Un nuevo episodio en nuestro living donde Sebastián Liendo conversó con Samuel sobre su encuentro con Jesús, su rol en las iglesias perseguidas de Medio Oriente, su experiencia en Irán y la Iglesia hoy en el mundo.
Separados del Cuerpo
Samuel: Vi de muy cerca el peligro que era estar disociado de la Iglesia o estar fuera del cuerpo. Personas muy cercanas salieron de la iglesia, no la institución, sino el cuerpo, y vi lo caro que puede llegar a salir ser independiente, no pertenecer.
Hoy usamos la palabra cobertura como algo que está debajo. Yo prefiero usar la cobertura como algo que te rodea y que te va cuidando de eso. Entonces, una de las primeras decisiones que yo me acuerdo que tomé fue pertenecer a una iglesia local, pertenecer a una vida de discípulo, de tener pastores, de confesar pecados, porque me equivoqué un montón de veces, pero cada vez, por más horrible que fue el pecado tratar eso y no esconderlo, aunque mi instinto primario era esconderlo y defenderme.
Pero yo creo que esas son cosas, habilidades que el Espíritu Santo ponía en mí. También tenía buenos pastores que el Señor me rodeó de gente con temor de Dios a quien honro. Dios pone en cada etapa de tu vida este tipo de personas, y qué bueno que fue Dios porque me podía haber pasado cualquier cosa, pero puso gente tan llena de temor de Dios, de amor por la santidad, por el cuerpo, de amar la Iglesia, y yo creo que también con quién andas se te va pegando.
Entiendo que la iglesia está despertándose como a re-entender, y no es algo que alguien está hablando, como Dios está comenzando a re-hablar. Desde hace mucho tiempo veo que hemos entendido o disminuido el discipulado a lecciones de Biblia, o a enseñanzas, no sé si por falta de confianza en el Espíritu Santo, pero en realidad el discipulado es compartir vida, es caminar juntos.
Nunca te gradúas o dejas de ser discípulo, siempre que vos te entiendas dentro de un cuerpo y entiendas el someterte el uno al otro, vas a ser discipulado, porque discipulado es la formación de carácter de Cristo en mi vida. Eso nunca tiene un fin, es una expresión mucho más orgánica, mucho más profunda que simplemente lecciones.
La Iglesia en Irán
Samuel: Hubo momentos en la iglesia de Irán donde había un montón de iglesias en casa. Hoy Irán tiene la iglesia más rápida de crecimiento del mundo.
Antes de la pandemia habían como 25.000 casas-iglesias, hoy hay más de 2 millones de casas-iglesias en Irán o mucho más también, no lo sabemos, no hay forma de contarlos.
Samuel Nielsen
Seba: ¿La gente se convierte por los círculos cercanos?
Samuel: Irán es un régimen islámico, todas las leyes del país se basan en la sharía, en la comprensión de las leyes del Corán y de los hadices. Las leyes son muy claras con respecto a los judíos o a los no cristianos, o abandonar el Islam. Hay que tener mucho cuidado, porque por tener una Biblia te sentencian a ocho años de prisión, y por predicarle a alguien hasta te pueden matar. No se puede, está prohibido por ley.
Entonces la iglesia crece mucho, pero generalmente y algo que para mí es una locura, por medio de sueños y visiones que confrontan a la persona. Nunca en mi vida vi un país o un pueblo que tenga tantos sueños y encuentros con Jesús.
Nosotros con mi esposa vivimos la última década plantando iglesias en Turquía, con refugiados iraníes y afganos. Hemos pasado muchos años ahí y en un momento me acostumbré a que venga gente a decirme “tuve un sueño con Jesús”. Tenían sueños con Jesús, pero un montón. Por semana era un promedio de dos o tres personas, a veces más que tenían un sueño con Jesús, en el que se les había aparecido. Un montón de historias diferentes, algunos sueños y algunas visiones.
Entonces nosotros en el Medio Oriente, con los musulmanes específicamente en mi caso, esperamos a que la gente nos pregunte. Lo primero que hacemos para predicar el Evangelio es orar intencionalmente por la persona. Pero en segundo lugar, lo que esperamos es que esa persona venga al desierto, venga a escuchar y ahí cuando empieza a preguntarte “¿por qué?, ¿por qué esto?, ¿por qué aquello?, ¿por qué?”, lo primero que hablamos es de nuestro pecado y de lo que Jesús hizo en nuestra vida. Hemos encontrado que el testimonio personal, si bien no es el evangelio, es una puerta hermosa para poder entrar hacia él..
Y así muchos musulmanes que tienen a un Jesús totalmente desfigurado, o en nuestra sociedad, que tenemos otro pensamiento de Jesús, cuando lo ves a Jesús en la vida de alguien, actuar en su vida y conectas con esa persona, con esa historia, es mucho más fácil para vos poder ver tu miseria, tu pecado y eso nos da muchísimo resultado.
Los puntos claves del discipulado para avanzar
Samuel: Muchas veces la gente cree que el discipular es entregar una información, entonces tengo que llenarlo con información y tiene que cubrir cierto tiempo de estudios teológicos, lo cual es importante, pero el discipulado no se encuentra en eso. La libertad que necesitamos en Dios se encuentra en relaciones, no con un maestro enseñando a alumnos, sino en una relación donde la gente abre su corazón diciendo “mira, tengo algo que necesito, puedes orar por esto”.
En las relaciones es donde se encuentra libertad, entonces el modelo griego es un maestro frente a unos alumnos, lo cual hemos adaptado en la universidad. Pero el modelo hebreo es un rabí caminando con un círculo y hablando de la vida diaria, cotidiana. El sembrador, el pescador hablando de la vida misma. Entonces el problema es cuando creemos que el discipulado está en la formación, tendremos cristianos informados pero no transformados y la transformación viene de una relación.
La maduración de la Iglesia
Samuel: Creo que la Iglesia sigue madurando. Hoy usamos batería y hace 40 años no se usaba. Mi abuelo tocaba el armonio en la Iglesia Bautista. Hoy tenemos sintetizadores y pantallas. En esas cosas la iglesia fue creciendo y yo creo que en todo vamos haciéndolo.
El entendimiento de la Gran Comisión, de hacer misiones, ha sido lo que la Iglesia ha entendido. Entonces, sin desmerecer lo que hemos entendido antes, podemos construir sobre eso lo que Dios nos está hablando hoy. Es verdad que nosotros por mucho tiempo hemos reducido la visión de la Gran Comisión a una tarea de ayuda social. Y no está mal ayudar a alguien, de hecho, es parte, pero del principio. Los primeros envíos de Jesús tenían que ver con ayuda social, pero cuando ya los apóstoles entran en madurez les habla de discipulado. Yo creo que podemos construir sobre lo que ya se hizo, se ha hecho mucha ayuda social, pero ¿cuántos discipulado hemos hecho de eso?
Nuestro fin no es darle solamente de comer al pobre, sino que se encuentre con Cristo, que se haga discípulo, darle el agua de vida eterna. La Iglesia está entrando en un hundimiento del beneficio que es el discipulado. Nos falta esa parte. Muchas veces hemos llevado proyectos misioneros a todo el mundo y la pregunta de fondo es ¿en qué difiero yo de tal o cual organización internacional que hace ayuda social?