Como madres es posible ayudarles a planificar su tiempo. Esto les proveerá recursos internos y herramientas que podrán desarrollar y poner en práctica a lo largo de su vida.
Ser madres implica no solo tener hijos sino también ocuparnos de ellos, estar atentas a sus necesidades, compartir tiempo juntos durante todas las etapas de su vida. Desde que nacen sabemos que tendremos que desarrollar las funciones normativas, que tienen que ver con poner límites sanos y acordes a cada edad, como así también las funciones nutritivas que son las que tienen que ver con el cariño, el apego y las necesidades más primarias. Conocer y desarrollar esto nos ayudará a posicionarnos en la función correcta de acuerdo a la situación que estemos viviendo y lo que nuestros hijos estén necesitando.
Para poder ayudar a nuestros hijos a proyectar un año de bendición primero tenemos que entender que somos como maestras del ejemplo, es decir, con nuestras acciones diarias estamos enseñando y dejando huellas más profundas que con nuestras palabras.
Siempre recuerdo cuando mi hija mayor era bebé y nos veía tomar mate en casa, ¡ella quería también un mate! Y cuando se lo dábamos lo tomaba igual que nosotros, ¡hasta hacía los mismos gestos! Había pasado un corto tiempo observándonos y ya tomaba mate como si fuera su costumbre. Este ejemplo básico nos lleva a pensar que, así como con el mate funciona con todo, buenas respuestas activarán buenas contestaciones y buenos modos en nuestros hijos; el hecho de proyectar primero nuestro año y encomendarlo a Dios activará en nuestros hijos el deseo de hacerlo también.
Algunas acciones concretas para ayudar a nuestros hijos a proyectar un año bendecido en relación a lo mencionado anteriormente, pueden ser las siguientes:
–Leer la Biblia cada día con ellos. Esta es la acción más importante y trascendente que podés realizar como madre. Contarles historias, orar juntos, compartir motivos de oración, memorizar versículos. No importa la edad que tengan, leer la Biblia juntos es el hábito más poderoso y el mejor ejemplo que podamos darles.
–Escribir una lista de objetivos que se proponen alcanzar en lo individual y como familia, compartirlos y orar por ellos, encomendar cada una de las vidas y metas al Espíritu Santo. El hecho de que como familia conozcan las metas individuales fomentará el ayudarse a cumplirlas y apoyarse en el proceso.
Es importante explicarles a nuestros hijos (de acuerdo a la edad que tengan) que tener metas nos ayuda a desarrollar disciplina, persistencia y ser consecuentes con nuestras acciones y elecciones para poder alcanzar los objetivos propuestos. Por ejemplo, un hijo que quiera participar en alguna competencia deportiva tendrá que ir a los entrenamientos, cumplir con los horarios, mantener una alimentación y un descanso adecuados, etc.
-Tener una caja o frasco de gratitud, donde escriban motivos de agradecimiento y logros personales y familiares. Pueden abrir la caja al finalizar el año o bien hacerlo cada 3 meses (de acuerdo a la dinámica familiar). El momento en que se abre la caja y se leen los motivos y logros es impactante, nos ayuda como familia y en lo individual a seguir persistiendo en las metas y desarrollar gratitud a lo largo de la vida.
–Planificar una agenda bimestral con todas las actividades ayudará a nuestros hijos a organizarse, anticipar, ser flexibles para modificar horarios, y continuar proyectando. En el caso de niños pequeños, lo que puede ayudar es armar juntos un calendario y escribir o dibujar las actividades diarias.
–Pautar salidas de mamá e hija o hijo. Este tipo de salidas son importantes para saber cómo están nuestros hijos, hablar individualmente sobre sus temas nos ayuda a nosotras a conocer cómo se sienten, sus proyectos, sus sueños. La idea es tener un tiempo especial y dedicado exclusivamente a él o ella. Esto nos acerca más a nuestros hijos. Puede ser ir para tomar un helado, ir al cine, o en el caso de los más pequeños ir juntos solos a la plaza. De esta manera ponemos de manifiesto nuestro amor, nuestros oídos, la valía de ellos y por sobre todo el hecho de que sepan que mamá está disponible para ellos.
–Hablar en positivo. La manera en la que hablemos de ellos y con ellos será determinante para mantener un año de gratitud y bendición. Como dice la Biblia: “La respuesta amable calma el enojo, pero la agresiva echa leña al fuego”, Proverbios 15.1.
Por ejemplo, si le hablamos de manera positiva frente a un berrinche, el niño o niña va a salir del enojo más rápido y con mayor facilidad. A su vez aprenderá a gestionar su emocionalidad y sus próximos enojos de manera positiva y resolutiva, porque nosotras le dimos el ejemplo con nuestra respuesta amable. Lo mismo sucede con un hijo adolescente o joven. Si damos una respuesta amable y nos ponemos en su lugar vamos a lograr calmar el enojo.
El hecho de hablar amablemente y en positivo nos dará más frutos a lo largo del año. ¡Así que esta es una meta para nosotras las mamás!
Cada una de estas acciones pueden realizarse independientemente de la edad que tengan nuestros hijos. Pensemos que desde pequeños podemos ayudarlos a planificar, ser consecuentes, entrenarse, tener metas, y esto a su vez les proveerá recursos internos y herramientas que podrán desarrollar y poner en práctica a lo largo de sus vidas.