Al nacer de nuevo y ser regenerados por Su Espíritu, nuestra naturaleza cambia y empieza a operar en nosotros la naturaleza misma de Cristo.
Antes de la cruz vivíamos de promesas, pero hoy vivimos la realidad de vida por Su obra. Hemos escapado de la corrupción de Adán en nosotros y hemos sido hechos partícipes de Su naturaleza. La vida de Cristo opera en nosotros.
«Porque Cristo es nuestra paz…» Efesios 2:14 NVI
Cristo es nuestra paz, como escribe Pablo a los Efesios. La paz no es algo ni un estado; es Alguien: Cristo. No se trata de una emoción ni una realidad donde todo está resuelto, ni depende de situaciones externas. La paz es parte de nuestra naturaleza interna e inconmovible. No es ausencia de tribulaciones, sino el conocimiento de los diseños de Dios y la certeza de que todo colaborará con Su Propósito Eterno en Cristo. Dios es Padre y diseñó la paternidad como agentes de paz. Los padres están llamados a ser referentes y agentes de paz para sus generaciones.
Pablo inicia su poderosa carta a los Efesios (Efesios 1:1-2) estableciendo que Dios es Padre. Y es Dios de paz. La paternidad según Dios no se trata de un hijo biológico, sino de un diseño, un plan y un Propósito Eterno. La paternidad implica una autoridad para preservar la vida. Los hijos deben ver a los padres como quienes los guían a crecer en un diseño. Esta paternidad debe surgir de un plan eterno, no de una necesidad o irresponsabilidad biológica.
El primer hombre se perdió porque fuera del huerto se quedó sin el que tenía los planos del diseño: Dios. Su desobediencia lo hizo independiente, pero sin rumbo. Así, el ser humano vive sin precisión, sin entender el propósito.
Es necesario que estemos maduros y atentos para escuchar el diseño eterno de Dios para nuestra paternidad. La familia es una alegoría de realidades espirituales y debemos vivirla alineados a lo eterno y no a lo temporal. Comprendamos que la paternidad según Dios es una construcción entre padre, madre e hijos como un cuerpo, un sistema. Cuando surgen conflictos o crisis, uno puede asumir la paternidad y marcar el rumbo hacia el Propósito Eterno: ser familias que expresan a Cristo como Señor.
Sin entendimiento del diseño de Dios para la familia y sin compromiso con Su propósito eterno, terminamos mirando lo temporal y mirándonos a nosotros mismos, en actitudes de hostilidad. Si no comprendemos el diseño de Dios, otros formarán ese diseño en nuestros hijos.
Los padres hemos sido diseñados para preservar tanto la vida biológica como la vida Zoe, la Vida de Cristo en nosotros. Tenemos la obligación de guiar a nuestros hijos hacia una vida de paz. La paz de Dios es un estado gubernamental en nuestro espíritu, es Cristo en nosotros, guiándonos hacia Su propósito eterno. No es tener todo resuelto emocionalmente o en circunstancias naturales.
Cristo es nuestra paz. La paz es una Vida, no un sentimiento.
Debemos enseñarles a nuestros hijos que la paz también se relaciona con el propósito de vida. Que nos vean comprometidos y trabajando en el Propósito Eterno de Dios. Nuestro trabajo verdadero consiste en edificar el Cuerpo de Cristo (ver Efesios 4:13 y 1 Pedro 2:4-5).
La paz es nuestra nueva vida: Cristo en nosotros. Desde nuestra unión con Cristo, nos transformamos en nuevas criaturas. Nos debe quedar claro que el Reino no tiene paz sino que es paz.
El sistema del mundo opera en enemistad, engaño y rivalidad, desde el primer Adán. En todos los ámbitos, ya sea el matrimonio, las empresas o la política, vemos la separación a causa de estos factores. Incluso el sistema religioso profundiza divisiones a través del engaño. La ciencia y la tecnología, en su avance, también están basadas en la enemistad y la competencia.
Cada área de la vida humana está guiada por la justicia propia y la conciencia del bien y del mal. Por eso, podemos concluir con certeza que la humanidad, sin Dios, siempre estará atrapada en enemistad, engaño y rivalidad. En Cristo, en cambio, encontramos la reconciliación, la paz, la verdad y la vida. Esto lo entendemos al comprender la cruz.
Trabajemos como familias para que nos defina ser hombres y mujeres de paz. Seamos familias de paz.