El cantautor colombiano logró impactar a mucha gente en América Latina y el mundo entero a través de sus letras repletas de vivencias personales, personajes reales y porciones de la Escritura. Con una mirada tan profunda como sus canciones, el músico analizó algunos tabúes dentro de la cultura cristiana, contó acerca de las dudas a las que se enfrentó al comenzar su carrera y adelantó los nuevos proyectos que tiene junto a su banda.
LC: Saber a qué se quiere dedicar una persona es una tarea compleja de por sí, cualquiera sea la edad de quien se lo esté preguntando. Pero, aun si eres de los pocos que saben a temprana edad las cosas que te apasionan, es muy probable que te falte fe para encarar ese sueño. ¿Cómo fue el momento en que te decidiste, allá por 2010, a trabajar en la música por completo?
SB: Yo antes tenía un trabajo más convencional, era pastor. Al menos era un poquito más convencional que vivir de la música. En ese momento ya teníamos claro con mi familia que teníamos un llamado al ministerio, sin embargo, al cabo de tres años de estar ejerciendo el pastorado, yo comencé a sentir que mi vocación era otra.
Empecé a sentir que me gustaba la idea de explorar otras rutas, y empezó todo un problema, toda una lucha con ciertos supuestos teológicos, con ciertas expectativas que se generan en torno a uno, lo que uno debería hacer, decir o pensar. Es importante poder ser honesto y decir esas cosas con tranquilidad.
Un chip que hay que sacarse es el de tratar de justificar todo, de tal manera que suene respetable ministerialmente
Santiago Benavides.
Yo creo en el llamado, pero pienso que viene envuelto en un montón de cosas que, por alguna razón, nos resulta difícil reconocer en nuestra cultura evangélica. Me daba cuenta que había un deseo de hacer música y que, en ese deleite, estaba la presencia de Dios, pero nunca tuve tal cosa como una visión, un sueño o una experiencia digamos “claramente sobrenatural”.
LC: ¿Creés que la llamada “voluntad de Dios” principalmente se mueve a través de las pasiones y deseos que tenemos en nuestro corazón?
SB: Es que honestamente yo tenía el deseo más humano, más juvenil, más aventurero, que se pueda uno imaginar y realmente creo que en eso también está la presencia de Dios. Por mucho que nos esforzamos por decir «esto corresponde a una visión por evangelizar a la juventud del continente con el mensaje para cristo», no digo que eso no estaba, pero también hubo un deseo personal, y ese fue el componente fundamental.
A veces tenemos muchos chips teológicos que nos retienen mucho, tenemos un concepto equivocado en cuanto a cuál será la voluntad del Señor. Yo creo firmemente en su guía, creo firmemente que en ocasiones nos dice «ve a la derecha y toca la tercera puerta de color verde«. Pero la mayoría de las ocasiones eso no ocurre, y sencillamente nos dice «ya te dije lo que espero de ti: haz justicia, misericordia y camina humildemente».
Muchas veces nosotros quisiéramos tener a Dios como un horóscopo, y él no es así.
Santiago Benavides, cantautor colombiano.
LC: ¿A qué miedos te enfrentaste en ese momento y cómo hiciste para ponerlos en su lugar?
SB: Yo estaba muy asustado por el tema económico, y Dios trabaja frecuentemente en las áreas en las que más tenemos miedo. Y nos sostuvo e impulsó la palabra en 2 Tesalonicenses 3:3 que dice «pero fiel es el Señor que los protegerá y los guardará del maligno”.
Yo estaba muy preocupado por el sostenimiento económico, y cuando un amigo mío me llamó para decirme que había leído este texto, y que había pensado mucho en lo que estábamos viviendo, yo me apropié de esa palabra y de ahí salió esa canción que dice «que tú eres fiel señor, y nos librarás del mal».
Me acuerdo de haber pensado dos cosas. Una, si lo voy a hacer, lo hago ya, porque el día de mañana, si Dios me da vida, voy a tener sesenta años, y no quiero llegar a ese momento preguntándome que habría pasado.
