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Se bautizaron más de 200 cadetes de Policía y Bomberos de la Ciudad de Buenos Aires 

El pasado 7 de junio, 500 Cadetes de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Aspirantes de los Bomberos de la Ciudad se congregaron junto a sus seres queridos en Catedral de la Fe, para celebrar el bautismo de 240 uniformados, quienes se encuentran en su etapa de formación en el Instituto Superior de Seguridad Pública.

El pasado 7 de junio, 500 Cadetes de la Policía de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Aspirantes de los Bomberos de la Ciudad se congregaron junto a sus seres queridos en Catedral de la Fe, para celebrar el bautismo de 240 uniformados, quienes se encuentran en su etapa de formación en el Instituto Superior de Seguridad Pública.

Los futuros Oficiales de Policía y Bomberos Calificados, decidieron encaminar su vida y su carrera con el respaldo de Dios.

Entre las distintas autoridades que participaron de esta actividad, estuvieron el Director del Instituto Superior de Seguridad Pública, Martín López Zavaleta, el Jefe de Policía de la Ciudad, Dr. Pablo Luis Kisch quien asistió acompañado por su esposa Mariela Valles y el Subjefe de Bomberos, Lic. Carlos Augusto Teglia.

A través del trabajo de capellanía, discipulado y consejería bíblica, cada uno de ellos decidieron dar un paso de fe, expresando en público la fe que crece en sus corazones.

Desde la iglesia afirman que este ha sido un evento inolvidable: “esto nos da una inmensa alegría, al ver la vida de tantos hombres y mujeres que tienen una responsabilidad pública de expresar su fe”.

Esto, sin lugar a dudas, ha sido un antes y un después en la historia de las Fuerzas Argentinas.

Los cadetes pertenecen a la agrupación “Policías de Impacto”, conformada por personal con identidad en Cristo.

Nuestra confianza en Dios vence toda ansiedad

Espero que estén bien, ahí en el lugar donde están. Soy Sebastián Palermo y hoy quiero hablar con ustedes un poco más sobre esa emoción que muchas veces se vuelve disfuncional en nuestras vidas: la ansiedad. Ese sentimiento que termina agotando nuestra forma de pensar, que desata un estado de alerta y que tantas veces nos lleva a ocuparnos de cosas que nunca sucederán, cosas que simplemente están en el futuro y que en nuestra imaginación aparecen ante nosotros y tratamos de evitarlas controlando todo lo que sucede a nuestro alrededor.

Vengo hablar con ustedes un poco más sobre esa emoción que muchas veces se vuelve disfuncional en nuestras vidas: la ansiedad. Ese sentimiento que termina agotando nuestra forma de pensar, que desata un estado de alerta y que tantas veces nos lleva a ocuparnos de cosas que nunca sucederán, cosas que simplemente están en el futuro y que en nuestra imaginación aparecen ante nosotros y tratamos de evitarlas controlando todo lo que sucede a nuestro alrededor.

La ansiedad no es más que una emoción muy útil para poder resolver problemas inmediatos que aparecen en nuestro entorno. Pero cuando estamos tratando de resolver problemas futuros, desatar la ansiedad no es más que desconfianza.

Sebastian Palermo

Sí, se trata de desconfianza, porque las personas de confianza no son personas ansiosas. Las personas que están ansiosas son aquellas que desconfían de lo que puede suceder en el futuro, y esta desconfianza a menudo habla de nuestra relación con Dios. Desafortunadamente, a muchos no les gusta escuchar esto porque asumen que están siendo acusados de alguna situación.

Pero quiero contarte mi experiencia. He sido ministro de las escrituras bíblicas y he trabajado en la enseñanza de la educación emocional durante muchos años. Y en cierto momento de mi vida, me encontré con un cierto nivel de ansiedad patológica, algo que se define como un trastorno de ansiedad social: tenía miedo de hablar en público. Cuando empecé a darme cuenta de los síntomas que se me acercaban y que estaban asfixiando mi forma de pensar y de sentir, el Señor me habló de mi desconfianza. Sí, la desconfianza es consecuencia de querer que Dios nos dé los resultados por adelantado. Viene de ese deseo de pedirle a Dios que nos diga a dónde nos va a llevar, cómo es el camino que vamos a tomar, que aclare cuáles son los enemigos a los que nos vamos a enfrentar. Pero esa no es la forma en que Dios trabaja.

Dios trabaja en base a una confianza ciega de nuestra parte en Él. Es una confianza que tiene que ver con la fe, pero que también tiene que ver con la acción. La fe puesta en acción es la confianza de la que estamos hablando.

Cuando una persona experimenta altos niveles de ansiedad en su vida, en el fondo está creyendo que si no hace algo, puede entrar en situaciones catastróficas, y es por eso que trata, por todos los medios, de hacer y de controlar las cosas, de querer que nada salga de lo que había premeditado y organizado. Y si algo sale de esa programación o de esa especulación, entonces significa que todo va a salir mal. Sin embargo, este no es exactamente el caso. Nuestro paseo diario con el Señor es una cuestión de plena confianza. Es cuestión de saber que Dios, junto con cada problema, también nos dará la salida.

Queridos, no sé cuál es tu situación. Lo que te animo a hacer es aprender a confiar en el Señor tu Dios, que sea una luz para tu vida y que pronto puedas comenzar a sentir los efectos de la plena confianza en el Señor. Que Dios los bendiga.

Más de 70.000 personas se reúnen en Londres para adorar el nombre de Jesús

Las noticias que vienen desde Europa son verdaderamente apasionantes, en un evento masivo en Londres el mes pasado, más de 70,000 personas se reunieron para adorar el nombre de Jesús. Muchos de ellos entregaron sus vidas a Jesucristo, experimentaron sanidad y una plenitud de gozo.

