Cotidianamente, utilizamos el ejemplo de Salomón para incentivar a los cristianos a “anhelar la sabiduría”.
¿Qué es la sabiduría?
Podemos definir la sabiduría como la capacidad de accionar de manera excelente frente a un evento y darle solución. Sin embargo lo que muchas veces se pasa por alto es que en el mundo y en el Reino se manejan conceptos de sabiduría muy diferentes y hasta opuestos.
Es por esta razón que me gustaría que meditemos en las diferencias entre cada una, y de esta forma entender cuál es la sabiduría verdadera, aquella que proviene del Padre. Con la revelación del Espíritu Santo, Santiago nos describe estos dos tipos de sabidurías, “la de arriba” y “la de abajo”, hablando de la sabiduría del cielo y la sabiduría terrenal.
LA SABIDURÍA TERRENAL
¿Quién es sabio y entendido entre vosotros? Muestre por la buena conducta sus obras en sabia mansedumbre. 14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad; 15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica… (Santiago 3:13-16).
Esta clase de sabiduría no pertenece al Espíritu Santo, tiene otro fundamento espiritual, y se opone a la ley de Dios. Esto se puede evidenciar en varias conductas típicas propias de esta sabiduría:
- Celos amargos: son peleas originadas en competencias y envidias de un corazón que desea poseer lo que otro tiene y aparentemente no lo alcanza. Una persona con celos amargos tiene un manifiesto egocentrismo, pues no se preocupa por el bienestar ni los sentimientos de los demás. Anhela ser el principal, el mejor y el primero.
- Contención: esto significa una actitud de enojo, peleas, rivalidad, disputa, divisiones, agresividad y egoísmo extremo, ambiciones personalistas. Estas con la consecuencias obvias de la aparición de los celos amargos.
Estas conductas son comunes para poder avanzar en el mundo, para obtener lugares de prestigio o escalones de éxito, pero frenan el reino de Dios y lastiman el corazón de muchas personas. Es por esto que el cristiano que elige este camino no podrá tener autoridad espiritual. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. (1 Juan 2:17).
No podemos convalidar la cultura depravada del mundo, por eso creemos que el amor puro no es carnal ni terrenal, sino celestial, santo y está descrito perfectamente en la Biblia. Esto es un ejemplo perfecto de la “sabiduría” de abajo y la de arriba. “Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa”. (Santiago 3:16)
LA SABIDURÍA DE LO ALTO
Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía… (Santiago 3:17-18)
En contraposición a lo antes descrito, Santiago continúa detallando las evidencias propias de la sabiduría que pertenece al Cielo, y a la que verdaderamente debemos aspirar.
Pura: La sabiduría que nos puede hacer reinar espiritualmente es pura, hablando de santidad real y verdadera. Por eso dice la Biblia “sean santos porque yo soy santo dice el Señor”.
«La sabiduría celestial te hace apartar del mal, mientras que la otra diabólica trata de convencerte de que el pecado es algo natural».
Guillermo Decena
Pacífica: Un creyente que anda en la sabiduría de Dios ama la paz, y hace lo posible para mantenerla, sin sacrificar la pureza.
Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría, Y que obtiene la inteligencia… (Proverbios 3:13-17).
- Amable: Una persona que es amable, es justa, razonable y considerada en todas sus opiniones.
No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad considera a los demás como superiores a ustedes mismos. (Filipenses 2:3).
Benigna: posee una buena actitud, obediente, dócil, dispuesto y abierto a aprender. Es capaz de escuchar sugerencias. Siempre está listo para aceptar la corrección y la exhortación.
Llena de misericordia: no solo perdona a los que han hecho mal, sino que extiende sus manos para ayudarte en cualquier necesidad. La misericordia es la expresión y la acción divina frente a la problemática humana. La misericordia no tiene que ver con un amor de correspondencia, sino de un amor incondicional, orientado a quienes nunca merecieron tal afecto. (Efesios 1:4–5). Dios mostró su misericordia cuando no éramos dignos de recibirla y su amor tiene el propósito eterno de salvación. Estamos llamados a conceder misericordia, porque Dios nos ha dado el ejemplo y espera que lo sigamos.
Llena de buenos frutos: A diferencia de la sabiduría de abajo que produce “toda obra perversa”, la sabiduría de lo alto produce frutos agradables, visibles y dignos de admirar.
Sin incertidumbre: sin imparcialidad, sin favoritismo y sin doblez. No hace distinción ni injusticias. La sabiduría conforme al pensamiento de Dios no hace acepción de personas. Sino más bien escucha atentamente y objetivamente los argumentos que se le presentan y luego pronuncia un juicio, en primer lugar, imparcial y luego sincero.
Esto significa que no duda en cuanto a los principios espirituales; Sabe lo que piensa, elige su curso de acción guiado por la palabra de Dios y lo mantiene. La sabiduría cristiana se basa en principios espirituales que nos llegan de Dios mediante Jesucristo.
- Sin hipocresía: significa sin apariencias, sin cosas ocultas, sincero, genuino, no fingido y franco. La verdadera sabiduría no es falsedad o alguna actitud fingida, no pretende ser lo que no es, ni hacer algo para conseguir sus propios fines. Más bien es una vida transparente, sin nada que ocultar. No tiene apariencia de piedad, más bien es piadoso en verdad. El amor sea sin fingimiento. Aborreced lo malo, seguid lo bueno. (Romanos 12:9)
Tomemos distancia de la sabiduría terrenal y anhelemos la sabiduría que viene del Cielo. Esta es la única manera de que el Reino se instale en la tierra. Estamos tal vez acostumbrados a una cultura de la tierra, pero ya es hora de que renunciemos a ese comportamiento y así poder ver la sobrenatural mano de Dios obrando en y a través de nosotros.