Y el segundo pensamiento fue “prefiero equivocarme a no intentarlo”. Decidí meterme en esto con todo y darle con fuerza, aun si a los tres años me tocaba decidir otra cosa y dar marcha atrás. Pero decidí que prefería intentarlo y equivocarme, a no hacerlo por quién sabe qué temor, o qué presuposición teológica.
Dijimos «vamos a hacerlo» ¿Estábamos totalmente seguros?, no. Pero fue un acto de fe basado en ciertos indicios.
Santiago Benavides, cantautor colombiano.
LC: Alguna vez dijiste que tu profesión, más que la música, son las palabras. ¿Por qué en tu caso las palabras le sacan ventaja a la música? ¿Qué te obsesiona tanto de las palabras?
SB: Yo diría que por un lado la herencia de la música latinoamericana, eso que se llamó la nueva canción latinoamericana, que se vio principalmente en el Sur. De hecho, con respecto al rock, a mí me llamó la atención que mientras en otras partes éste tenía letras como «yo quiero ir a la fiesta, quiero bailar contigo», en Argentina se estaban cantando otras cosas mucho más profundas o significativas, que apelaban al espíritu, al compromiso, a la razón por la que estamos en este planeta.
En la facultad de artes yo quería hacer canciones que a mis compañeros y profesores de la facultad les parecían recursos trillados, poco vanguardistas. Me acuerdo que les parecían como jingles, como canciones publicitarias. Yo entonces, como mecanismo de defensa, me alejé de la composición vanguardista y me dediqué más a la poesía
Hoy en día me estoy reconciliando con mi faceta musical, porque la verdad es que lo que en un principio me enamoró a mí fue la música, antes que la poesía. Hoy en día están mucho más balanceados el elemento musical y el elemento literario, pero fue un proceso.
LC: ¿Tenés poesías escritas que no tienen destino musical?
Casi todas tienen destino musical, por ahí tengo unos tres o cuatro poemas que se quedaron huérfanos de música. Lo que sí disfruto frecuentemente es recitar las canciones, para apreciar nuevamente su valor poético. Porque una vez que se meten en la música, la letra, por muy apropiada que sea la música, se enmascara.
LC: Cuando relatás tu conversión siempre hacés mención a que hubo un momento en el que decidiste no ser un “cristiano tibio” ¿Qué significó eso para tu vida de forma práctica?
SB: La verdad es que después de eso no hubo un cambio radical, fue un despertar a la realidad de que había mucha tibieza en mi vida y de que tenía que afrontar el desafío de vivir con una identidad clara como cristiano. Pero la lucha continúa, casi treinta años después tuve momentos de tibieza, todavía tengo que estar constantemente diciendo, «señor ayúdame por favor a dar testimonio de ti».
Una cosa que noto que pasa con frecuencia entre los de mi gremio, y esto me pasa principalmente a mí, es que somos muy valientes para hablar de Cristo cuando estamos en una plataforma ante un público predominantemente creyente, pero no tenemos el mismo arrojo y pasión cuando se trata de hablar con el primo que no es cristiano, o con los amigos del colegio que lo molestaban a uno porque uno era cristiano.
No podemos pararnos a animar a la iglesia a compartir su fe cuando nosotros nos estamos callando frente a nuestros amigos y vecinos.
Santiago Benavides, cantautor colombiano.
LC: En los contextos evangélicos se suele hacer una división entre lo “cristiano” y “secular” ¿Cómo te llevás con esa división y cómo hacés para evitarla?
SB: No creo en esa división, como dice un predicador que escucho de vez en cuando «lo único secular en este mundo es el pecado». No existe tal cosa como un trabajo «sacro» y otro «secular». Él incluso dice «Dios prefiere un buen taxista a un mal misionero».
Yo diría que así sucede en la música, no existe tal cosa como música secular, a no ser que sea música que claramente abogue por la inmoralidad, cualquier forma de denigrar al otro o que incluya una ofensa a la santidad de Dios. No creo en esa división, es tan cristiano cantar “El Niágara en bicicleta» como lo hace Juan Luis Guerra, que cantar «que seas mi universo» de Jesús Adrián Romero, o cantar el himno de Lutero «Castillo fuerte».