Las noticias que vienen desde Europa son verdaderamente apasionantes, en un evento masivo en Londres el mes pasado, más de 70,000 personas se reunieron para adorar el nombre de Jesús. Muchos de ellos entregaron sus vidas a Jesucristo, experimentaron sanidad y una plenitud de gozo.

Daniel Chand, pastor y fundador de Walking Like Jesus Ministries (WLJM), informó que miles de personas adoraron a Jesús y escucharon un mensaje alentador en Trafalgar Square, Reino Unido, el 4 de mayo. «Miles de personas en Trafalgar Square escucharon el Evangelio. Setenta años después de que Billy Graham estuvo en el mismo lugar, yo, junto con otros evangelistas y pastores, compartimos testimonios, oramos por los enfermos y, por supuesto, declaramos la mayor historia de amor: el Evangelio».

Según Walking Like Jesus Ministries, hubo varios testimonios de sanación, incluyendo la curación de dolores de espalda, artritis, dolores nerviosos y enfermedades degenerativas.

Una mujer se abrió paso entre la multitud hasta el escenario para testificar sobre la curación milagrosa que experimentó, cuando un bulto en su cuerpo desapareció por completo.

«Dios no ha terminado con el Reino Unido», publicó WLJM en Instagram. «¡Vimos al Señor moverse poderosamente en la capital de nuestra nación! Dios está escuchando desde el cielo y sanando nuestra tierra. ¡Está sacudiendo todo lo que necesita ser sacudido y está derramando su Espíritu!»

Algo similar sucedió en las últimas semanas en espacios públicos de toda Europa, ya que, la alabanza llenó las calles de París a finales de mayo, cuando más de 25.000 personas participaron en la «Marcha por Jesús en Francia».

No tengo tiempo para orar

Quiero invitarlos a que juntos pensemos: ¿Cómo son nuestros tiempos de oración? ¿Cómo o qué hacemos desde el momento en que cerramos la puerta y decidimos separar un tiempo para orar? La idea es poder hacer cada uno de nosotros una revisión interna, una introspección, con el fin de colaborar para crecer en Él y conocerle más.

“Después de despedir a la gente, subió a la montaña para orar a solas. Al anochecer, estaba allí él solo” Mateo 14:23 NVI

“Él, por su parte, solía retirarse a lugares solitarios para orar”. Lucas 5:16 NVI

Quiero invitarlos a que juntos pensemos: ¿Cómo son nuestros tiempos de oración? ¿Cómo o qué hacemos desde el momento en que cerramos la puerta y decidimos separar un tiempo para orar? La idea es poder hacer cada uno de nosotros una revisión interna, una introspección, con el fin de colaborar para crecer en Él y conocerle más. 

Como hijos de Dios, damos por hecho que vivimos una vida de oración y que estamos en comunión con el Espíritu todo el tiempo, sin embargo, imperiosamente necesitamos detenernos para tener nuestros tiempos de oración. Cada vez parece haber menos tiempo disponible, aunque tenemos tiempo para las redes sociales, para las maratones de series de Netflix, y parece, solo parece, que ya no hay tiempo. Aunque el Señor nos anhela y nos ama, Él no necesita nuestros tiempos, nosotros si. Todo está intencionalmente preparado para distraernos, para que no meditemos en su Palabra, para que no lo contemplemos, en definitiva, para que no lo conozcamos más ni prestemos atención a lo que Dios quiere hablarnos. 

En reiteradas oportunidades aparecen y escuchamos ciertas excusas, como por ejemplo: el Señor a mí me habla en todo momento”. Esto es real, claro que sí, pero más que nunca, hoy necesitamos seguir separando tiempo para la oración. 

«Los tiempos de oración de Jesús eran tiempos para oír al Padre y buscar Su voluntad, porque Él vino a eso, no hizo otra cosa ni tenía otro interés que el hacer la voluntad de Dios». 

Lito Choda

Después de esta breve reflexión, vuelvo a plantear: ¿cómo son nuestros tiempos de oración? 

La palabra de Dios nos enseña a orar en todo tiempo, esto significa, nada más y nada menos, que “orar en todo tiempo”. Pero más allá de que el espíritu que habita en nosotros, es un espíritu de oración, nosotros necesitamos “cerrar la puerta” sin que nadie nos moleste, incluso apagar el celular, para poder, simplemente estar en silencio delante de Él y con Él.

Muchos hijos de Dios lo que hacemos es tener una lista de oración, oramos, clamamos, volcamos nuestras peticiones y ruegos, de hecho, la palabra de Dios lo enseña, pero creo firmemente que, en vez de ir con una lista de oración (lo cual no está mal), lo que necesitamos es comenzar a hacer silencio delante del Señor para contemplarle, oírle y obedecerle. 

A nuestros hijos les enseñamos a orar, y lo aprenden también en la escuela dominical y en los diferentes ministerios con los niños, que orar es hablar con Dios. Y lo que ocurre es que repetidas veces lo único que hacemos es hablar y hablar y seguir hablando, y lo que menos hacemos es oírlo. De hecho, para tener un diálogo se necesitan dos personas, que ambas hablen y principalmente escuchen. Infinidad de veces nos ponemos a orar en “modo piloto automático” o vamos a orar porque nos sentimos obligados porque ”tenemos que hacerlo”, y sabemos que es muy importante la disciplina, pero olvidamos que lo más importante es el disfrute en la oración. Incluso los predicadores oramos específicamente para “pedirle una palabra para la iglesia”, en lugar de disfrutarlo- Podría decirse que hay algo de una conveniencia implícita en nuestra oración. La pregunta es: ¿realmente estamos disfrutando nuestro tiempo de oración, o termina siendo una carga o una obligación en base a la función que tenemos que cumplir? 

