Como en todas las relaciones humanas, el liderazgo cristiano no está exento de caer en conflictos, especialmente entre el pastor y los colaboradores o auxiliares.
Independientemente del sistema eclesial que adopten las comunidades de fe en cuanto al cumplimiento de su misión (visión celular, visión ministerial, visión mixta, etc., etc.) es prácticamente imposible que de tanto en tanto no surjan conflictos interpersonales que en muchos casos se pueden evitar.
A lo largo de mi servicio al Señor he podido observarlos (y en algunos casos, protagonizar):
1.El error del “despotismo” pastoral. Aunque el término suene muy fuerte, muchos liderazgos pastorales, especialmente en América Latina, son o se “convierten” en despóticos.
«De una manera simple lo podemos traducir como una confusión entre la autoridad y el abuso de autoridad, que es algo radicalmente diferente»
Néstor Golluscio, pastor en la Iglesia Pueblo Nueva Bahia
Muchos pastores le han dicho literalmente a sus colaboradores que ellos no están para opinar ni para pensar sino para obedecer y esto, a la corta o a la larga, produce conflictos y heridas espirituales. El despotismo pastoral aumenta su nivel cuando los pastores reemplazan a los colaboradores por sus hijos o familiares ( que no tienen los dones ni las cualidades necesarias para el ministerio) pasando a un nivel de “nepotismo” ministerial.
2. El error de la “presunción”( 1). El entusiasmo y las ganas de servir al Señor provoca que muchos hermanos asuman un rol de liderazgo “presumiendo” o dando por sentado cuáles son sus responsabilidades y acciones sin que el líder principal (el pastor) se las haya definido. Esta actitud casi sin excepción produce conflictos cuando las expectativas mutuas ( que no estaban escritas ni enunciadas en ninguna parte) no se cumplen.
3. El error de la “presunción” ( 2). Existe en muchas comunidades de fe el error de creer que el pastor principal, como si fuera omnisciente, tiene conocimiento e información de todos los miembros de la grey. Y cuando se manifiesta un pecado evidente, de cualquier tipo, especialmente en el liderazgo, y el pastor no toma medidas correctivas ni disciplinarias.
«se llega a la equivocada conclusión de que este está “encubriendo” el pecado de ese hermano, cuando en realidad lo desconoce por completo»
Néstor Golluscio, pastor en la Iglesia Pueblo Nueva Bahia
A lo largo de mi ministerio ( casi cuarenta años) solo dos hermanos ante una situación como la que describí me vinieron a preguntar si tenía conocimiento e información y en los dos casos no los tenía. Este nivel de presunción genera conflictos y divisiones.
4.El error de la “absalonización”. Adjetivar y verbalizar el nombre del tristemente célebre Absalón nos sirve para describir el error que muchos líderes cometen al codiciar el “puesto” del pastor principal bajo pretexto de que se harían mejor las cosas, se pastorearía mejor , etc., etc.
En Argentina tenemos una expresión que se llama “ serruchada de piso” y aunque en los valores del Reino muy pocos de esos intentos de ocupar lugares que no corresponden en realidad prosperan, le hacen un gran daño a la unidad de la iglesia y tienen consecuencias dolorosas.
5.El error de la deslealtad. Emparentado con el punto anterior la actitud de deslealtad de los líderes hacia el pastor y del pastor hacia los líderes es siempre generador de severos conflictos en la iglesia. Ahora, es necesario definir la lealtad no como adulación, no como “alcahuetería” , no como la actitud de decir “sí, sí , sí” a todo lo que el líder dice.
«La lealtad es mantener fidelidad relacional con nuestros hermanos y hablar cuando haya que hablar, decir lo que haya que decir con amor y con verdad»
Néstor Golluscio, pastor en la Iglesia Pueblo Nueva Bahia
Las “unciones” no se tocan, pero las conductas sí hay que examinarlas. Nuestros ministerios crecerían mucho en madurez si practicamos la verdadera lealtad.
6. El error de la falta de supervisión. Sin caer en el “despotismo” es necesario que en todo ministerio serio haya una sana supervisión. Es un error creer que se pueden desarrollar proyectos ministeriales sin la necesidad de dar cuentas ni de ser fiscalizados.
«Son muy pocos los líderes que alcanzan un nivel de compromiso y madurez que realizan su tarea sin necesidad de que lo supervisen»
Néstor Golluscio, pastor en la Iglesia Pueblo Nueva Bahia
La falta de control puede generar importantes conflictos. Aunque a la mayoría de nosotros no nos agrada el término ”control” si lo aplicamos como sinónimo de supervisión vamos a mejorar nuestros ministerios.
7. El error de generar expectativas erradas. Aunque este error se puede relacionar con los puntos 2 y 5, he observado que ciertos líderes (pastores) han asumido responsabilidades en congregaciones esperando una visa para un ministerio en el exterior. Esto sin que la grey lo supiera y creando una expectativa de largo plazo cuando en realidad “la cabeza” del líder estaba en otro lado, percibiendo luego la congregación un menosprecio que genera conflicto.
8. El error de la “perpetuidad” en el ministerio. Una congregación sana generará nuevos ministerios y promoverá nuevas generaciones. Cuando los pastores no comprenden esa verdad y se quieren perpetuar en el ministerio haciendo de ellos mismos el centro de la obra caen en groseros errores y en conflictos relacionales de magnitud.
Como alguien muy sabio alguna vez me dijo, no hay que dar un paso al costado, hay que dar un paso adelante asumiendo nuevas funciones y dejando fluir los nuevos dones y ministerios.
9. El error de la “ansiedad” por constituir un liderazgo. Cuando las congregaciones son pequeñas y comienzan a crecer y llegan hermanos de otras congregaciones es muy común el error, por la ansiedad, de “organizar” un liderazgo y colocar apresuradamente en este a hermanos que deben sanar procesos dolorosos recientes. Ellos, naturalmente por su falta de sanidad, terminan originando conflictos.
10. El error de creer el “cuento” de la punta de la pirámide en ministerios que nunca buscan consejos ni reconocen a ningún líder por encima de él. Cuando no caen en groseros pecados terminan generando un conflicto interior en la iglesia.
Las comunidades de fe, aquí en la Tierra, siempre estarán expuestas a conflictos relacionales, pero muchos de ellos, como los aquí mencionados, pueden ser evitados con la gracia y la ayuda de Dios.