¿Qué sucedería si en vez de ser resolvedoras compulsivas de problemas, tomáramos la actitud de atravesar procesos sanamente?¿Cómo cambiaría nuestra relación con los demás si adoptáramos herramientas de acompañamiento durante las crisis en vez de usar estrategias para ayudar a disipar los procesos del otro “lo más rápido posible”? 

En un mundo donde todo es inmediato, se descarta y se altera, las crisis parecen representar más de lo que podemos atravesar. Pareciera que el mejor regalo que pudiésemos recibir en esos momentos es un control remoto que nos permita avanzar el tiempo de proceso para llevarnos a un tiempo de calma, estabilidad y soluciones inmediatas. 

Se genera en nosotras un sentido de urgencia por la estabilidad física, emocional y espiritual. Cuando algo sale de lo que habíamos previsto o planeado es nuestra primera reacción buscar solucionarlo rápidamente e incluso solucionar los problemas de los otros cuando nos enteramos que están atravesando una temporada turbulenta. 

Son muchos los ejemplos de situaciones que nos hacen querer adelantar el tiempo y saltar el proceso: pérdidas, duelos, mudanzas, cambios, expectativas no cumplidas, proyectos que no se concretan, hijos que no llegan o que se pierden, enfermedades físicas, mentales o emocionales, desestabilidad económica, etc. Pero, ¿se nos pasa la vida intentando forzar los tiempos, que claramente no podemos controlar, en vez de invertir el tiempo en aceptar el proceso que nos toca vivir y llevarlo de la mejor manera posible? 

La Madre Teresa de Calcuta dijo: “Si de verdad somos enteramente de Dios, debemos estar a su disposición y confiar en Él. No nos debe preocupar nunca el futuro. No hay razón para ello. Dios también está en él”. Esta frase me da la confianza y la fuerza necesaria para poder respirar mientras atravieso procesos que no elijo y que definitivamente no me gustan, pero que son necesarios para un crecimiento integral y de nuevos aprendizajes, con la convicción de que no estoy sola mientras camino. 

Cuando nos acercamos a Dios en momentos difíciles, el ritmo acelerado de vida que a veces llevamos nos hace preguntarle a Dios: “¿hasta cuándo? ¿por qué a mí? ¿cuánto falta? ¿puede pasar más rápido?” Si prestamos especial atención a cómo Jesús se acercó a su Padre en un momento de mucha angustia, comprenderemos que, aunque la fragilidad humana necesita pedirle al Dios sobrenatural que actúe, la actitud correcta es aprender a sobrellevar todas las temporadas confiando en que Dios está al lado nuestro “a pesar de”: “Manténganse alerta; permanezcan firmes en la fe; sean valientes y fuertes”. 1 Corintios 16:13.

Cada temporada nos lleva a experimentar nuevos matices de la Gracia Divina y a descansar en Su providencia para cada situación”. 

Tengo en claro que Jesús soportó la muerte para que podamos tener vida, soportó el dolor para que pudiésemos disfrutar de la redención, soportó el sufrimiento para que podamos ser libres, soportó la soledad para que pudiésemos ser reconciliado con Dios y soportó el abandono para que podamos disfrutar de una comunión plena con Él.  Cómo no voy a poder transitar procesos difíciles con un corazón agradecido y confiado en Aquel que me sostiene en todo momento.

Te animo a que levantes tu rostro de la situación que estás viviendo actualmente y te puedas parar en todas las bendiciones espirituales concedidas en Cristo como dice Efesios 1:3. Convertite en una abrazadora de procesos para ayudar a otros a transitar su camino, así como Dios. 

“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo”.  Efesios 1:3.
28 años.Casada con Nicolás Vilaseca con quién son padres de Ian. Traductora Pública de Inglés, trabajó como docente y hoy se desempeña como Project Manager en una empresa de interpretación remota. Autora del libro Dormancia y, por sobre todo eso, ama a Jesús con todo lo que es.