Corremos el gran riesgo de orar porque sabemos que “tenemos que orar”, yéndonos sin haberle oído, y continuamos en “piloto automático» el resto del día, e inclusive la semana. Hay una imperiosa necesidad de poder conocer la agenda del Padre. Jesús jamás hizo nada por su propia voluntad, Él dijo “no he venido hacer mi voluntad, sino la del que me envió”. En los evangelios existe esta frase que se repite: “y despedida la multitud (refiriéndose a Jesús), se fue al monte a orar”, “y estaba allí solo”. A Jesús no lo vemos orando por los enfermos para que se sanen, sino que lo vemos sanando a los enfermos. Él daba órdenes y todo sucedía, tenía en claro la voluntad del Padre. Incluso los vientos y las tormentas le obedecían. ¿Dónde radicaba Su autoridad? Nunca hizo nada fuera de la voluntad del Padre, la cual conocía en oración. 

Hoy en día somos tentados, entre otras cosas, a no permanecer en oración y somos expertos en excusarnos, y lamentablemente, nuestro tiempo de oración disminuye. Lo importante es estimularnos, fortalecernos unos a los otros, animándonos a la oración y por sobre todas las cosas a la dependencia del Señor. Así, nuestros tiempos de oración serán más efectivos cuando aprendamos a hablar menos y a oírle más, cuando dejemos de estar apurados, a las corridas, y aprendamos a detenernos, a silenciarnos, a reposar, y poder simplemente contemplarlo, disfrutarlo, amarlo, en definitiva conocerlo cada día más.  

¿Qué les parece si nos tomamos un tiempo para pedirle a Él lo que quiere que oremos? Un cristiano maduro no ora únicamente en base a sus necesidades personales, no solamente tiene una lista oración, sino que aprende a orar por el espíritu y en el espíritu. De esta forma, nuestras oraciones serán más efectivas cuando dejemos de orar por nosotros y comencemos a oír lo que Él quiere que oremos, sabiendo que en Él estamos completos y que suple lo que necesitamos conforme a su propósito, y ésta es nuestra confianza en la cual reposamos, y que también nos abre a una mirada más amplia.

Él dijo que edificaría su iglesia, y Él está edificando Su iglesia en todo el mundo. El asunto fundamental aquí es que utiliza instrumentos para hacerlo y ésto nos incluye a cada uno de nosotros, sus hijos, quienes estamos convocados a ser parte vital en ello. Anhelo ser, y que todos lo seamos, esos instrumentos que Dios utiliza para la edificación de Su casa, para la edificación de Su cuerpo. Pero también debemos saber que no seremos instrumentos haciendo lo que nosotros queremos hacer, orando de acuerdo a nuestras necesidades y no a la suya. La iglesia de Cristo será edificada cada vez más, al crecer en dependencia de Él, cada día sabiendo lo que quiere.

En definitiva, nunca se trató de nosotros, siempre se trató de Él. Siempre se trató de la voluntad del Padre, por eso es tiempo de dejar de lado nuestras necesidades para enfocarnos en “Sus necesidades”, y Él desea, Él anhela que su hijo sea visto en la tierra. Y, la única manera para que Él sea visto, es que cada vez haya menos de nosotros y más de Cristo.

Cristianos son obligados a escapar de Níger debido al extremismo islámico

Hace poco más de un mes, grupos yihadistas de terroristas comenzaron a imponer una nueva ley en pueblos de la región de Tillabéri, situada en las fronteras de Níger y Burkina Faso.

Hace poco más de un mes, grupos yihadistas de terroristas comenzaron a imponer una nueva ley en pueblos de la región de Tillabéri, situada en las fronteras de Níger y Burkina Faso. 

Los extremistas intimidaron a los residentes del pueblo de La Tapoa, anunciando que a partir del 16 de abril, todos los niños mayores de 15 años que se negaran a convertirse al Islam serían obligados a pagar jizya, una multa basada en la Sharia impuesta a las minorías religiosas en los territorios bajo su control.

«Los yihadistas nos sacaron del pueblo y nos ordenaron seguir su religión, pero dijimos que eso nunca sucedería. Luego nos exigieron que pagáramos 50.000 francos o debíamos abandonar el pueblo», informó el pastor Yalitchoi, un testigo local. 

Según contactos de Puertas Abiertas, se ha notificado a todos los pueblos cercanos que deben convertirse al Islam si quieren seguir viviendo en la zona. Quien incumpla la norma deberá pagar una multa de 50.000 francos (aproximadamente 80 dólares). 

Sin embargo, incluso después de pagar la multa, los residentes se verán obligados a vivir como esclavos y los yihadistas se convertirán automáticamente en propietarios de todas las tierras de la región. Aquellos que se nieguen a permanecer en el pueblo podrán salir, pero solo con la ropa puesta, sin autorización para llevarse ninguna pertenencia.

Hasta ahora, los extremistas ya han impuesto la nueva ley en otras seis aldeas de la región de Tillabéri. El 2 de mayo, aproximadamente 357 cristianos comenzaron a huir de estas aldeas y ahora viven como desplazados internos en la ciudad de Makalondi y otras partes del interior de Níger. «Como nos obligaron a salir, llegamos aquí sin nada, ni siquiera tenemos comida. Es difícil encontrar un lugar donde refugiarnos», dijo el pastor Yalitchoi. 

La situación de los cristianos desplazados es desesperada. Muchos viven bajo los árboles para protegerse del sol abrasador. «Se acerca la temporada de lluvias, lo que hará la vida aún más difícil para los desplazados internos en Níger», informaron los socios locales de Puertas Abiertas.

En los últimos años, las condiciones de seguridad en Níger se han deteriorado significativamente. La violencia extrema ha afectado a los cristianos de los países vecinos, como Nigeria, Burkina Faso y Mali, en el África subsahariana. 

