“Y ahora hablemos del ayuno… cuando por un motivo espiritual te abstengas de tomar alimento, no lo hagas en público como los hipócritas… cuando ayunes, vístete de fiesta, para que nadie, excepto tu Padre, se dé cuenta… Y tu Padre… te recompensará”, Mateo 6:16-18 (NT BAD).
¿Estás conforme con tu vida espiritual? Esperamos que tu respuesta sea un “no” pues existen bendiciones que Dios desea liberar sobre tu vida, familia y ministerio, pero no lo hará hasta que aprendas a disfrutar de la comunión íntima mediante las disciplinas espirituales.
Por ejemplo, la oración y el ayuno tienen el poder de llevarnos a una relación más profunda, cercana y poderosa con Dios. En otras palabras, la oración combinada con el ayuno desbloquea el espíritu para volvernos más sensibles en nuestra relación con Dios.
¿Qué bendiciones nos estaremos perdiendo por no combinar las disciplinas espirituales de la oración y el ayuno? Cuando se trata de conquistar batallas y lograr protección el ayuno es el camino correcto.
Esdras dijo: “Di órdenes de que todos ayunáramos… le pedimos a Dios que nos diera un buen viaje y nos protegiera en el camino… Así que ayunamos y oramos intensamente para que nuestro Dios nos cuidara, y él oyó nuestra oración”, Esdras 8:21-23 (NTV).
Lo mismo sucedió con Josafat, quien apeló a la protección de Dios cuando un poderoso ejército le declaró la guerra: “Josafat… le suplicó al Señor… y ordenó a todos en Judá que ayunaran”, 2º Crónicas 20:3 (NTV). ¿Y qué sucedió? Dios peleó por ellos: “Ustedes ni siquiera tendrán que luchar… quédense quietos y observen la victoria del Señor…”, 2º Crónicas 20:17 (NTV).
Cuando Daniel supo que llegaba la hora de la finalización del destierro en Babilonia ayunó pidiéndole a Dios que cumpliera su palabra y liberara a su pueblo: “Un día, yo estaba leyendo el libro del profeta Jeremías. Cuando llegué al pasaje donde Dios le anuncia al profeta que Jerusalén quedaría destruida durante setenta años, decidí ayunar. Luego… comencé a pedirle a Dios por mi pueblo”, Daniel 9:1-3 (TLA). ¿Y qué sucedió? Dios escuchó la oración del profeta e Israel retornó a su tierra.
Faltó oración y ayuno
¿Te acuerdas del niño endemoniado que los discípulos de Jesús no pudieron liberar? Jesús aseguró que faltó oración y ayuno: “Sus discípulos le preguntaron aparte: “¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?”. Y les dijo: “Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno”, Marcos 9:28-29.
Ahora bien, asocia este pasaje con aquel que dice que el Espíritu llevó a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. Para Jesús fue muy sencillo echarlo porque estaba en oración y ayuno. ¿Te das cuenta? Si Jesús hubiera podido lograr todo lo que vino a hacer sin ayuno, ¿por qué entonces ayunaría?
Jesús sabía que hay cosas que no serían liberadas de otra manera que no sea orando y ayunando. Si el ayuno fue una práctica habitual en Jesús, ¿cuánto más debería serlo para nosotros?
José Luis Cinalli, pastor de la iglesia de la Ciudad.
La oración y el ayuno te permiten oír la voz de Dios con claridad. Durante un ayuno de cuarenta días Moisés recibió los diez mandamientos: “Moisés se quedó en el monte con el Señor durante cuarenta días y cuarenta noches. En todo ese tiempo, no comió pan ni bebió agua. Y el Señor escribió en las tablas de piedra… los diez mandamientos”, Éxodo 34:28 (NTV).
Durante un ayuno de tres días Pablo fue lleno del Espíritu Santo, Hechos 9:8-17. Daniel tuvo nuevas revelaciones solo cuando agregó a sus constantes oraciones el ayuno, Daniel 10:12-14 (PDT).
La iglesia primitiva ayunó: “Pablo y Bernabé también nombraron ancianos en cada iglesia. Con oración y ayuno, encomendaron a los ancianos al cuidado del Señor, en quien habían puesto su confianza”, Hechos 14:23 (NTV). ¡Y nosotros deberíamos seguir su ejemplo!
Finalmente, de entre todos los beneficios de la oración y el ayuno hay uno que no podemos ignorar: ¡preparan el camino para el avivamiento y la llenura del Espíritu! El ayuno libera unción, favor y provisión milagrosa de Dios.
José Luis Cinalli, pastor de la iglesia de la Ciudad.
El ayuno es un constante medio de renovarse espiritualmente. Te hará ver cuán débil es nuestro cuerpo, te ayudará a ver tu propia maldad, aumentará tu dependencia de Dios y te hará regresar al primer amor. Cuando practicas la oración y el ayuno, las raíces de tu relación con Jesús irán más profundas.
Si quieres ser un adorador, es decir, algo más que un creyente dominguero, debes saber que existen dimensiones de nuestro glorioso Rey que nunca serán reveladas al adorador casual y desinteresado. Las bendiciones sobrenaturales de Dios no llegarán si no estás dispuesto a buscarlo intensamente en oración, vigilias y ayuno.