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Patrick Forrester: el astronauta que dejó la Nasa para predicar el evangelio

El destacado astronauta Pat Forrester, quien realizó tres misiones espaciales y desempeñó un papel clave en la construcción de la Estación Espacial Internacional, sorprendió al mundo al anunciar su decisión de dejar la NASA para dedicarse por completo al servicio de las iglesias. Su historia es un testimonio vivo de cómo Dios puede redirigir las prioridades, incluso de quienes han alcanzado las metas más altas en sus carreras.

De las estrellas al púlpito

Pat saludando a la camara en el espacio.

Pat Forrester vivió un sueño que pocos pueden imaginar: volar al espacio y observar la inmensidad del universo. Como astronauta de la NASA, participó en tres misiones espaciales: STS-105 (2001), STS-117 (2007) y STS-128 (2009). Además, en 2017 alcanzó el cargo más prestigioso para un astronauta activo: jefe de la oficina de astronautas, desde donde dirigía las operaciones de todo el equipo.

Sin embargo, mientras se encontraba en la cúspide de su carrera, comenzó a sentir una inquietud interior que lo llevó a replantearse el propósito de su vida. Durante una de sus misiones, mientras contemplaba la belleza de la Tierra desde el espacio, reflexionó profundamente: «¿Esto es todo lo que Dios tiene para mi vida?». Esa pregunta resonó en su corazón y marcó el inicio de un cambio radical.

Tras jubilarse como astronauta en 2021, Forrester tomó un camino inusual para alguien con su trayectoria: comenzó una pasantía pastoral en la Iglesia Bautista Capitol Hill (CHBC) en Washington, D.C. Allí, rodeado de jóvenes seminaristas, profundizó su fe y desarrolló una pasión por la predicación expositiva. «Amaba mi trabajo en la NASA, pero sentía que Dios me llamaba a algo más profundo y significativo», compartió en una entrevista reciente.

La predicación expositiva de la CHBC no solo transformó la vida de Pat, sino también la de su esposa, Diana, quien encontró en la comunidad de fe un modelo de vida centrado en Cristo. Inspirados por la comunión en esa iglesia, decidieron mudarse a Washington para servir activamente en el ministerio.

Al concluir su pasantía pastoral, Pat aceptó un rol como asesor de líderes en la NASA, pero nuevamente sintió que su llamado estaba más allá del ámbito profesional. Este año, tomó una decisión aún más audaz: dejó su trabajo en la NASA para unirse a 9Marks, un ministerio dedicado a fortalecer iglesias locales en todo el mundo. Ahora trabaja como recaudador de fondos, utilizando sus habilidades y experiencia para apoyar la expansión del Evangelio.

«Mi tiempo en la NASA me enseñó a trabajar con excelencia y dedicación, pero ahora quiero usar esos talentos para algo eterno: el reino de Dios», afirmó Forrester.

Una de las experiencias que más marcó a Pat durante sus viajes espaciales fue la sensación de pequeñez frente a la inmensidad del cosmos. Desde la órbita terrestre, pudo ver la gloria de la creación, pero también comprendió que los logros humanos son efímeros si no están alineados con los propósitos de Dios.

«Cuando estás en el espacio, te das cuenta de lo pequeño que eres y de lo grande que es nuestro Creador. Eso cambió mi perspectiva sobre lo que realmente importa», expresó.

Para su esposa, Diana, el cambio de vida de Pat también fue un desafío, pero hoy lo ve como una bendición: «Es un privilegio ver cómo Dios usa la historia de Pat para inspirar a otros y edificar Su iglesia».

La historia de Pat Forrester es una invitación a replantearnos nuestras prioridades. No importa cuán altos sean nuestros logros o cuán lejos lleguemos, el verdadero propósito de la vida no se encuentra en las metas terrenales, sino en vivir para la gloria de Dios. Su decisión de dejar una carrera brillante para servir en el ministerio es un acto de obediencia que nos desafía a considerar si estamos dispuestos a escuchar y responder al llamado de Dios, incluso cuando eso implique cambios radicales.

Hoy, Pat Forrester dedica sus días a trabajar con iglesias locales, enseñar sobre la importancia de la predicación bíblica y movilizar recursos para la obra misionera. Aunque dejó atrás la NASA, no ha dejado de mirar hacia las alturas, esta vez con una perspectiva eterna.

«El espacio es majestuoso, pero nada se compara con la grandeza de servir a Cristo y ser parte de Su misión» , concluye Forrester.

Su historia es una inspiración para todos aquellos que buscan encontrar el propósito de Dios en sus vidas, recordándonos que el verdadero éxito no está en las alturas que alcanzamos, sino en la profundidad de nuestra relación con el Creador.

Pat junto a su familia.
Redacción
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