Los grupos armados siguen estableciendo bases en la región y organizando ataques recurrentes. Desde 2017, el gobierno de Níger ha declarado el estado de emergencia en algunas partes del país debido al avance de los extremistas.

Los socios locales hacen todo lo posible para acompañar y ayudar a los cristianos, pero el acceso a las zonas rurales se vuelve cada vez más difícil.

Hablemos de sexualidad en familia, un libro de Judith Martínez

Sexualidad en el hogar. ¿Alguna vez hemos puesto estas dos palabras juntas? Hacerlo implicaría cierta incomodidad. Una paradoja desubicada. Algunos tal vez se atrevan a ir más allá, y hablar de «irreverencia», de pecado, de vergüenza o cualquier otra connotación negativa espiritualmente (o más bien religiosamente) hablando. Con todos estos desafíos preliminares, Judith Lara decide traer a luz una verdad que no solo provoca la exposición de una deuda generacional silenciada. Sino que, a su vez, nos compromete. Hablemos de sexualidad en familia es un libro que predica, argumenta, refuta e instruye. Pero que también extiende la posta, dirigida hacia nosotros.

Sexualidad en el hogar. ¿Alguna vez hemos puesto estas dos palabras juntas? Hacerlo implicaría cierta incomodidad. Una paradoja desubicada. Algunos tal vez se atrevan a ir más allá, y hablar de «irreverencia», de pecado, de vergüenza o cualquier otra connotación negativa espiritualmente (o más bien religiosamente) hablando. Con todos estos desafíos preliminares, Judith decide traer a luz una verdad que no solo provoca la exposición de una deuda generacional silenciada. Sino que, a su vez, nos compromete. Hablemos de sexualidad en familia es un libro que predica, argumenta, refuta e instruye. Pero que también extiende la posta, dirigida hacia nosotros. 

“Alzo la voz en favor sobre todo de la infancia, etapa de mucho valor, de la que tenemos que ser la defensa segura para su desarrollo en este tiempo.” 

En ocasiones, pareciera que la iglesia siempre llega demasiado tarde. No es sino hasta que algo se vuelve tendencia en el mundo cuando los cristianos deciden alzar su voz. Esto ha provocado, refiriéndonos específicamente al terreno de la educación, que muchas veces nuestra tarea consista en «reemplazar» información ya dada en vez de otorgarla desde un primer lugar. Judith Martínez, mujer de ciencia y de familia, afirma que como padres hay obligaciones y responsabilidades que no pueden ser delegadas a otros. Sin importar la incomodidad que provoquen. Una de éstas responsabilidades, es la educación sexual dentro del hogar. 

“La familia es el ambiente diseñado por Dios para reproducir a sus hijos, nutrirlos y hacerlos madurar con un solo propósito: manifestarse él mismo a través de nosotros.” 

El término “batalla cultural” (muy utilizado en este último tiempo) nos lleva por inercia al terreno del debate discursivo. Sin embargo, Hablemos de Sexualidad en Familia es un libro que proporciona herramientas tanto teóricas como prácticas. Estos fundamentos trascienden el campo del saber, y permiten enriquecer una cosmovisión que centra la identidad del niño —y de todo ser humano— en la imagen de Dios. Comenzando con una necesaria distinción entre «sexualidad» y lo meramente «sexual», la autora aborda de forma multidimensional aquello que abarca tanto lo espiritual, como lo biológico, lo psicológico, e incluso lo cultural. 

“La educación sexual de nuestros hijos no puede ser delegada. Como padres de familia somos el modelo […] y la referencia fundamental que necesitan para definir y desarrollar su sexualidad.” 

¿Cuándo, cómo y de qué hablar cuando los niños preguntan? Judith nos guía en este asunto sin dejar aristas por pulir. Responder de la forma adecuada y en el momento preciso es fundamental en la etapa de la niñez. Saltarse este suceso por cualquier motivo, provocará problemas en el futuro. Si los hijos no encuentran en sus respectivos hogares un lugar seguro y confiable en el cual responder sus dudas, la necesidad será satisfecha por otro locutor. La escuela, con su bajada de línea gubernamental, los amigos y compañeros, o cualquier sitio web al que tengan acceso. ¿Cómo pretender más tarde no horrorizarse con las consecuencias? 

“Proteger a los niños en cuanto a su potencial sexual reproductivo y a sus relaciones interpersonales para que no se conviertan en un producto masificado y manipulado por intereses ajenos” —Gustavo Manzanelli 

Ser conocedores de los tiempos (1 Crónicas 12:32) implica también saber abordar conflictos. La vergüenza, afirma la autora, evidencia falta de carácter. Distinto al pudor, que habla de preservación. Todo aprendizaje debe ser guiado. Y nosotros tenemos la responsabilidad de hacerlo. Incluso si no hemos recibido la guía en el momento oportuno. La autorreferencia no puede ser el único mecanismo. Libros como éste forman parte del camino revelado por Dios para vivir una sexualidad bajo su diseño: con identidades sanas y un entendimiento congruente entre práctica y valores.

Delincuentes y ex traficantes de drogas son evangelizados y bautizados en los Países Bajos

En la región de Elburg, en los Países Bajos, un movimiento evangelístico está predicando a todas las personas de su población local. La organización “AVIV”, fundada por Joanneke Koster, su esposo y amigos, está transformando vidas a través de cursos, iglesias en casas y actividades evangelísticas.

En la región de Elburg, en los Países Bajos, un movimiento evangelístico está predicando a todas las personas de su población local. La organización “AVIV”, fundada por Joanneke Koster, su esposo y amigos, está transformando vidas a través de cursos, iglesias en casas y actividades evangelísticas.

