, acompañar. No importa si es el esposo, la esposa o el hijo. Siempre hay un motivo para agradecer y es una oportunidad para fortalecer las relaciones. De esta manera los vínculos se afirmarán y la conexión será más profunda.

Lo contrario a esta actitud que debemos incorporar en nuestra vida es ser mal agradecidos. Somos mal agradecidos cuando consideramos que lo que hace la otra persona es lo que debe hacer y punto; que es su trabajo para conmigo y no tengo por qué agradecerle; cuando no nos ponemos en su lugar; cuando ignoramos sus esfuerzos; cuando pudiendo ayudar no lo hacemos; cuando pudiendo motivar, callamos; cuando somos injustos en la forma de exigir actitudes y comportamientos en los demás, sin haberlos incorporado primero nosotros.

Para recibir agradecimiento, primero debo ser agradecido.

Jorge y Cecilia Libutzki, pastores CFC Eldorado

Agradecido con Dios por estar vivo y poder vincularme con Su creación, agradecido con mi cónyuge por estar a mi lado y formar parte de mi vida, agradecido con mis amigos y familiares; agradecido con todos, porque de todos tengo la posibilidad de aprender, de compartir y de disfrutar.

Practique el agradecimiento hoy. No espere un momento especial, una cena romántica o las vacaciones. Hágalo constantemente y de corazón. Dígale a la persona que ve diariamente “gracias”, y experimente el despertar de un impulso sobrenatural en su corazón y en el de los demás.

Gracias, parece poco, pero dice mucho.

Jorge y Cecilia Libutzki
Pastores del Centro Familiar Cristiano, de Eldorado (Mnes., Arg.). Desde hace 10 años trabajan en el liderazgo, especialmente enfocados en a las familias. Buscan fortalecer a los matrimonios, ayudándolos a desarrollar un ámbito familiar sano.