Para algunos, decidir asuntos trascendentes en la vida no es tan fácil como para otros.
¿Conoces a alguien que hace años que está en el mismo trabajo y en muchas oportunidades quiso cambiar, renunciar, cambiar de rubro, comenzar un proyecto personal o un emprendimiento, y vez tras vez no pudo tomar esa decisión determinante?
Hay muchas personas que intentan dar un giro en su vida y parecieran estar atados de pies y de manos. La incertidumbre, los temores y los propios obstáculos impuestos por la realidad, parecieran no dejar a estas personas tomar una determinación.
Para ellos, decidir asuntos trascendentes en la vida no es tan fácil como para otros. Es verdad que todos en algún momento de nuestra vida sentimos que no vamos a poder tomar alguna decisión importante. Pero en estos casos que señalamos, el asunto es verdaderamente un problema.
De modo que me gustaría hablarles en este artículo a quienes luchan a lo largo de su vida con el titubeo constante a la hora de decidir. Lo que debemos comprender es que no tomar decisiones es también una forma de hacerlo, ya que la vida en sí es una constante toma de determinaciones, desde algo simple y cotidiano como elegir qué ropa ponerse hasta tomar resoluciones que van a impactar en nuestro futuro.
Dicho esto, es importante comprender que la incapacidad para decidir implica inmovilidad y bloqueo para la persona. Por lo tanto, es fundamental poder tomar decisiones para avanzar hacia nuestros sueños, proyectos y aspiraciones.
Conozco algunas personas que hace años que quieren, que desean y anhelan cambiar de trabajo, por ejemplo. Y vez tras vez, su discurso es el mismo: “Quiero cambiar de trabajo, no doy más con esta situación”. Pero pasa el tiempo, pasan las circunstancias y esas personas siguen estáticas en el mismo punto, como si el tiempo se hubiese detenido, pero no, sigue en constante avance.
Dificultades que pueden impedir tomar un decisión
Quisiera mencionar algunas dificultades que pudieran experimentar las personas en esta situación de indecisión, las cuales pudieran hacer que ellos no tomen finalmente ninguna determinación.
La primera dificultad, y muy importante, es el temor de fracasar, el miedo a equivocarse. Cuando sucede esto, nos paralizamos, y se activan algunos mecanismos psicológicos que nos dejan inmóviles, y por supuesto nos inhiben totalmente para tomar riesgos.
Hay riesgos desmedidos, pero hay otros inevitables. No saber distinguir entre uno y otro es preocupante. Pero más grave aún es no comprender que una medida de riesgo en el proceso de toma de decisiones es indispensable.
Las personas que temen de manera exacerbada al riesgo, generalmente, muestran rasgos perfeccionistas y autocríticos. En ellas, los autorreproches son los grandes protagonistas de sus pensamientos. Estas personas tienden a la postergación crónica en la toma de decisiones.
Algunos pensamientos son muy comunes en los individuos que tienen dificultad para decidir.
Paula Zuccherino, licenciada en psicología clínica.
Solo imaginarse un posible fracaso produce en estos temperamentos el anticipo de escenarios futuros catastróficos, donde simplemente pensar en equivocarse provoca un sentimiento de frustración irreparable.
Estas personas sienten que pierden el control, lo que a su vez puede provocarles en muchos casos episodios de angustia, ansiedad y malestar. Les importa demasiado la mirada del otro y solo de pensar en quedar expuestos por haber tomado una mala decisión produce en ellos una elevada inestabilidad.
En estos casos es vital trabajar sistemáticamente para aprender a desarrollar niveles saludables de tolerancia al error, y transformar lecturas mentales de fracaso y frustración en experiencias de aprendizaje y crecimiento.
Factores psicológicos que pueden intervenir en la toma de decisiones
La autoestima, nuestra valoración personal, es sumamente importante para la correcta toma de determinaciones. Una adecuada autoestima, sin excesos de confianza y sin ideas auto devaluatorias de nosotros mismos es vital.
También el equilibrado manejo de nuestras emociones va a determinar el tipo de resoluciones que tomaremos. La correcta seguridad en uno mismo, conscientes de nuestras habilidades y aptitudes, nos aportará la confianza necesaria para afrontar las consecuencias de nuestras decisiones.
Existen escenarios que no podemos controlar a la hora de tomar una determinación
Paula Zuccherino, licenciada en psicología clínica.
Esto sucede dado que la realidad representa a veces un caos que requiere más bien flexibilidad en lugar de intentar insistentemente que las cosas se adapten a nuestros gustos. Por lo tanto, si nuestro proceso en la toma de decisión fue bueno, sea cual sea el resultado, en todos los casos significará un aprendizaje para nuestra vida, el cual desarrollará una mejor capacidad para seguir tomando resoluciones y avanzar hacia nuestros sueños y proyectos.
Este proceso se denomina retroalimentación, y lo único que requiere es seguir constantemente tomando decisiones. Recordemos que equivocarse es humano y que no tomar una resolución, es también decidir.
Somos nosotros quienes debemos optar por vivir en base a circunstancias o en base a convicciones. No permitas que el desánimo, los errores cometidos en el pasado o las circunstancias momentáneas te inhabiliten para avanzar, para crecer y fundamentalmente para tomar determinaciones.
No nos entreguemos a un espíritu de temor. Estamos revestidos en cambio de un espíritu superior de amor, de poder y de dominio propio. Con estos atributos de la dignidad de Dios en nuestra vida te aseguro que tenemos lo suficiente para ser valientes, determinarnos, decidir y avanzar hacia nuestro propósito.