Joanneke comparte que «los tipos duros y ex traficantes de drogas» están llegando a la fe y dejando atrás sus adicciones, convirtiéndose en fervientes seguidores de Jesús. La regiones de Elburg, Oosterwolde y Oldebroek ha sido testigo de un creciente número de bautismos. Actualmente, la organización cuenta con un grupo de 35 participantes en un curso evangelístico, compuesto en su mayoría por jóvenes. 

Entre los nuevos conversos se encuentran jugadores de fútbol y ex narcotraficantes. El grupo no sólo evangeliza a los jóvenes, sino que también ha establecido nueve iglesias en casas de la región.

Joanneke comparte el testimonio de Frank, un joven que aceptó a Jesús durante uno de los cursos. Ahora, Frank anima a los nuevos creyentes a través de estudios bíblicos y evangeliza con frecuencia. Uno de los momentos de la conversión de Frank fue en una noche de oración y alabanza en su casa que resultó en varios bautismos de los presentes al día siguiente. A lo largo de los años, Joanneke ha sido testigo de decenas de bautismos en su ministerio. Inicialmente, los bautismos eran discretos, debido al entorno tradicional, pero la vista de luces encendidas por todas partes, representando a las personas bautizadas, cambió este enfoque. Recientemente, en una sola noche, diez personas fueron bautizadas.

En Instagram, Joanneke compartió una foto de un joven bautizándose, reflexionando sobre su propio testimonio. Recuerda cómo, hace 20 años, encontró la fe durante un curso que revolucionó su vida. Una intensa experiencia con el Espíritu de Dios transformó su vida, llenándola de pasión por Cristo. 

Joanneke rememora un servicio hace 20 años donde reconoció la verdad del Espíritu de Dios obrando en los corazones. La oración en ese servicio la llenó del Espíritu Santo, cambiando su vida por completo. Desde entonces, su vida ha sido un camino de altibajos, pero enfatiza que nunca quiere estar sin Dios, ya que sólo Él puede llenar el vacío en nuestras vidas.

Jorge Himitian: «El gran misterio es Cristo y su unión con el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia» 

Jorge Himitian: "El gran misterio es Cristo y su unión con el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia" 

Un nuevo episodio en nuestro living, donde Fabian Liendo conversó con Jorge sobre su libro “El propósito eterno de Dios”, el poder de la Cruz vencida por Cristo, y el gran problema de la división en la Iglesia. 

El misterio fue revelado

Jorge: Yo diría que la carta de Efesios es donde se pone de manifiesto que Dios le descorrió el telón al apóstol Pablo de punta a punta. Eso significa desde antes de la fundación del mundo hasta los siglos eternos. Y aquello que estuvo durante siglos escondido en Dios, su plan eterno, que solo lo sabía Él, estaba escondido en Cristo.

Dios se lo reveló a Pablo, quién menos mal que fue a la prisión porque tuvo allí tiempo. No era fácil escribir en ese tiempo, pero tuvo tiempo de poder plasmar eso en una carta, en una epístola que le mandó a la iglesia de Éfeso. 

Fabián: ¡Qué tremendo! Yo diría que es como el tesoro de sus cartas, aunque todo es maravilloso, pero es como el príncipe de las cartas de Pablo. Y esto que vos estás diciendo, que de repente dice “hace 14 años conocí un hombre” y empieza a relatar cómo fue arrebatado al tercer cielo y Dios, que nunca le había dicho a un ser creado el propósito por el cual había creado todas las cosas, se lo revela Él, y le dice: “Yo soy el apóstol que Dios escogió para revelar el misterio de su voluntad”. Ese misterio estuvo oculto por tiempos eternos y Él vuelve y dice: “Muchachos, Dios tiene planes, tiene un proyecto, nos creó con un propósito y precisamente todas esas obras fueron creados de antemano”. 

Jorge: Tal cual. Dios no es improvisado, que según vayan las cosas va acomodando su voluntad. No. Él ya lo tenía planeado desde antes de la fundación del mundo y llegado el tiempo, el kairós de Dios, Dios lo ejecutó revelando a Jesucristo.

Las palabras claves del Evangelio

Jorge: En el capítulo 3 de Efesios, hay cuatro palabras claves para mí. La primera palabra es “misterio”, y dice: “ustedes saben cuál es mi conocimiento en el misterio de Cristo”. Esta es una palabra griega, y el español lo tomó del griego, que significa “secreto”.

Secreto es lo que nadie sabe sino el dueño del mismo. Él tiene un plan, Dios y el único que lo sabe es Él. Nadie lo puede saber por esfuerzos, investigación, oración, ayuno ni obras humanas. No hay cómo saberlo. Entonces ese misterio, nuestra primera palabra, Dios la revela. La palabra “revelar” significa “quitar el velo”. 

Jesús ya les había dicho en Juan 16 antes de morir “cuando venga el Espíritu, Él me glorificará. Tomará de lo mío y os lo hará saber”. Así que ya  había anticipado que el Espíritu Santo iba a revelar ese misterio. Entonces, la primera palabra es “misterio”, y la segunda palabra “revelación”. Y por esta revelación, viene el “conocimiento”.

«Ahora como el velo fue quitado, el telón fue abierto de punta a punta, podemos conocer.»

Pablo y los apóstoles recibieron esa revelación, y ahora quiero enfocarme en la última palabra, que es el “anuncio”. Porque ese misterio tiene que ver con toda la humanidad, abarca todas las naciones y hay que darlo a conocer a todos y esa era la pasión de Pablo diciendo: “a mí que soy el más pequeño de todos los santos, me es dada esta gracia de dar a conocer el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo”. Ese misterio, que había estado escondido en Dios durante siglos, pero ahora fue revelado.

