El consumo de pornografía por parte de la Iglesia de Cristo no representa un peligro a futuro, lo es hoy. El presente artículo tiene como finalidad mostrar la realidad en la que nos encontramos y desafiarnos a hacer algo al respecto.
“La voluntad de Dios es que sean santificados; que se aparten de la inmoralidad sexual; que cada uno aprenda a controlar su propio cuerpo de una manera santa y honrosa, sin dejarse llevar por los malos deseos como hacen los paganos, que no conocen a Dios; y que nadie perjudique a su hermano ni se aproveche de él en este asunto. El Señor castiga todo esto, como ya les hemos dicho y advertido. Dios no nos llamó a la impureza, sino a la santidad; por tanto, el que rechaza estas instrucciones no rechaza a un hombre, sino a Dios, quien les da a ustedes su Espíritu Santo” (1 Tesalonicenses 4:3-8).
Desde el Movimiento Tabú realizamos una encuesta sobre el consumo de pornografía a más de 4.000 cristianos evangélicos de toda Latinoamérica y España (90% entre 14 y 39 años). Los datos que arrojó son realmente alarmantes y requieren, de parte del liderazgo de la Iglesia, acciones concretas y medidas de emergencia.
¿Por qué es un tema del cual no hablamos?
Luego de trabajar varios años en esta problemática, puedo decir que parte de las razones por las cuales temas como este y otros más que son considerados tabúes y que, además, no son abordados en nuestras congregaciones, tienen que ver fundamentalmente con cuatro cosas:
–Ignorancia
Muchos realmente desconocen la realidad de las personas que lideran, aconsejan y pastorean. No saben que buena parte de la congregación lucha con la pornografía a diario.
–Implicancia
Lamentablemente sucede en algunas ocasiones que quienes deberían hablar del tema, o tal vez convocar a alguien para que lo haga, no lo hacen porque están implicados, porque tienen las “manos sucias”.
–Miedo
“Si hablamos de esto, vamos a excitarlos y luego van a correr a ver pornografía”. Este es otro de los argumentos que encontré como excusa para no hablar de lo que hay que hablar. Creer que, por no sacar a la luz estos temas, estamos protegiendo a nuestros jóvenes y adolescentes es de una gran ingenuidad.
Más temprano que tarde ellos se encontrarán con el oscuro mundo porno.
Gabriel Bustos, Director de JEBA.
Como veremos más adelante, el 99% de los hombres y el 86% de las mujeres consumió porno alguna vez en su vida (cristianos evangélicos), y qué mejor que hacerlo preparados con las armas correctas, informados de manera sana y desde una cosmovisión bíblica.
–Tabúes
Definitivamente son temas que incomodan, que en muchas ocasiones se prohíben. “De estos temas aquí no se habla”, esa frase (y variantes similares) la escuché más de lo que hubiese querido.
Ahora bien, sea por la razón que sea, sigue siendo un tema ignorado, solapado y esquivado. No importa el argumento, lo que sí importa es que no hablar de esto no va a hacer que el problema desaparezca, en realidad, no hablarlo representa exactamente lo opuesto.
En el siguiente gráfico podemos ver cómo para aquellos que consumen pornografía habitualmente, en sus congregaciones se habla menos sobre esta temática que en las congregaciones de aquellos que consumen de forma esporádica o simplemente no consumen.
Si bien la diferencia no es muy importante, es en definitiva una diferencia. Y me arriesgo a decir que, si como líderes y pastores tomamos la iniciativa de abrir el diálogo, de trabajar de forma seria sobre estos temas y no solo brindar apoyo, sino también herramientas eficaces para enfrentar al oscuro mundo porno, veremos cómo los niveles de consumo disminuyen de manera significativa.
Quizás seas de los que digan: “Hermano, lo que pasa es que falta oración…” o tal vez: “Cuando está la presencia de Dios, todo esto desaparece”. Si bien es cierto que, como Iglesia, nos falta tiempo de intimidad con el Señor y que su misma presencia en nosotros es la clave, eso no invalida la necesidad de trabajar de forma seria sobre estos temas.
Nos guste o no, estemos de acuerdo o no, la pornografía infectó a la Iglesia
Gabriel Bustos, Director de JEBA.
Mientras decidimos callar, las familias son destruidas, vidas arruinadas y futuros están siendo truncados. No estamos hablando de forma exclusiva de los jóvenes y adolescentes, de los solteros y/o de los casados. Hablamos también de personas que ya hace tiempo abandonaron sus horas de juventud, de casados, y también de mujeres, si, así es, de mujeres.