Ya que hablamos de Juan Luis Guerra, es un buen ejemplo para pensar el asunto, hay mucha gente que dice que lo que le gusta o no le gusta, dependiendo de la persona, es que tiene canciones cristianas y «no cristianas». Yo personalmente creo que desde que él se convirtió al cristianismo, todo lo que hace es cristiano.
Porque su cristianismo está presente en lo que hace. Esto es en cualquier profesión, pero el artista cristiano, en particular, hace algo que es cristiano independientemente de la temática, puede que esté hablando del amor, incluso erótico, pero en ello está presente su cristianismo. De hecho, me parece que ahí hay una poderosa propiedad misionera en el arte de autores cristianos.
LC: En el desarrollo de un ministerio siempre se atraviesa por diferentes temporadas ¿Por qué procesos fueron atravesando en estos más de diez años de trabajo?
SB: El primero momento fue lo que yo llamo el “aventuramiento hippie”, que duró diez años, en el que fuimos a cantar con los muchachos en cualquier lugar donde nos dieran un micrófono. Si bien había un celo evangelístico y pasión misionera, también había sed de aventura, deseos de conocer otros países y culturas, probar otros platos, y encontrar amigos en otras latitudes, todo eso estaba junto, era parte del mismo paquete. Era la fantasía de los adolescentes que sueñan con irse a recorrer el mundo con una banda y por la misericordia de Dios lo pudimos hacer, ya eso es un regalo inmenso, algo que me hace sentir muy agradecido.
En este primer instante eso fue contar monedas para ver si nos alcanzaba para el bus de regreso. Esa etapa tuvo el inicio de su fin cuando Chechito y Mario, dos integrantes del equipo, no pudieron seguir viajando. Nosotros, más que una banda, éramos una iglesia, y hasta el día de hoy lo somos.
Nos quedamos dos, yo y Esteban, pero con nuevos miembros. Luego empezó el proyecto con mi familia de migrar a Canadá y Esteban se fue a España. Con eso y todo seguíamos haciendo los viajes y en marzo del 2019 teníamos una gira a Colombia, y ¡oh sorpresa!, el lejano coronavirus de aquella ciudad en China terminó llegando a estas costas, y ya sabemos el resto de la historia.
Yo siento que todo ese proceso hizo que esa etapa haya cumplido su ciclo. Y creo que vienen nuevos siglos, ¿más bellos? No, otra cosa. No podemos comparar las cosas con lo demás, uno no puede decir que todo tiempo pasado fue mejor ni que lo que viene va a ser superior, simplemente son cosas diferentes.
La finalización de ese ciclo coincidió con una expresión reposada, que fue Cantapalabra. Este proyecto fue como una pausa. Y creo que ahora vienen cosas muy bonitas.
LC: ¿De dónde surgió la idea de “Cantapalabra»?
SB: Lo que queríamos con Cantapalabra es entregar canciones que sirvieran para orar y para meditar en la escritura y estuvo basada en el libro de Romanos. Gracias a Dios el proyecto ya está listo, y estamos terminando la edición de un documental que incluirá las últimas cuatro canciones, de las dieciséis que fueron en total.
Con eso se cierra la primera temporada y volverá a abrirse en unos dos años, aproximadamente. Después de que saquemos ahorita otros proyectos de canciones, volveremos a tener otra temporada, que será diferente.
LC: Contás que se vienen nuevas canciones. ¿Podemos tener un adelanto de lo que va a venir próximamente?
SB: Estamos en conversaciones con algunos nombres que por un lado son referentes en el mundo de la música cristiana, pero por otro lado son amigos muy queridos para mí. Estamos trabajando en un proyecto que no sé cuál va a ser el nombre final pero ahora pensamos que se llame «andar sobre el agua» que es una serie de canciones surgida de la experiencia de ser un inmigrante.
Estoy muy emocionado de poder hacer un disco, surgido de la experiencia de la migración, es una experiencia muy profunda, muy humana, muy espiritual. Yo la viví muy cómodamente, en honor a la verdad, porque no fui un caminante rogando por refugio, con mi familia durmiendo en una carretera. Pero llegar aquí a Canadá, aunque sea legalmente y rodeado de amigos, es un cambio duro porque lo descoloca a uno, la propia identidad se cuestiona.