Como esto tiene que ver con todas las personas que viven en el mundo, en el planeta Tierra, es nuestra responsabilidad conocer el misterio y darlo a conocer. Los que ya lo conocemos, tenemos la responsabilidad de dar a conocer a todos este misterio revelado. 

Fabián: Y ese misterio es Cristo en nosotros.

Jorge: Ese misterio es Cristo e inseparablemente es el Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Cristo y la Iglesia son una misma cosa. Como Pablo dice en Efesios 5: “Grande es este misterio”. “Dejará el hombre a su padre y a su madre, y serán los dos una sola carne, grande es este misterio, pero yo lo digo con respecto de Cristo y de la Iglesia”.

Entonces en Cristo se revela qué es la Iglesia. La Iglesia no es un edificio material, sea de ladrillo, de piedra, de oro o de plata o de lata con una cruz arriba. No, la Iglesia es el Cuerpo de Cristo, es la familia que Dios se propuso tener desde antes de la fundación del mundo. Y Cristo y la Iglesia es una verdad inseparable, es como el anverso y el reverso de una misma moneda. 

Por eso es tan importante entender el misterio de Cristo y de la Iglesia, porque amar a la Iglesia es amar a Cristo, servirla es servirlo a Él, perseguir a la Iglesia es perseguir a Cristo. Por eso Jesús le dice a Saulo: “¿Por qué me persigues?” Saulo nunca había perseguido en persona a Jesucristo, pero ahí entendió que Cristo y la Iglesia es una unidad inseparable, es una misma cosa. 

La verdad y los mandamientos

Jorge: Vemos que la Palabra de Dios nos llega a nosotros de dos modos: uno como verdad y otro como mandamiento. Por ejemplo, si decimos: “Jesucristo es el Señor” o “Cristo murió por nuestros pecados” o  “Cristo resucitó”, es una verdad. Entonces así hay verdades que revelan a la persona y la obra de Cristo. Pero también hay mandamientos, cuando la Palabra dice: “Ámense los unos a los otros como yo os he amado”, o “hijos, obedeced a vuestros padres”. Las dos cosas tienen que ir juntas. Primero la verdad, porque la verdad apela a la fe.

Cuando yo lo creo, esa verdad opera en mí. Luego viene el mandamiento, que es una guía para que esa vida que yo tengo en Cristo y Cristo en mí ahora sea canalizada en conductas concretas. 

«Si yo dejo la verdad a un lado y solo enseño los mandamientos, estoy volviendo a un rigor peor que el de la ley, porque Jesús vino con sus demandas y mandamientos a superar las exigencias de la ley».

Pero la ley no nos dio a Cristo, el poder de Cristo viviendo en nosotros. Entonces, cuando la verdad dice “Sabiendo esto que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado como esclavos”. Entonces yo tengo que creer que cuando Cristo murió, no solo Él murió por mí, sino que yo fui incluido en su muerte, y su muerte es la mía. Yo estoy muerto con Cristo y ahora Él vive en mí y si Él vive en mí, y me dice: “que se amen los unos a los otros como yo”, yo jamás puedo amar como Cristo.

Pero resulta que no soy yo. Ahora Cristo vive en mí. El que ama en mí es Cristo, el que perdona en mí es Cristo, el que le lava los pies a los demás es Cristo. Así que no soy yo, más Cristo vive en mí. Entonces el mandamiento y la verdad tienen que trabajar en forma conjunta. 

Fabián: Qué importante de entenderlo, como vida orgánica, de saber que eso ya está en nosotros. Que cuando Cristo se hace uno en nuestro espíritu, empezamos a ser el resultado del “Consumado Es”, de la obra completa de Cristo en la cruz, identificados en su muerte, en su resurrección, en su novedad de vida, y ahora nuestra alma tiene que ser conformada a esa realidad para expresarla.

Entonces, ese sentido de rendición a esa verdad consumada es lo que hace que la Iglesia sea modelada a la imagen de Cristo, para que el mundo al verle, crea y sea llena del conocimiento de su gloria. 

Jorge: Por eso muchos dicen: “Señor, te pido que me llenes de paciencia, que me llenes de amor, que me llenes de tu poder”. Error. Porque dice Efesios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”, quiere decir que en Cristo, están todas las bendiciones del Padre, y ese Cristo está en mí con todas las bendiciones. Por eso dice: “Ya nos bendijo con toda bendición espiritual”.

De tal manera tengo que decir: “Padre, gracias porque ya me bendijiste con toda bendición. Ahora todas las virtudes de Cristo están en mí, no necesito más paciencia, más amor, ya lo tengo, están en Cristo y Cristo está en mí. Ahora tengo que obedecer por la fe aquello que ya tengo en Jesucristo”. 

Asesinaron a tres misioneros en Haití y crece la violencia en el país 

El pasado 24 de mayo, tres misioneros estadounidenses destinados en Haití fueron asesinados en la capital del país, Puerto Príncipe.

El pasado 24 de mayo, tres misioneros estadounidenses destinados en Haití fueron asesinados en la capital del país, Puerto Príncipe.

Según Mission in Haiti, la organización a la que pertenecían, los tres fueron secuestrados después de una actividad cristiana al regresar a su hogar, donde fueron asesinados alrededor de las 9 de la noche.

Los misioneros eran Natalie Lloyd, de 21 años, y Davy Lloyd, de 23, quienes estaban en Haití desde enero de 2024. Junto a ellos se encontraba Jude Montis, director local de la misión. La muerte de estos misioneros ocurre en medio de una severa ola de violencia en Haití, donde la capital está bajo el control de bandas que siembran el temor entre la población.

El principal aeropuerto internacional del país, ubicado en Puerto Príncipe, estuvo cerrado durante casi tres meses debido a estas bandas. El 20 de mayo, se reabrió tras la demolición de cientos de casas cercanas al aeropuerto, utilizadas por las bandas para impedir su funcionamiento.

