¿Alguna vez te preguntaste en qué estarás fallando? Cuando las cosas no marchan como esperabas, cuando algo no funciona pese al esfuerzo invertido, cuando pensabas que todo iba a ir encaminado pero la realidad te demuestra que está todo trabado, ahí es cuando debes detenerte a observar qué está faltando.

Las familias, los gobiernos, las instituciones y cada persona deberían detenerse para plantearse esta interrogante; y la respuesta podría sorprendernos, pues es más sencilla de lo que parece. ¿No será que te está faltando fe? ¡Claro que sí! ¡Es la fe, cabezón!

La fe es el motor de todo lo que hacemos, es un regalo de Dios puesto en el corazón de cada persona para que, en primer lugar, lo busquemos a Él y así luego podamos realizar todo lo que nos propongamos.

A Dios le agradan las personas que tienen fe y que usan ese regalo al máximo.

Como dice un viejo refrán, “lo que no se usa se atrofia”, y en el área espiritual, a muchos se les ha atrofiado la fe, se han quedado sin aceite, se les acabó el combustible. Por tal motivo, frente a algún tipo de problema, se quedan paralizados intentando resolverlo con sus propias fuerzas o buscando miles de soluciones posibles sin encontrarlas, cuando lo primero que deberían hacer es recurrir a Dios.

Veo que muchas personas intentan escalar la montaña de obstáculos que tienen frente a ellas. Se motivan a sí mismos para “subir la montaña y llegar al otro lado”. Hacen un esfuerzo enorme por enfrentar a ese gigante. Sin embargo, Jesús dijo: “Si tienen fe como un grano de mostaza, le dirían a esa montaña desarráigate y échate en el mar, y les obedecería” ¡Es más sencillo!

La fe se ejercita en el día a día, primero para buscar a Dios y pasar tiempo con Él, y luego para poner en acción todo lo que de Él recibimos.

Quiero compartirte tres áreas en las cuales te tenés que enfocar para que tu fe crezca y logres aquello que te propongas:

PENSAMIENTOS DE FE:

La mente es el lugar donde se generan los pensamientos. Y el hombre es aquello que conforma su pensamiento. Muchas personas atraviesan momentos de malas reflexiones caracterizadas por la tristeza, la preocupación, la autocompasión e incluso el suicidio. Para cambiar nuestra manera de vivir debemos cambiar nuestra manera de pensar y para llegar a esto debemos cambiar nuestra manera de creer, es decir, la fe debe atravesar y gobernar nuestros pensamientos. 

La fe viene por el oír y cuanto más escuches a Dios más pensamientos de fe vas a tener.

PALABRAS DE FE:

Las palabras son muy importantes, las palabras no son simples sonidos que salen de nuestra boca, son la imagen de tu ser interior, lo que decís es el resultado de la dinámica de tus diálogos internos. Jesús dijo: mis palabras son espíritu y son vida (San Juan 6:63). Cuando vos creés, creás, y lo manifestás con palabras y luego lo traducís en acciones. De la abundancia del corazón habla la boca. Analiza tus dichos y descubrirás si en tu interior hay fe. Revisá tus palabras y cambialas.

Palabras a quitar:  DIFÍCIL, IMPOSIBLE, PROBLEMA, FRACASO, INTENTO, MIEDO.
Palabras a incorporar: MISIÓN, COMPROMISO, SERVICIO, OPORTUNIDAD, CONFIANZA, PASIÓN

ACCIONES DE FE:

Representan nuestra congruencia entre lo que pensamos y hablamos con lo que hacemos. Jesús es el autor y consumador de la fe. Él no solamente dijo, sino que hizo conforme lo que habló. La fe sin obras es muerta, animate a dar ese paso, a tomar esa decisión, a cambiar, a transformar. Los actos de fe retroalimentan la fe y te hace tener mayor confianza.

Para finalizar, puedo decirte que a lo largo de mi vida he visto cómo Dios ha respaldado la fe y he sentido el gozo que Él tiene cuando uno de sus hijos le cree y se mueve en esta dirección.

Te animo a volver a lo esencial de la vida, a encontrarte con Dios, con su palabra y recrear en tu interior un espíritu de fe.