Se emitió una alerta en varias provincias. El crecimiento numérico de la población de ardillas podría dañar la biodiversidad e incluso poner en riesgo la salud de los ciudadanos.

Lo que comenzó en la década de los setenta con la introducción de tan sólo diez ejemplares de esta simpática especie, se ha convertido hoy en un problema mayúsculo. Las de vientre colorado se han multiplicado y están produciendo daños en cableados, pueden transmitir enfermedades y ser letales con los cultivos. 

De acuerdo a los datos del Ministerio de Ambiente, la ardilla de vientre colorado (Callosciurus erythraeus) es originaria de Asia y debido a que es una especie “carismática”, en general no es combatida por la población. Tiene hábitos diurnos, construye nidos con hojas y ramas en los árboles, de los cuales come su corteza, así como frutos, semillas y flores. 

¿Por qué preocupa el crecimiento de la población de estos animales? 

Entre otras cosas, porque es un roedor. Como la rata, transmite la leptospirosis al ser humano, una enfermedad que puede tornarse grave y afectar el funcionamiento de los riñones y el hígado. La leptospirosis se transmite por la orina de animales infectados y las personas la contraen por el contacto directo con esa orina o mediante el agua, el suelo o los alimentos contaminados con ella. 

Por otra parte, las especies exóticas son preocupantes porque amenazan la biodiversidad local. Estas ardillas roen la corteza de los árboles y dañan la cantidad y la calidad de los frutos, lo que impacta en las actividades productivas. También roen las mangueras plásticas de los sistemas de riego y los tendidos de electricidad.

En abril, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, presidido por Juan Cabandié, estableció un listado en donde está incluida esta ardilla, que categoriza las especies exóticas potencialmente invasoras en la Argentina, de acuerdo con su grado de invasividad y su eventual injerencia en las actividades productivas. 

La población puede denunciar e informar sobre la presencia de este animal en el Sistema Nacional de Información sobre Especies Exóticas Invasoras. Según denuncias de este organismo, la presencia de ardillas se ha detectado en Córdoba, Mendoza y Santa Fe. 

En el Gran Buenos Aires, fueron vistas en localidades como Luján, San Miguel, 25 de mayo, Capitán Sarmiento, Mercedes, Escobar, Lobos, Moreno, General Rodríguez, San Antonio de Areco, Claromecó, Merlo y más. En tanto, en la Capital Federal, su presencia fue denunciada en la zona de Ciudad Universitaria y en los barrios de Palermo, Núñez, Saavedra, Parque Avellaneda y San Cristóbal.

Florencia Gómez, secretaria de Política Ambiental, aseguró que «lo principal es detener la curva de crecimiento, y para eso hay que poner en alerta a la gente, que avise a las autoridades apenas ven un ejemplar y ahí ya hay distintos métodos de control”.

Todo empezó con diez ardillitas 

Se estima que hay unas 200 especies de ardillas. Las que comenzaron a verse aquí (su nombre científico es Callosciurus erythraeus) fueron introducidas en los años setenta. Las trajo don Julio Steverlynck, un reconocido empresario textil de la zona de Jáuregui, según confirmó uno de sus descendientes. 

Casi al final de su vida, don Julio buscó recrear en sus tierras imágenes de su Bélgica natal con ardillas saltando de árbol en árbol. Pero no sabía que, incluso en aquel país, estos roedores ya comenzaban a traer problemas. Estas ardillas de vientre colorado comen semillas y frutos de consumo humano: desde nueces hasta cítricos y duraznos, higos, kiwis, manzanas y peras. Esto les permitió adaptarse. También pueden comer huevos de aves. Y no tienen predadores.

Licenciada en Comunicación Social (UBA). Realizó un posgrado en producción de televisión y se ha capacitado en comunicación institucional. Escribió el libro devocional "Guía para extranjeros". Estudia canto lírico que, junto a las comunicaciones, es otra de sus grandes pasiones.