A pesar de la reapertura de fronteras, las bandas siguen controlando gran parte de la capital, incluyendo el puerto marítimo, que permanece cerrado. Son frecuentes los ataques a infraestructuras esenciales como comisarías, hospitales, centros educativos y lugares religiosos. También se han registrado varios ataques contra el Palacio Presidencial.

María Isabel Salvador, quien dirige las misiones de la ONU en Haití, mencionó en su informe sobre el país que «los violentos enfrentamientos entre las dos principales coaliciones de bandas han dado lugar a asesinatos masivos de la población local y al saqueo e incendio de viviendas. Las bandas han tomado sistemáticamente como objetivo las infraestructuras del Estado y han atacado a quienes desempeñan funciones clave en el orden público, como jueces y policías, así como defensores de los derechos humanos y periodistas. Estos ataques han debilitado aún más las instituciones del gobierno y han agravado los problemas, ya de por sí críticos, para el restablecimiento del Estado de derecho.»

La ONU calcula que más de 53,000 personas abandonaron la capital haitiana solo entre el 8 y el 27 de marzo de este año para huir de la violencia. Además, la información es que se estima que 2,500 personas murieron en el primer trimestre debido a la violencia de las bandas, lo que representa un aumento del 50% en comparación con el mismo período del año pasado.

La organización Puertas Abiertas no opera en Haití, pero ha estado siguiendo de cerca la situación en el país. Según un colaborador de Puertas Abiertas en América Latina, quien ha estado en contacto con los cristianos locales, ésta escalada de violencia y lo sucedido con los misioneros no puede considerarse un ataque directo de persecución religiosa hacia la fe cristiana, pero sí afecta a la Iglesia en Haití.

Los secuestros son cada vez más frecuentes como forma de extorsión. «Las tasas de secuestro están aumentando, y cualquiera corre el riesgo de ser secuestrado. Aunque la cantidad del rescate sea mínima, este dinero ya ayuda a mantener las actividades de las bandas», comentaron algunos creyentes haitianos a nuestro colaborador.

Los cristianos locales también mencionaron que las iglesias están limitadas por el contexto sociopolítico del país. En varias partes de Haití, los misioneros y pastores evitan salir de sus casas por miedo a ser secuestrados o porque las calles están controladas por bandas que no dejan salir a la gente o exigen altas cuotas de extorsión, especialmente en la capital y en las principales carreteras de acceso.

Debido a la violencia, algunas iglesias han cerrado sus puertas y ya no tienen comunidad. Otras siguen funcionando, pero la asistencia es escasa porque sus miembros tienen miedo de acudir a los cultos.

Además, varios programas de asistencia desarrollados por las iglesias, como las campañas médicas, se han interrumpido mientras se estabiliza la situación. Es importante mencionar que el sistema escolar (universidades y escuelas) no funciona desde enero.

La situación en Haití, especialmente en Puerto Príncipe, es caótica y no muestra signos de mejora. La gente de este país necesita nuestras oraciones por fortaleza para superar y poder vivir con todo esto.

¿Qué poder tienen las decisiones?

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El poder de las decisiones

Dios nos ha otorgado el poder y la libertad de decidir. Sabemos que Dios tiene la última palabra, pero en la vida diaria y en todo lo que hacemos tenemos un poder que nos fue otorgado que es el poder de tomar decisiones. 

Humanamente tomamos decisiones conforme a lo que sentimos, escuchamos y a lo que nos parece, pero siendo hijos de Dios y partícipes de su Reino, nuestras decisiones se tienen que basar en lo que vivimos con Él y proyectarnos conforme a eso.

La palabra de Dios toma forma dentro de nuestro corazón y Él, a medida que ve nuestro poder de decisión, nos confía conforme a cómo trabajamos la tierra de nuestro corazón.

Todo lo que estamos viviendo hoy no es por las tragedias, los problemas o las circunstancias del país, sino que es el producto de las decisiones que hemos tomado en los últimos años.  

Podemos culpar a la gente, hablar de los demás y vivir engañándonos, pero la realidad es que somos el producto de las decisiones que tomamos, para bien o para mal. La parábola del sembrador es muy clara al respecto:

Dice la parábola que el agricultor intencionalmente salió a sembrar y esparció la semilla sobre un espacio determinado. Vemos que no toda la tierra es buena, sino que tiene diferentes características, pero sí, la tierra es lo que el primero escogió, preparó y determinó para que pueda plantar la semilla de su palabra.

Dios nos escogió, no estamos acá porque nos empujó nuestra necesidad, sino porque Dios nos llamó, desde antes de la fundación del mundo nos santificó, desde el vientre nos puso nombre. ¿Por qué no toda la gente de la ciudad hoy está acá en la iglesia? Porque solo hay personas determinadas. Cuando escogemos a alguien, lo hacemos con un propósito determinado. Dios nos escogió y nos dio un llamado sobre el cual podemos caminar.

“Quien se sabe escogido vive para aquel que lo escogió. Quien se sabe escogido vive una vida diferente, enfocada en aquel que lo escogió”.

Maxi Gianfelici

La semilla no es otra cosa que la Palabra. El destino de la semilla es dar fruto, romper la tierra, germinar y multiplicarse para que la esencia que tiene la semilla se replique en otros lugares. La semilla es una Palabra, toma diferentes formas pero es la que nos conduce hacia el propósito que Dios tiene. 

Una palabra del Señor no es un versículo aislado, no es algo que tomamos de Instagram porque es inspirador y la replicamos. Es más grande, engloba nuestras vidas, nuestros propósitos, nuestros destinos y el de nuestras familias. Por eso debemos tomar la Palabra de Dios con seriedad. 