Si bien es cierto que las mujeres, en líneas generales, consumen menos pornografía que los hombres, también es cierto que existen muchas realmente adictas al porno (cabe aclarar una vez más que todo lo que estamos diciendo, todo el análisis es sobre cristianos evangélicos).
Debemos ver estas cifras siendo plenamente conscientes de que se trata de nosotros, la Iglesia de Jesucristo. Esto que podemos ver en este gráfico es inadmisible, no debemos naturalizar la inmoralidad sexual, no debemos acostumbrarnos y mucho menos justificarnos.
Es un dato verdaderamente alarmante que el 40% consuma pornografía mínimamente una vez al mes, que casi 1 de 4 creyentes infecte su mente con esta basura una vez por semana mínimamente.
Como podemos ver con claridad, los hombres son los mayores consumidores de este veneno, no obstante, y producto de los altos niveles de consumo por parte de los hombres, no debemos soslayar el hecho de que las mujeres también lo hacen, y no son niveles de consumo bajos, ya que el punto de referencia debería ser: Consumo 0.
Con estas cifras terminan de derrumbarse dos mitos:
1- “El porno es un tema de la juventud y la adolescencia”. Son demoledores los datos de consumo por parte de hombres casados, en pareja, separados, divorciados y viudos.
2- “Cuando me case, se terminará mi problema con el porno”. La realidad derrumba de un solo golpe ese mito, ya que 1 de cada 4 hombres casados o en pareja ven porno 1 vez por semana mínimamente, y cerca de la mitad de ellos lo hacen 1 vez por mes mínimamente.
El dato a tener en cuenta (y hacer algo al respecto) es que el 93% de los hombres y el 71% de las mujeres vieron porno por primera vez antes de los 16 años. Este dato no puede pasar desapercibido, esto debe impulsarnos a trabajar en la anticipación y en la prevención.
Como dato complementario quiero sumar cifras del trabajo de investigación que realicé para mi libro La verdad sobre la pornografía:
Frente a la pregunta “¿Cómo fue tu primer encuentro con la pornografía?”:
Estos números deben conducirnos a algunas medidas:
-Debemos hablar sobre estos temas mucho antes de que lleguen a la edad de 16 años.
-En el caso de los hombres, debemos trabajar en sus vínculos, en fortalecerlos para aprender a decir no.
-La curiosidad es intrínsecamente humana, y más aún a temprana edad, la información sobre sexualidad que no brindemos nosotros, la buscarán en el oscuro mundo porno.
-Debemos tomar las medidas que sean necesarias para evitar los “accidentes”.
La educación sexual sana y a temprana edad previene, prepara y educa de forma correcta. Como Iglesia, debo decir que ya estamos llegando tarde, necesitamos revertir esta tendencia, necesitamos sacar todo a la luz, abrir espacios para hablar de forma abierta, directa, sin rodeos, sin miedo, sin eufemismos, con fundamentos bíblicos y con argumentos sólidos.
La información no hará que nuestros jóvenes y adolescentes corran al porno, tampoco podemos escudarnos detrás del argumento que muchos aún sostienen: “Lo que pasa es que es un tema muy fuerte”, “Son temas delicados…”. Para serte totalmente franco, en todos estos años que llevo hablando en toda la Argentina y últimamente en Latinoamérica lo único que recibí de parte de los jóvenes y adolescentes fue agradecimiento y comentarios como los siguientes:
“Gracias por hablar de estos temas”. “Qué bueno que alguien por fin se anima”. “Hacía mucho tiempo que necesitaba que alguien hablara de esa manera”.
Estas palabras no tienen que ver conmigo, sino con la gran necesidad no satisfecha que tienen. Ellos necesitan escuchar que este y otros temas son abordados desde el seno de la Iglesia, y si ésta no lo hace, encontrarán rápidamente otras fuentes de información.
¿A quiénes les hace ruido?, ¿a quiénes les incomoda hablar de esto? Créeme que a los jóvenes y adolescentes no. A quienes sonrojan estos temas es generalmente a aquellos que no tienen la conciencia limpia, quienes fueron educados de una manera muy conservadora y/o a aquellos que fueron infectados con el peor de los virus, la religiosidad. Pero hay esperanza, y creo que la hay porque estás leyendo esto, porque te sumaste al movimiento Tabú y porque sé que vas a hacer algo al respecto.
Quiero proponerte que si crees que Dios te llama a hacer algo con respecto a esto, hables con Él y pidas su guía.
Quiero desafiarte a que te juegues, te animes a levantar la bandera de la santidad.
Quiero animarte a capacitarte en estos temas y llevar todo a la luz.
Quiero que seas parte del movimiento Tabú.
Si quieres profundizar estos temas, puedes adquirir el libro: La verdad sobre la pornografía publicado en Amazon.