¿Qué nos mueve a emprender? ¿Cuál es el basamento del proyecto? Las respuestas serán muy diferentes, pero una clave que hará que nuestros esfuerzos tengan oportunidades de convertirse en aquello que soñamos es el servicio.
Hoy les propongo un ejercicio que es parte de la acción, que debería ser una constante en su desarrollo y no solo la inicial de un proyecto. Por eso, si aún crees que no tienes lo suficiente, quizás esto sea un buen punto de partida para proyectar. Esta llave es importante tanto en el ámbito laboral como en todas las áreas donde sea esencial la relación con otros.
¿De qué manera lo que hago o produzco solucionará problemas de los demás?
El ejercicio propuesto consiste en responder esta pregunta. Si bien es cierto que todas tenemos distintos dones, habilidades e incluso herramientas a nuestro alcance, la simple mezcla de estos ingredientes quizás no dé el fruto esperado.
Podemos frustrarnos y creer que no somos lo suficientemente buenas cuando transcurrido un tiempo no vendemos lo que producimos o no somos contratadas por el servicio que proponemos, por ejemplo. Y es que muchas veces partimos de lo que creemos que los potenciales clientes buscan o lo que pensamos que les convendría, y no hacemos el esfuerzo de escuchar e investigar qué están realmente necesitando.
Al dicho de que “El cliente siempre tiene la razón” le agregaría que es él mismo el que tiene el potencial de desarrollarte. Hace ya muchos años que se enseña y se espera que tanto los nuevos emprendimientos como los que están en marcha puedan responder claramente “qué problema soluciona”. La respuesta a lo anterior es sin lugar a duda, uno de los condimentos esenciales (yo creo es el principal, junto al equipo) para tener éxito, para poder crecer.
Cuántas veces escucharon a personas diciendo que “no pudieron avanzar porque los clientes no entienden su producto”, que “no se dan cuenta cuánto lo precisan”, que “no lo valoran por ignorancia” o que “son demasiado tacaños”, entre tantas excusas de frustrados inicios o intentos de introducir algo nuevo al mercado.
¡Yo te ayudo!
¿Por qué ocuparnos tanto de imponer lo que yo creo que es lo que otros necesitan, en vez de buscar la llave del crecimiento en el servicio? Mi producto debería llevar por apellido “¡yo te ayudo!”.
En un encuentro hace pocas semanas, una emprendedora me preguntó: “¿Cómo podemos distinguirnos si todos hacemos ‘lo mismo’?”. Si soy pastelera puedo verme rodeada de panaderías que me harán creer que lo que hago no tiene valor, igual si estampamos remeras o damos clases de inglés.
«Cualquiera sea el proyecto, necesitamos buscar diferenciarnos (¡acción intencional y permanente!)»
Introduciendo algo por lo que el otro decida pagar y nos elija por encima de la competencia.
Innovación y creatividad, buscar modificar un producto o proceso ya existente para introducir mejoras o crear algo nuevo y que personas estén dispuestas a comprarlo.
«Generalmente pensamos en que innovar está de la mano con nuevas tecnologías, pero, aunque estas son grandes herramientas para alcanzarlo, no se trata solo de esto»
Podemos preguntarnos: ¿Cuál es el producto o servicio que hoy suple lo que busco producir con mi proyecto? Trabajar desde esa solución y agregar mejoras, eso también es innovar. A modo de ejemplo, nuestra propuesta de valor superadora puede basarse en cómo le llega la mercadería al cliente, cómo lo puede pagar, con qué rapidez lo recibe o cómo es la experiencia de atención antes, durante y luego de la compra.
Escuchar – detectar – innovar. Y vuelvo a empezar. Salgamos del modo avión (o modo automático, repetir mecánicas que pueden ser mejoradas) y seamos cazaproblemas para crecer. Fuimos creadas únicas y a imagen y semejanza del más grande Creador, está en nuestro ADN innovar y solucionar, crear y escalar.
Derribemos esas excusas a las que estamos dando demasiada importancia desde hace un tiempo y ¡animémonos a hacer cosas nuevas!