La Palabra no es la predicación que va a tocar nuestro corazón ¿es importante escuchar a nuestros pastores? Claro que sí, pero es solo una porción del todo que Dios quiere para nosotros. 

Entonces, la semilla es arrojada en la tierra escogida y lo que hace que esa semilla dé fruto son las decisiones, la tierra es nuestro corazón, y tiene tres características: Diseño – Llamado – Carácter

Cuando Dios escoge, diseña. ¿Cuál es el diseño de Dios? No somos el fruto de la casualidad, no nos dieron forma las circunstancias, sino que fuimos diseñados por el Señor. El diseño que Dios estableció sobre nuestras vidas es lo que nos empuja hacia aquello con lo que Él nos preparó. No solo fuimos diseñados, sino que juntamente con el diseño, Dios puso un llamado.

El diseño nos impulsa y el llamado nos atrae. 

El llamado es lo que nos hace levantarnos de la cama todos los días, es lo que nos lleva a vivir otro día más allá de las dificultades, nos impulsa a avanzar. La persona que no identifica un propósito eterno en su vida, solo vive para sobrevivir.

Cuando entendemos que Jesús, en la cruz del Calvario, pagó por nuestras debilidades, para redimirnos con su sangre y desatar un propósito en nuestras vidas, inevitablemente se despierta un llamado.

Por eso servimos en la iglesia, no porque somos funcionales a una estructura religiosa, sino porque el servicio es una consecuencia, es una expresión del diseño que Dios nos dio. Por último tenemos el carácter: que son las decisiones previas que tomamos de cómo vamos a enfrentar la vida, el llamado y el diseño antes de que las cosas ocurran.

Podemos tener un tremendo diseño y llamado, pero sin carácter todo se derrumba. Hemos escuchado muchas veces decir “tal persona tiene un carácter” pero entendemos que toda persona que no controla su ira, su boca, su melancolía o su angustia no es que tiene mucho carácter, sino en realidad una ausencia del mismo. Si a cualquiera de esas falencias las tratamos de tapar con alguna otra virtud, tiene aún más carencia de carácter.

La persona que tiene carácter entiende el proceso de la semilla en la tierra y trabaja su debilidad, no la esconde, porque sino se pasa la vida atado a la misma debilidad sin poder dar fruto.

El carácter no es temperamento. El temperamento lo heredamos tomado de nuestros padres, mientras que el carácter es el fruto de las decisiones que tomamos. Jesús trabajó todo el tiempo con el carácter de sus discípulos, de hecho eligió a doce que tenían una total ausencia de carácter, pero les dio poder y autoridad. Podemos orar por los enfermos y estos se sanarán, podemos echar demonios y pueden huir, pero podemos carecer de carácter y lo anterior no servirá de nada.

El propósito de la semilla plantada en nosotros es dar fruto y hay dos clases de frutos: el interno y el externo. 

El fruto interno es lo que produce una vida en relación con el Espíritu Santo. Él nos sana, llevamos una vida de adoración, se producen cambios como persona, hay actitudes que son transformadas. Una vida que da fruto en la vida del Espíritu, comienza a caminar con acciones concretas que producen transformación, que bendicen a la familia, que transforman hogares.

La ausencia de carácter nos lleva a vivir en una dualidad donde el diseño y el llamado se pierden.

¿Cuáles son las decisiones que nos llevan a desarrollar un carácter que puede contener el llamado y el diseño para que dé fruto? Es la semilla, la cual cae en diferentes tipos de tierra pero tiene el mismo destino. La primera parte de la semilla cayó junto al camino y vinieron las aves del cielo y se las comieron.

Dios invierte lo más valioso que es su Palabra, aquella Palabra que creó el universo, que detuvo la tormenta. Nosotros no tenemos solo una palabra, sino que tenemos miles. No recibimos una palabra, sino que todo el tiempo estamos sometidos a la palabra de Dios, pero no le prestamos atención, somos superficiales. La palabra no nos dura nada, porque cae junto al camino y se desvanece. 

Estamos en guerra, hay un sistema que se quiere quedar con nuestros hijos, con el propósito de ellos, porque es tan valioso lo que Dios depositó en nosotros que el diablo no se da respiro porque sabe que si se da un respiro y captamos la Palabra, nosotros, nuestros hijos y nietos seremos un dolor de cabeza para el infierno.

Jesús explica que las personas reciben la Palabra pero cuando vienen las dificultades se quejan diciendo: ¿dónde está Dios? ¿por qué los problemas me llegan? Eso es ausencia de profundidad. La palabra que Dios destina no solo es una semilla para nuestro beneficio, sino que nuestras vidas son algo más grande que sobrevivir, nuestras vidas tienen un propósito eterno. La Palabra que no penetra en lo profundo nos lleva a vivir una superficialidad.

Las personas que no le dan valor a la Palabra, que viven en la iglesia para sí mismos, cuando vienen los problemas y las dificultades brotan, pero se mueren, pues no tienen profundidad en sus raíces, porque la tierra tiene rocas por no estar trabajada. Si solo perseguimos el evangelio por conveniencia, por interés personal vamos a caminar porque el evangelio funciona, produce buenas personas que son transformadas pero solo quedaremos en la superficie, nunca podremos dar el fruto para el cual fuimos destinados. A la tierra hay que trabajarla, hay que quitarle las rocas para que la semilla tenga profundidad, no hay fruto en una familia si no hay trabajo, si no está la decisión de cultivar la tierra del corazón. Dios podría haber escogido cualquier parte pero eligió el corazón el cual es engañoso, es una tierra complicada. En el corazón germina de todo, pero Dios escogió nuestro corazón para transformarlo en una buena tierra.

Podemos elegir culpar a otros, limitarnos a lo que estamos viviendo o podemos tomar las decisiones que nos hagan una tierra productiva para la gloria de Dios.

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